Capítulo 60

Sin necesidad de más explicaciones, los tres pudieron adivinar lo que había pasado. Cuando su madre fue disparada y llevada al hospital, Laura pensó que solo habían sido ladrones que entraron a robar dinero y le dispararon en el proceso, pero ¿quién podría haber imaginado que fueron enviados por la amante de su padre?

Laura sintió que su corazón era arrancado de su pecho y cayó sentada en una silla cercana, mientras Nicholas se cubría la boca, impactado y sintiéndose terrible por lo que su madre había hecho. Si no estuviera seguro de que era su madre, la habría abofeteado en ese mismo momento.

—¡Sharon! —gritó Dave entre lágrimas y se golpeó la cara con fuerza. Él era el responsable del sufrimiento de su hija durante tantos años, y ahora, al saber que su infidelidad causó la muerte de su esposa, se odiaba a sí mismo.

Sharon comenzó a reír como una loca, disfrutando de su miseria; quería hacerlos llorar y sentir dolor, pero no se dio cuenta de inmediato de que acababa de confesar sus crímenes frente a testigos.

De pronto, Laura se levantó llena de ira y le lanzó una bofetada. Sharon no se lo esperaba y no pudo esquivarla, por lo que el golpe le dio de lleno en la cara y la hizo tropezar con la silla.

—No voy a dejar que te salgas con la tuya, no lo haré… —gritó Laura y volvió a lanzarse hacia ella, pero dos de las sirvientas la detuvieron. Sharon aprovechó para intentar huir, pero antes de que pudiera hacerlo, Nicholas la detuvo. Con odio en los ojos le dijo:

—Tienes que pagar por tus crímenes, madre.

—¿Qué? ¿Te has vuelto loco? —gritó ella, intentando soltarse de su agarre, pero Nicholas estaba decidido a no dejarla escapar.

Pronto, se escuchó un golpe en la puerta y otra sirvienta corrió a abrir. Entraron varios policías y saludaron a todos.

—Aquí está —dijo Nicholas, soltando a su madre. Sharon lo maldijo y quiso golpearlo de nuevo, pero los policías la detuvieron, pidiéndole que cooperara. Entonces Laura sacó su teléfono de su bolso y se quitó el pequeño auricular que llevaba escondido en el cabello para hablar directamente al teléfono.

—Chris —lo llamó con lágrimas en los ojos.

—Voy en camino —respondió él, colgando. Laura se desplomó en la silla y rompió en llanto. Había estado conectada con Chris por teléfono desde el principio y, tal como esperaba, él envió a la policía. Nicholas también se agachó y sostuvo su cabeza entre las manos.

Los policías se llevaron a Sharon mientras ella gritaba y maldecía, y pronto la casa quedó en silencio. Habían venido para echarla, pero terminaron descubriendo algo mucho peor.

Nicholas sabía que no había palabras ni disculpas que pudieran reparar lo que su madre había hecho. Se levantó y se fue sin decir nada más. Saber que había vivido con una identidad falsa todos esos años le revolvía el estómago, pero descubrir que su madre había matado a alguien por dinero lo enfermaba aún más. Decidió tomar un taxi hasta la casa de Ella. Por suerte, todavía tenía un lugar al que llamar hogar.

Dave se acercó a Laura, que seguía cabizbaja, queriendo abrazarla y consolarla, pero se sentía demasiado culpable para hacerlo.

Por escuchar el consejo de sus amigos de “divertirse” en lugar de valorar a su esposa ocupada, terminó causando su muerte.

Él solo quería una mujer joven pero madura para acompañarlo en sus falsos viajes de negocios, nunca imaginó que esa decisión terminaría destruyendo su familia.

Se alejó de Laura y se arrodilló frente a ella.

—Laura, yo… lo siento mucho, todo esto es culpa mía —dijo, pero Laura no respondió ni hizo un sonido. En ese momento, Chris entró corriendo.

Apenas escuchó su voz, Laura levantó la cabeza y él la abrazó. Ella comenzó a sollozar nuevamente en sus brazos mientras él la consolaba, besándole el cabello y la cara.

Después de un rato, Laura se calmó, limpió sus lágrimas y se levantó para irse. Dave permanecía detrás de ellos, con la cabeza baja. Laura se giró un poco hacia él, pero enseguida apartó la vista.

—No quiero a nadie en esta casa en la próxima hora. Limpien y cierren todo —ordenó a las sirvientas y se fue.

Dave suspiró, sabiendo que esta vez ella no lo perdonaría, y lo merecía. También salió de la casa, dejando a las sirvientas comentando y murmurando sobre el drama que acababan de presenciar.

Chris abrió la puerta del auto para que Laura entrara, luego se subió del otro lado y encendió el motor. Viendo su estado de ánimo y con todo lo que había escuchado a través del teléfono, supo que no era el momento para hablarle sobre su padre.

Ella había estado tan emocionada por su regreso que incluso le preparó una habitación y decía que ya lo había perdonado, así que enterarse de la verdad la había roto por dentro.

—¿Quieres ir a comer algo primero? —preguntó Chris, intentando iniciar una conversación.

—Solo conduce —respondió Laura, deseando irse de inmediato. Chris obedeció sin decir una palabra más. Vio a su suegro, a quien acababa de conocer ese día, caminando solo, pero no podía hablar con él. Suspiró y condujo directamente a casa, abandonando su trabajo por el resto del día. Necesitaba encontrar la manera de animar a Laura.

~

Después de resolver todos los asuntos de la empresa, Laura se aseguró de que Sharon fuera procesada y enfrentara un juicio en la corte. También encontró a la señorita Steven, quien estuvo más que dispuesta a testificar en su contra, junto con los demás cargos de fraude empresarial.

Sharon recibió siete años de prisión por sus crímenes y ninguno de sus hijos menores salió a defenderla. Todos la abandonaron y la dejaron enfrentar su desgracia sola.

Nicholas fue con Ella y le propuso matrimonio. Ambos decidieron dejar el país y regresar al lugar donde se conocieron por primera vez para vivir una vida feliz.

Nicholas lamentaba todo lo que su madre había hecho y se disculpó con Laura. También fue a la tumba de su madre para pedirle perdón en nombre de Sharon, y Laura lo perdonó, pidiéndole que se quedara hasta después de su boda antes de marcharse, pues todavía planeaba que Ella fuera su dama de honor.