Llegan al concierto de Bryan Adams, en el Palazzo dello Sport en Roma, en la entrada Dominic entrega los boletos, y cada uno saca su identificación.
—Mi nombre es sor Teresa, ¡mucho gusto! — se burlaba Ana María con la identificación de la novicia en sus manos.
—El mío es sor Mariana, encantada de conocerla— se expresa Lucy con Sorna y se ríen a carcajadas.
Cuando entran al estadio, se topan con una gran muchedumbre que no los dejaban caminar.
—Hemos llegado muy tarde, y no tenemos donde sentarnos.
—Entonces nos ubicamos adelante, para apreciar mejor la cercanía de la tarima—. hablaban alzando la voz, ya que la música de fondo no les permitía escuchar con claridad.
—¡Mi canción preferida! La escuchamos aquella noche, ¿te acuerdas? — le pregunta Lucy a Dominic. Él asiente y comienza a replicar la canción, ella se emociona y grita de júbilo, luego canta también, mientras Ana María y Nicolás se abrazan, abalanzado su cuerpo y saltando.
Lucy repetía junto con el cantante cerrando sus ojos:
—Don't tell me it's not worth fightin' for
I can't help it, there's nothin' I want more
You know it's true
Everything I do
I do it for you 🎶
—Yeah! Yeahhh— gritaba en euforia y saltaba también cerrando los ojos, cuando siente un líquido frío caer en su blusa, haciéndola reaccionar de inmediato.
—Pero ¿qué coño?...
—Oh lo siento señorita no fue mi intención — le dice el joven, mientras ella se sacude su blusa, y la huele.
—¿Qué es esto? ¿cerveza? Oh no! ahora huelo a licor, y si me pillan en el convento estaré en serios problemas—. Dijo entre dientes
—¿Que dices? — preguntó el joven intrigado, casi no podía ver a la chica, porque estaban entre la oscuridad y los flashes de las luces.
—Digo que te debes hacer responsable!
—¿Responsable? Replica él.
—¡Si! a ver que tienes debajo de esa chaqueta—, y le revisa alzando la chaqueta, alzó la camisa y divisó otra camiseta debajo.
—Necesito tu camiseta rápido, le dice Lucy tratando de quitársela.
—Oye espera ¿que estás haciendo?
—¿pasa algo? — pregunta Dominic que la ve forcejeando con el joven, empujándolo a un lado, cosa que no le gustó a él, y lo confronta empujándolo también.
—Marcos, tranquilízate, este lugar es muy cerrado, y nos podemos meter en problemas, —le dice uno de los amigos que estaba con él, Joseph, que estaba apartado hablando con una chica que acababa de conocer se percata de lo sucedido, llega hasta ellos y agarra a su hermano por el brazo.
—Vamos Marcos, vinimos a divertirnos no a pelear.
Él miraba con enojo a Dominic, y luego posa sus ojos en la chica a la que le había derramado la cerveza, la veía conversar con su amigo, una joven con una larga trenza de cabellos, ojos miel, una nariz pequeña y recta, unos labios gruesos, que al moverlos provocaban besarlos.
Ella es de mediana estatura, delgada, observó su vestimenta, no tiene nada que ver con la moda, un jean salta charcos, unos zapatos deportivos y un blusón ancho, que le llegaba hasta las caderas, y que decir de la parte donde se le derramó la cerveza, fue en sus pechos, su sostén se veía a través de la tela mojada.
Marcos observa a sus amigos, que tienen sus ojos exactamente en ese lugar, se quita la chaqueta, y se la pone a ella en un movimiento rápido, Lucy lo queda viendo expectante y es cuando repara al joven con el que antes había tropezado.
Un chico alto, cabello negro azabache, unos ojos café oscuros, nariz perfilada, labios sensuales, él los tenía entreabiertos y ella tragaba saliva mientras sentía el contacto de sus manos rozando su piel para terminar de ponerle la chaqueta y cerrar la cremallera, Lucy en ese momento quedó en estado de Shock, lo miró por unos instantes más, quizás los suficiente para no olvidar su rostro.
Luego se escucha una nueva canción, el público aplaude, gritan y ellos giran hasta la tarima, se escuchan chillidos, golpes y la música resuena en todo lugar. Marcos se ubica detrás de ella y le pregunta cerca de su cuello:
—¿Cómo te llamas? — dejando su aliento cálido cerca de su oreja, ella se estremece, y una sensación extraña recorre su cuerpo, algo liberal, algo nuevo, respiró hondo, con su pulso a mil y su corazón acelerando el bombeo de su sangre.
—Me llamo Lu…— iba a responderle pero no tuvo el valor de decirle su verdadero nombre —mi nombre es Mariana—, esboza una sonrisa cálida que Marcos logra percibir, repitiendo su nombre.
—Mariana, lindo nombre!, ¡el mío es Marcos! —, le responde, Ella vuelve a sonreír y Dominic se mete en el medio de los dos, separándolos.
—Es la una de la mañana debemos irnos—, le dice el, con su mandíbula tensa, a él le gusta Lucy y que ella estuviera riendo con ese muchacho que acaba de conocer le daba coraje.
Lucy mira su reloj, se acerca donde esta Ana María y Nicolas y les hace señas para salir. Cuando se regresa a despedirse de Marcos éste ya no estaba en el sitio, volteo a todas partes y no lo vio. Los cuatro salieron del lugar para nuevamente regresar a su vida real.
Lucy se sintió como en el cuento de cenicienta, donde a la media noche sale del lugar dejando a su príncipe, pero ¡esta vez ella no dejó nada! Fue el príncipe que le dejó su chaqueta y con ella lo buscaría hasta el fin del mundo. Soñaba despierta, por tanto leer muchos libros de cuentos de hadas. Sacudió su cabeza.
Por otro lado Marcos y sus amigos salieron a buscar algunas bebidas, y llevaba una adicional para la chica que lo había impresionado esa noche, el nombre de Mariana daba vueltas en su cabeza, primera vez que se siente atraído por una chica.
Él es un joven de 20 años, terminó la secundaria a sus 15 años, ya en ese entonces su padre Benjamín lo estaba preparando para el mundo de los negocios, con 16 años estudiaba administración de empresas y lideraba una compañía en el mercado financiero, a los 18 años tomó el cargo de gerencia y ahora con 20 años, nadie le echa cuentos de negocios, sabe cuando invertir, cuando arriesgarse, cuando detenerse y estudia minuciosamente el tipo de oponente que tiene para atacarlos de frente.