Maximiliano ya estaba harto de todo eso, ya no quería que en sus pensamientos solo el nombre de Ania apareciera en cada momento, recordó a su novia, o al menos a la chica con la que salía en eso días Claudia. Ella estaba en una reunión con amigos, nada mejor que una noche con Claudia y unos amigos para olvidarse de todo.
Los presentes eran jóvenes más o menos de su misma edad, y se sintió muy a gusto, todos conversaban de negocios, dinero, viajes, estrategias económicas y demás, por lo que se sentía como pez en el agua, las chicas eran mujeres que rondaban entre los amos 30 y 40 la mejor edad para convertirse en mujeres sofisticadas, Maximiliano las veía pasar, con sus bonitos vestido de diseñador, sus peinados perfectos, todas eran hermosas y perfectas, pero ninguna tenía los ojos cafés enormes, con largas pestañas, mejillas rosadas, labios de corazón, su figura esbelta, con sus vestidos primaverales, se la imaginó en ese lugar, mientras todas la mujeres estaban riendo y divirtiéndose con sus copas en la mano, ella seguramente estaría seria, viendo todo a su alrededor, cuando se dio cuenta que de nuevo estaba pensando en Ania se enojó con él mismo, y comenzó a tomar. Claudia estaba junto a él, disfrutando de su compañía, demostrando que ella era la mujer de uno de los hombres solteros más cotizados, rico, guapo, inteligente y todo un caballero, a si se sentía cuando de pronto Maximiliano se levantó y fue directo a donde estaba Arturo.
- ¡Con que te gusta acosar a jovencitas! – le gritó en su cara, pero Arturo también estaba bastante bebido.
- ¡Y tú ¿por qué te metiste?! ¡ah ya veo, la niña te gusta! – le reclamó también – pues vamos a ver a quien hace caso – le dijo enfrentándolo en su cara – Maximiliano sintió el coraje llegar a su cabeza y le propino un puñetazo.
- ¡No te atrevas a acercártele! – le gritó, Arturo se recuperó y respondió dándole otro puñetazo tan fuerte que lo hizo caer al suelo, se levantó quitándose la sangre de la comisura de sus labios, cuando se le dejó ir con todo, para cuando lograron separarlos, los dos estaban con moretones, magullados, y muy golpeados, los presentes estaban sorprendidos por lo que acaban de presenciar, Maximiliano bastante avergonzado tomó camino para irse, Claudia llegó a socorrerlo.
Entraron al departamento, Claudia comenzó a curarle las heridas, cuando Maximiliano la tomó para besarla y terminar haciéndole el amor.
Al día siguiente Maximiliano lucia unos hematomas en la cara, cuando Francisco lo vio, no pudo evitar burlarse, se suponía que él era la oveja negra.
-Francisco, dame el teléfono de Ania – sonó como una orden, el joven tomó su móvil y con una sonrisa sarcástica, buscó en sus contactos y le envió los datos por mensaje.
-No te atrevas a enamorarte de Ania.
-Le vas a advertir que no le convengo, que soy mayor para ella, que soy un mujeriego y no sé cuántas cosas más – Francisco hizo un mohín de burla.
-Te lo estoy advirtiendo a ti, Ania te romperá el corazón, te lo dejará en pedazos, y lo peor de todo es que ella ni siquiera se va a dar cuenta, no podrás ni reclamarle.
- ¿De qué estás hablando?
-Mira, cuando yo entré a esa escuela, y la vi, me gustó, quise conquistarla, usé todo mi arsenal, pensé que con el solo hecho de ser el chico nuevo millonario bastaría, pero no, no se dio cuenta de nada, yo nunca existí, debo de agradecerle que tan siquiera fue amable – tomó una manzana y pasó de largo – suerte, hermano. – Le dijo ya saliendo de la cocina.
Maximiliano le mandó un mensaje con un simple “hola soy Maximiliano”, esperó, y esperó una respuesta, pero Ania nunca respondió,
Esa tarde en la empresa fue hasta donde los jóvenes estaban haciendo el proyecto, enojado mientras caminaba se preguntaba por qué aquella chiquilla le causaba esos sentimientos que él no quería, cuando entró en la sala de juntas vio que Lorenzo estaba trabajando con ellos.
-Ah, Max que bueno que vienes, hay que checar lo que están haciendo estos jóvenes, está realmente interesante.
-Sí, está bien, -le dijo sin mucho interés, su mirada estaba enfocada en ella - Ania podrías venir un momento – ella tomó sus cuadernos y unos libros, y se encaminó dejando a todos intrigados, pensando que no quería más reclamos de Maximiliano.
-Andrea no me pases llamadas ni que nadie me interrumpa – le dijo a su hermosa secretaria, dentro cerró las persianas, pero al estar tan alterado no se fijó que las dejó medio abiertas – ¿No te agrado ni siquiera para contestarme un simple hola? – le dijo reclamándole, pero Ania no entendía – Silencio de tu parte.
-Pensé en varias cosas con ese mensaje, primero deduje que estabas enfadado por lo de anoche, también pensé que querías saber sobre el proyecto, en ese caso es largo de explicar y era mejor si te lo explicaba en persona.
-No Ania, el proyecto estoy seguro que es bueno, estoy enfadado contigo y tu silencio, ¿no me permites ni siquiera ser tu amigo? – le dijo lentamente en forma de reclamo, Ania estaba asombrada por su reacción.
-Te noto estresado, necesitas relajarte, tal vez un poco de lectura ruda te tranquilicé – le dijo tomando uno de sus libros y dejándoselo en su escritorio.
Él se acercó, ella de inmediato comprendió que la iba a tocar y dio un paso atrás, cuando vio su mano acercándose a su mejilla.