Al día siguiente Maximiliano tenía cargo de conciencia por haber tratado de besar a Ania, cavilando en esos pensamientos estaba cuando su hermano fue a su encuentro.
-Max, quiero pedirte un favor.
- ¿Mas dinero hermanito?
-Cómo se ve que no me conoces, ya cambié, soy otro, de hecho, es algo importante de la escuela – Maximiliano ahora tenía toda la atención de su hermano – nos encargaron hacer un proyecto, en una empresa.
- ¿De qué se trata?
-Que las empresas sean sustentables, me gustaría trabajar con mis compañeros en la compañía, le haremos un estudio, y a lo mejor te guste nuestro resultado, tengo compañeros muy inteligentes – Maximiliano se le quedó viendo a su hermano, impresionado.
-Claro hazlo, te proporcionare lo necesario.
-Nos vas a tener a mis compañeros y a mi revoloteando en la empresa una semana.
Por las tardes, Francisco y sus compañeros llegaron a la empresa, Lorenzo que estimaba demasiado al muchacho, comenzó a trabajar con ellos, y por qué realmente le interesó su proyecto.
En la sala de juntas, 6 jóvenes con laptop en mano tecleaban como condenados, dando opiniones y puntos de vista, Lorenzo veía con agrado como Francisco se aplicaba para hacer el trabajo. Quería a Maximiliano y a Francisco como si fueran sus hijos, y ellos lo veían como si fuera su tío, y en ausencia de su padre un buen guía para pedir su opinión.
Por enfrente de su oficina Maximiliano había visto pasar a Ania tres veces, una sola, al parecer fue al baño, otra al ir comedor, para que los jóvenes comieran algo, otra todos juntos en compañía de Lorenzo, iban al área de producción.
-Me gusta como Francisco se involucra en la empresa – le dijo Lorenzo a Maximiliano entrando a su oficina.
-Si yo también lo he notado.
-Estos nuevos compañeritos suyos se ven buenos chicos.
-Porque no los has visto en mi casa, alrededor de la alberca, haciendo desmadre y medio.
-Bueno son jóvenes se tienen que divertir.
-Si, bueno.
-Tengo muchas esperanzas en Francisco, no como las tenía en ti, tú siempre fuiste un joven responsable, desde que tenías 18.
Los jóvenes estaban trabajando tarde, las oficinas ya estaban vacías, cuando terminaron Ania fue la primera en tomar sus cosas y salir del salón de juntas, iba por el pasillo cuando un brazo la tomó con fuerza y la metió a la oficina dándole un gran susto.
-Maximiliano otra vez tú pegándome de sustos, ¿así será cada vez que te vea? – le dijo reprochándole su acción – toma – le dijo entregándole un folder que llevaba en la mano – él se le quedó viendo al documento – ¿es lo que querías no? El informe del proyecto ecológico.
En realidad, no, Maximiliano lo único que quería era ver su hermoso rostro, tenerla cerca, dejó el folder en su escritorio sin prestarle atención.
-No era necesario que me metieras así en tu ofician, yo no soy tu enemiga, simplemente tú no eres nada para mí, al igual que yo no soy nada para ti – no tuvo ni idea de cómo le calaron esas palabras, Maximiliano ahora respiraba fuerte, mirándola con coraje - no me disculpe el otro día, entré en tu biblioteca, era obvio que querías estar solo, yo iba a regresar el libro, a y tengo otra cosa que regresarte – ella sacó de su mochila la playera, cuando él la vio le dio aún más coraje, se la quitó de las manos.
-Tienes razón tú no eres nada para mí, ¿por qué conservarías algo que es mío?
-Te estoy muy agradecida por esa noche.
Odiaba tener ese revoltijo de sentimientos, en un momento coraje, y al segundo ternura, se acercó más de lo debido a ella, ella de inmediato lo detuvo.
-Sabes que no – le dijo seria, él respirando agitado le dijo…
- ¡Me vuelves loco, quiero que te vayas! – no se lo tuvo que repetir, Ania lo que quería era salir de ahí de inmediato, él no pudo ni volverse a verla salir, se quedó parada tratando de controlar su respiración.
Maximiliano tuvo una junta con Arturo Galván, un joven de unos 28 años, hijo de amigos de la familia, al igual trabajaba en la empresa de sus padres, proveedor de algunos insumos. Estaban en plena platica dándole a conocer sus nuevos productos cuando por la ventana vieron pasar la figura de una jovencita, de abundante cabellera castaña, y ojos enormes, Arturo se quedó con la boca abierta y hasta se le olvidó de que estaba hablando.
- ¿Cómo puedes concentrarte con esa secretaría? – Maximiliano lo fulminó con la mirada
-No es mi secretaria, está haciendo un proyecto en la empresa – le dijo de forma seca.
-Ah ya veo – Maximiliano no soportó la forma en que entornó los ojos, como si estuviera pensando en algo.
-Bueno ya terminamos.
-Si gracias – recogió su laptop y documentos y salió de la oficina.
Unos minutos después cuando ya iba de salida, y no sabiendo ni cómo vio a Arturo acorralando a Ania, lentamente se acercó a ellos.
-Me gustaría invitarte a cenar – le decía acercándose a ella y ella dando pasos para atrás.