Maximiliano

CAPITULO 1

La primera impresión que te da al conocer a Ania es que es una joven demasiado seria, su forma de ser fría y solitaria, aunado a su belleza, la hacen ver como una chica inalcanzable, no habla nunca, solo lo necesario, solo contesta con monosílabos, rara vez sonreía, muchos aseguraban que nunca la habían visto reír, la mayoría de los chicos y chicas de su escuela ni le dirigían la palabra porque piensan que es desagradable y especial, también podría haber sido porque su belleza intimidaba a más de uno, pero ella no es complicada como sus compañeros piensan, en realidad es la chica más sencilla del universo, aún que si, tal vez siempre está metida dentro de un caparazón, ella no los llegaba a comprender, desde que era una niña había sido seria y taciturna. Por lo tanto, su círculo de amigos era reducido, solo dos chicas la consideraban su mejor amiga, Paula y Luisa, la habían llegado a conocer, aunque al principio se habían acercado a ella solo para que les explicara los problemas algebraicos o algo visto en clase, la verdad es que las dos chicas llegaron a conocerla y a entenderla, siempre con la mente cavilando en alguna cosa, aprendiendo, y absorbiendo conocimientos, mientras ellas cuchicheaban como guacamayas de las chicas y chicos, ella solo las escuchaba, observaba sus rostros cuando reían de algo gracioso y luego se ponían serias hablando de alguna calamidad, sus estados de ánimo cambian de un segundo a otro, mientras que ella solo tenía uno, estar seria, observando. Cursaban el último año de prepa, por lo que estaban entrando a los 18 años, Ania siempre tenía buenas notas, en sus ratos libres le gustaba ver series y películas, sus gustos eran variados, lo mismos estaba viendo alguna comedia romántica, que de ciencia ficción, pero también le gustaban los documentales del planeta, del universo, historia, y cientos de cosas más, sus gustos por la lectura era igual de variada, todos pensaban que tenía la mente en otro mundo y tenían razón con tanta información en la cabeza por lo regular ella siempre estaba analizando todo.

Francisco José había entrado a la prepa el último año, el jovencito venía de una de las mejores escuelas privadas del país, su hermano en castigo lo matriculó en la escuela pública más cercana a su casa, desde el primer día se fijó en los enormes ojos negro de Ania, de inmediato se puso a flirtear con ella, pero todo intento de seducción fue rechazado, y más que rechazado fue ignorado, por lo que su mirada se desvió a una de sus amigas Luisa, quien de inmediato lo aceptó. Francisco José Lombardo venía de una de las familias más ricas de la cuidad, su hermano mayor, llevaba las riendas de la empresa desde que su padre había muerto de un ataque al corazón, durante años solo había sido Maximiliano el único heredero, y aunque los Lombardo siempre habían querido tener más hijos nunca habían podido, pero en una ocasión y sin albergar más esperanzas Eliza de Lombardo quedó embarazada, naciendo 17 años después Francisco José. Hacía ya diez años de la muerte de su esposo, y hacía dos se había enamorado de un inglés, que conoció en un viaje a Inglaterra, los dos se enamoraron y se casaron, fueron muchos los intentos de ella para llevarse a Francisco a vivir a Londres, pero no hubo poder humano, sobornos, regaños, platicas y demás, nada lo convenció, Maximiliano le dijo a su madre que se fuera tranquila él se haría cargo de su hermano menor, y sí que lo cumplió, se diría que más estricto que un padre.

Al ser Francisco el novio de Luisa, se integró en el círculo de Ania, las tareas y trabajos por equipo ahora se hacían con él, las chicas y Fernando el novio de Paula. Y fue así como Ania un día entró a la enorme mansión de los Lombardo, con un estilo Palladium moderna, blanca que te calaba a la vista, los jardines eran perfectos, dentro, la decoración era perfecta, nada estaba de más o fuera de lugar.

Los cuatro jóvenes hacían un barullo tremendo, Ania constantemente los tenía que regresar de sus distracciones para que continuaran con el trabajo, para ella era algo agotador, no veía la hora de terminar y regresar a su casa, regresar al libro que estaba leyendo, o continuar la serie que había dejado en algún capitulo. Por fin terminaron, ella tomó su mochila, y salió del comedor donde una señora les estaba sirviendo un sumo de algo delicioso. Iba de salida cuando algo llamó la atención de Ania, era la enorme biblioteca, llena de libros en las cuatro paredes, entró sigilosamente, nadie estaba dentro, pasó sus ojos por los lomos viendo por aquí y por allá los títulos, uno en especial le llamó la atención, un libro viejo, lo estaba ojeando y no se dio cuenta que alguien entró en la habitación, cuando Ania lo vio encontró el parecido con Francisco, solo que más alto, atractivo y varonil, de tes muy clara, cabello negro un poco largo y alborotado, y ojos verdes que la estaban fulminando, ella pensó que tal vez fuera por haberse encontrado con una extraña en su biblioteca.

-Buenas tardes. – Le dijo él.

-Buenas tardes. – Ania respondió con su habitual seriedad.

- ¿Eres una de las compañeras de Francisco? – Ella asintió de forma positiva y antes de seguir con el interrogaría ella le dijo.

-He encontrado un tesoro, Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes primera edición, y si encontré esta joya seguramente encontraré más, - le tendió el libro, Maximiliano lo tomó maquinalmente, solo la miraba, Ania caminó por la biblioteca con su vista mirando por doquier, solo una leve marca de sonrisa, - El amante de lady Chatterley, me pregunto por qué tienes la edición de 1928 en ingles si se prohibió, y no se publicó hasta la década de los sesenta. – Dejó el libro en su lugar, miró su teléfono y dijo – me tengo que ir. – Y con una inclinación de cabeza se despidió, dejando a la cabeza de la familia Lombardo sin saber en qué pensar, por primera vez en su vida no sabía si pensar en la edición del libro prohibido en su época, o en la hermosa joven que había estado frente de él.




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