Maximiliano

CAPITULO 3

Un par de semanas habían pasado, Maximiliano había decidido olvidarse de Ania, aunque en sus pensamientos siempre volvía a ver unos lunares en el abdomen, y los de la mejilla. Era de noche, solo en su biblioteca a oscuras, vio cómo se abrió la puerta despacio, dejando entrar un halo de luz del exterior, y una figura entró, definitivamente era ella, la vio acercarse a uno de los estantes junto al escritorio, él se levantó despacio sin hacer ruido, cuando la tuvo cerca le dijo…

- ¿Qué haces? Ladrona de libros – por supuesto que al verlo tan cerca le dio tremendo susto, gritó dando un salto hacia atrás.

- ¡Dios santo que susto me has dado! – él sonrió con malicia, ella entorno sus ojos recriminándole su acción -vine a devolver el libro que me prestaste, se me figuró que lo tomaste de por aquí – él le arrebató el libro y lo puso sobre la mesa haciendo un fuerte sonido.

-Claro, a devolver el libro, cómo pensar en un encuentro casual – le dijo con amargura, ella se le quedó viendo, y él no podía soportar esa mirada tan natural.

- ¿Un encuentro casual? – no sabía de qué estaba hablando.

-Un encuentro, conmigo, Ania – le dijo despacio y con reclamo, ella movió la cabeza en negativo, lo terminó de exasperar y le dijo con voz ronca – vete, déjame solo – ella sin más se retiró, Maximiliano se quedó con su propia rabia.

-Ladrona de libros, ni que fuera Liesel, ¿Qué le pasa? – se dijo para sí misma, cuando iba a juntarse con sus compañeros. Los encontró haciendo un buen barullo.

-Chicos concéntrense, no los puedo dejar ni un rato, tenemos mucho que hacer, este proyecto es importante – los riñe a todos quienes de inmediato vuelven a concentrarse.

- ¿A dónde fuiste? – le preguntó Luisa.

-A devolver un libro que me prestó el hermano de Francisco – la jovencita entornó los ojos de forma picarona.

-Dios santo, que hombre tan atractivo – Ania no quería que le siguiera preguntando de él, así que de inmediato le cambio el tema regresándola al trabajo.

En cuanto terminaron, Ania ni lo pensó, cogió sus cosas y los dejó iba de salida por el área de la alberca cuando se encontró de frente con Carlos, era uno de sus compañeros, guapo y agradable, más de una jovencita andaba tras sus huesos, y a él le gustaba coquetear con todas, solo Ania se le había escapado, pero eso no le impedía tratarla como a las demás y coquetearle, aunque para ella todo eso pasara desapercibido.

- ¿Ya te vas?

-Si – fue la simple respuesta.

-Vamos, quédate un poco más – Maximiliano que estaba en la sala veía como el jovencito de cara bonita le hablaba, pensaba en lo horrible que era tener sentimientos de celos y más sabiendo que para Ania, él no significaba nada.

-No, tengo que regresar a casa - Carlos vio como pasaba delante de él, con un movimiento rápido la tomó por sorpresa en peso arrojándola al agua.

Maximiliano se dio cuenta de todo, para cuando llegó a la alberca era tarde, lo único que pudo hacer fue socorrer a la dama, empujó al joven a un lado para extenderle la mano para ayudarla a salir.

-Ven Ania – ella le tomó la mano y la sacó de la alberca de un tirón como si fuera un objeto que no pesa– ¡lárgate de aquí! - le dijo al joven que ahora estaba avergonzado por haber tirado a su compañera. Ania estaba encogida escurriendo agua, - ¿estás bien?

-Si – dijo ya tiritando

-Ven, vamos adentro.

Ahora estaban en su recamara, él le pasó una toalla, ella la tomó y la enredó en su cuerpo con su ropa mojada, trató de secarse el pelo.

-Gracias, pero estoy mojando todo, será mejor que me vaya.

-No te puedes ir así, estas empapada de pies a cabeza – fue a su closet, sacó una playera negra y se la dio – toma, ponte esto – ella la tomó ya temblando por estar helada – por ahí está el baño.

Se desnudó y exprimió lo mejor que pudo su ropa, se volvió a poner su ropa interior húmeda, y la playera, Maximiliano la vio salir del baño con su playera, que, aunque era grande y holgada en la parte de las piernas era muy revelador, el cabello mojado, y unos ojos hermosos avergonzados por estar en esa situación.

-Gracias – le dijo tomando la playera, hizo por salir de la habitación

-Te llevo a tu casa.

-No es necesario.

-Por supuesto que sí, no te voy a dejar tomar un Uber en estas condiciones, ven vamos.

Manejaba rumbo a su casa, Maximiliano se arrepentía de no haberle prestado alguna pantalonera, ya que estar viendo las piernas de Ania de reojo lo distraía demasiado. Llegaron a la casa ella se bajó de inmediato.

-Gracias.

-Ania espera – se bajó del auto para llegar junto a ella - ¿estás bien? Puedes coger un resfriado.

-Bueno eso ya lo veré mañana, si me siento mal, te devolveré tu playera.

-Está bien, aunque te ves muy sexi usando mi playera – Maximiliano se acercó para sujetarla por la cintura, y acercarla a él para tratar de besarla.

-NO – la negativa lo volvió a la realidad, la joven quería ser respetada, la soltó de inmediato, cuando ella escapó de sus brazos, y rápido entró a su casa, él se sintió mal por tratar de besarla, cuando era obvio que ella no lo quería.




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