Matrimonio Con Mi Ex Prometido

Capítulo 61

Laura estaba de pie, impaciente, sonriendo a todos los que entraban a felicitarla. Revisó la hora de nuevo y parecía que el tiempo iba más lento de lo que jamás hubiera imaginado.

Había querido usar otro vestido para hoy, pero debido a su embarazo no pudo, y tuvo que elegir uno más suelto en la cintura y el vientre. Además, Chris no la dejó usar los tacones altos que había pedido.

A pesar de todo, estaba muy emocionada y cada minuto se sentía más ansiosa. Si lo hubiera sabido, habría preferido que la boda fuera por la mañana en vez de por la tarde.

Se preguntaba cuándo la llamarían por fin como la novia. Su padre había vuelto a su largo viaje y no asistiría a su boda, pero eso estaba bien para ella. Ahora tenía a Chris y estaba segura de que él nunca la dejaría.

Ella entró en la habitación y le entregó el ramo.

—Pareces a punto de explotar y celebrar tú misma la ceremonia en cualquier momento, hasta se te olvidó tu ramo —dijo Ella, colocándose detrás de ella para ayudarla a ajustar su vestido—. Te dije que te sentaras tranquila y dejaras de arrugar el vestido.

—Lo siento, estoy ansiosa —respondió Laura.

Una de las asistentes de la fiesta entró en la habitación fingiendo limpiar, pero ninguna de las dos le prestó atención.

—No te preocupes, todo va bien. Voy a ver si tu novio ya está listo —dijo Ella antes de salir de nuevo. Laura miró su ramo y empezó a jugar con él. Aburrida, se levantó para salir y chocó con la asistente.

—¡Ay! —exclamó Laura, sujetándose el hombro derecho.

—Lo siento, señorita Laura —dijo la chica. Laura levantó la vista, la voz le resultaba familiar.

Clara se arrodilló rápidamente frente a Laura y sostuvo su vestido suplicando. Su embarazo ya era muy visible, pero su aspecto era lamentable.

Se veía desaliñada y su rostro estaba pálido, sin nada de maquillaje. Clara era alguien que nunca salía sin maquillarse y ahora vestía igual que las demás asistentes que atendían a los invitados.

—Clara, ¿qué haces aquí? —preguntó Laura, sorprendida de verla en ese estado.

—Señorita Laura, por favor, ayúdeme. Le prometo que haré lo que me pida —suplicó, mientras lloraba. Laura estaba confundida.

Según sus recuerdos, Clara debería estar casada con Avan o viviendo en su casa, ¿por qué entonces estaba ahí rogándole ayuda? Le pidió que se levantara para hablar, pero Clara no obedeció y siguió llorando. Laura empezó a frustrarse y al ver que le arrugaba el vestido, se apartó de ella y le gritó que se detuviera.

—¡Cállate! —gritó Laura, y Clara, asustada, dejó de llorar de inmediato y soltó su vestido. Laura, al ver que volvía en sí, se inclinó hacia ella.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás aquí así? ¿Dónde está Avan? —preguntó, pero Clara permaneció callada, moviendo la cabeza mientras sollozaba y recordaba las desgracias que le habían caído encima desde que entró en la familia de Avan.

—Es una larga historia —logró decir al fin.

—Está bien, ven, siéntate y cuéntame despacio —dijo Laura, ayudándola a sentarse.

—Después de que fui a la familia para revelar mi relación con Avan, sus padres quedaron muy disgustados conmigo. Cuando todo empezó a derrumbarse, me culparon y querían echarme, pero su hermana no los dejó —explicó, haciendo una pausa para sorberse los mocos antes de continuar—. Tuvimos que declararnos en bancarrota y venderlo todo, incluso mi casa. Conseguimos otra en las afueras de la ciudad, pero todo empeoró cuando Avan tuvo un accidente y el doctor pidió mucho dinero para la cirugía. Gastamos todos nuestros ahorros y...

Se detuvo, llorando de nuevo. Laura trató de consolarla y le ofreció un pañuelo para secarse las lágrimas. Sabía que los secretos que reveló sobre Avan y las acciones de Chris contra su empresa habían sido un golpe duro, pero no esperaba que terminaran así.

Después de vivir una vida tan imprudente, Avan debería haber guardado algo de dinero para emergencias.

—¿Dónde está Avan ahora? ¿Está bien? —preguntó Laura y Clara asintió.

—¿Entonces por qué estás aquí? ¿En qué quieres que te ayude? —insistió. Clara volvió a sujetarle la ropa.

—Nadie quiere contratarme estando embarazada y realmente necesito un trabajo. Señorita Laura, sé que usted puede ayudarme. Cualquier trabajo que me dé lo haré bien —rogó.

—No es tan sencillo. No puedo darte cualquier trabajo en este estado, estás embarazada, no sería correcto —dijo Laura, pensando por unos segundos—. ¿Qué te parece esto? Te daré algo de dinero ahora. Con esto podrás sostenerte unos meses.

Le pidió su número de cuenta, Clara se lo dictó y Laura le transfirió una gran cantidad de dinero.

—Guarda esto por ahora y cuando regrese, ven a verme —dijo. Antes de que Clara pudiera darle las gracias, Ella entró para avisarle que ya era hora.

—Está bien, nos vemos otro día —le dijo Laura, saliendo con Ella.

—Gracias —murmuró Clara tras ella.

Se sentía muy avergonzada de tener que volver a pedirle dinero a Laura, pero no tenía otra opción. No quería que supiera que ya no estaba con Avan. Planeaba criar a su hijo sola y rehacer su vida después. Después de todo, ella misma se había buscado su desgracia. Se levantó y se fue, sin quedarse a la boda.

Laura caminó por el pasillo hacia Chris, que ya la esperaba en el altar. Recordó el día que lo volvió a ver después de siete años y cómo le pidió que se casara con él.

Recordó también su respuesta aquel día y rió mientras llegaba hasta él. Chris le tomó la mano y juntos se pusieron frente al sacerdote.

Después de unas palabras, les pidieron que intercambiaran sus votos. Chris habló primero. Mientras lo escuchaba, Laura recordó el día que mintió y lo arrastró para conseguir el certificado de matrimonio.

Cuando él terminó, Laura comenzó a decir sus votos, mirando el papel donde los había escrito. Chris también recordó la primera vez que la vio en la escuela. Había llegado a mitad del ciclo porque se mudó tarde por culpa de los regaños de su madre. Intentó entrar por la parte trasera, saltando la barda, y se topó con ella hablando con Avan.




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