Laura colocó los resultados que tenía en sus manos sobre la mesa y los empujó hacia Sharon. Ella los miró confundida, pero aun así tomó el expediente para ver de qué se trataba.
Laura había pensado en la mejor forma de exponer sus mentiras y finalmente sacarla de sus vidas, pero después de mucha reflexión, decidió que Nicholas debía saberlo primero.
Conociendo su personalidad, estaba segura de que él no sabía nada sobre las atrocidades de su madre y, aunque no la traicionara, debía al menos estar al tanto. Sin embargo, no esperaba el resultado que obtuvo.
Nicholas parecía haberlo sospechado o descubierto, pero cuando Laura se acercó a él, confirmó sus temores y quedó devastado y muy triste.
Aceptó el plan de Laura para echar a su madre, pero le rogó que no lo hiciera público, ya que no podría soportar la humillación. Laura le aseguró que no lo haría y también le informó que su padre regresaría. Nicholas, por su parte, le contó las mentiras de su madre sobre la mamá de Laura, las cuales lo hicieron odiarla al principio. Ambos aclararon sus malentendidos y, por primera vez, hablaron sin insultarse.
—¿Qué significa esto? ¿Qué juego estás intentando jugar conmigo? —estalló Sharon, agitada por el contenido de los papeles. Nadie le explicó de qué se trataban, pero pudo intuirlo.
El primer documento decía 99.99% no relacionado, el segundo, que Laura y Nicholas no eran hermanos, y el tercero mostraba el grupo sanguíneo y genotipo de Nicholas.
—Estoy segura de que sabes leer y entender estos documentos. Recuerdo que el resultado que compraste cuando llegaste a esta casa era muy diferente a este —dijo Laura, con evidente enojo en su voz, y pausó para respirar.
—¿Por qué es diferente ahora? ¡Explícame! —gritó, incapaz de calmarse.
—¿Fuiste a hacerte un examen sin decírmelo? ¿Cómo puedes seguir dudando de mí después de tantos años? —respondió Sharon, intentando dar lástima.
De todas las cosas que pensó que Laura podría acusarla, jamás imaginó que sería uno de sus secretos más ocultos, uno que incluso ya había olvidado. Nunca pensó que Laura dudaría sobre si Nicholas era su verdadero hermano.
Confiaba plenamente en que esa parte de su mentira nunca sería descubierta por nadie, mucho menos por Laura, y hasta había falsificado un informe médico años atrás.
Sin haber previsto este giro, Sharon no tenía un plan alternativo para arreglar la situación y mantener su posición.
Se volvió hacia Nicholas con lágrimas en los ojos. Al ver su mirada, casi perdió el control, pero se obligó a mantenerse firme. Había planeado esto durante tanto tiempo que no pensaba rendirse sin pelear.
—Nicholas, ¿tú le crees? ¿Cómo puedes no confiar en tu madre? —lloró, pero sus palabras no surtieron efecto. Aun así, continuó llorando y culpando a Laura.
—Me abandonaste todos estos años por tu esposa muerta y ni siquiera me diste un título apropiado. ¿Ahora vuelves solo para humillarme con estas acusaciones? ¿Qué tonterías te ha dicho esta bruja de hija para que me trates así? —gritó, agarrando la ropa de Dave con lágrimas.
Nicholas, incapaz de ver a su madre en ese estado, apartó la mirada, pero al saber que aún mentía y se hacía la víctima a pesar de que su secreto estaba descubierto, sintió más lástima de sí mismo que de ella.
Dave, furioso porque se atreviera a mencionar a su esposa, la empujó bruscamente. Luego tomó los papeles que ella había tirado al suelo y se los lanzó a la cara.
—Sharon, eres una mujer despreciable. Incluso después de ver esta evidencia, ¿aún te atreves a llorar y mentirme? —gritó tan fuerte que su voz atrajo a las sirvientas, quienes ya estaban curiosas por los gritos y salieron a ver.
Las tres sirvientas se emocionaron al ver que su patrón había regresado después de tanto tiempo, pero también sintieron curiosidad al verlo tan enojado apenas llegar.
—¡Dave! —gritó Sharon, sorprendida de que la hubiera empujado.
—¡No pronuncies mi nombre con esa boca inmunda! —le gritó él, mientras Laura y Nicholas se levantaban para intervenir.
—Papá —llamó Laura, intentando que se calmara, mientras Nicholas se arrodillaba junto a su madre.
—Mamá, deberías disculparte y pedir perdón en lugar de… —Nicholas no terminó su frase porque Sharon lo abofeteó con fuerza. Él se llevó la mano al rostro.
—¡Idiota! ¿Qué esperas que pase después de traicionarme? ¿Crees que ella te dejará con algo? —le gritó, derrotada, sabiendo que ya no podía mantener su actuación.
—¡Mamá! ¿Todavía piensas en el dinero ahora? ¡Me mentiste a mí y a todos, destruiste una familia! —exclamó Nicholas.
—Si él quería mantener a su familia, no debió acostarse conmigo. ¿Qué crees que le pasa a un hombre infiel? —dijo Sharon, riendo como una loca. Luego se levantó lentamente y caminó hacia Laura, quien estaba con los brazos en jarra.
—Voy a acabar contigo como hice con tu madre —amenazó, y Laura sintió un escalofrío.
—¿Cómo mataste a mi madre? —preguntó, temblando.
—¿Aún no lo has descubierto? —respondió Sharon, con una sonrisa burlona, y se sentó.
Los tres, incluidos los sirvientes, la miraron impactados al escuchar que ella había tenido algo que ver con la muerte de la madre de Laura.
—¿Recuerdas a la señorita Taylor? —preguntó Sharon, pero Laura no respondió, aunque la recordaba perfectamente. Había sido ama de llaves y una persona muy cercana a su madre, pero repentinamente renunció poco después de su muerte, y Laura no pudo rastrear su paradero.
—Me llevé a su hijo y la obligué a ponerle drogas en la bebida de tu madre todas las noches antes de dormir —confesó, dejando a todos con la boca abierta. Las manos de Dave cayeron y su cuerpo comenzó a temblar de ira y dolor.
—Pero con el tiempo noté que seguía viva y bien, así que enfrenté a la señorita Taylor y confesó que había dejado de ponerle el medicamento. Entonces hice mi siguiente plan, una forma de deshacerme de ella más rápido y arreglarlo todo.