Maximiliano

CAPITULO 6

Un sábado Francisco se arreglaba para salir, Maximiliano se le quedó viendo lo bien arreglado que iba.

-Vamos a festejar, terminamos prepa – le dijo, al verlo muy serio añadió – Ania también va, vamos a estar en el Speed.

Maximiliano no quería ir, cómo se vería llegar con todos los jovencitos ahí divirtiéndose, el panorama no le pintaba agradable, pero a eso de las doce de la noche, viendo a solas una película, se levantó se puso unos buenos jeans y una playera, tal vez así no desentonaría tanto con los jóvenes. Cuando los amigos de su hermano bailaban juntos al ritmo de la estridente música, la oscuridad entre unas cuantas luces de colores, y ahí estaba ella, con un vestido azul aqua estampado con flores, unas alpargatas de color café amarradas por los tobillos, y su cabello suelto moviéndose al ritmo de la música, la vio de lejos, disfrutando sus movimientos de caderas, de brazos, su cabeza, él desde la barra tomaba una cerveza y no la perdía de vista, todo bien, mientras estaba con sus amigos, el problema fue cuando un jovencito delgaducho le tocó el hombro llamando su atención, le dijo algo y ella asintió, dando unos pasos alejándose de sus compañeros para comenzar a bailar con él. Sintió como un calor le subió hasta la cabeza, que se extendió aún más cuando vio que el chico se acercó a ella haciendo que ella diera un paso atrás para no estar tan cerca, pero el joven insistió acercándosele y ella yendo hacia atrás, sin más se dirigió hacia ellos, le tocó el hombro al jovencito justo como él lo había hecho con ella, al volverse el joven vio una especie de ropero, su cabeza apenas le llagaba al pecho, puso sus ojos cuadrados cuando se acercó y le dijo…

-Lárgate – su voz fue más bien un gruñido, el jovencito se alejó ante la mirada atónita de Ania

- ¿Tú aquí?

-Vine a cuidarte.

-Estoy bien – le dijo seria.

-Quería asegurarme.

Francisco llegó con ellos.

-Hermano.

-Francisco – le dijo serio.

-Vamos a continuar en la casa, nos vamos.

Ya fuera, todos los jóvenes se repartían en los carros para ir a casa de los Lombardo.

-Vamos en mi camioneta – le dijo, Ania se le quedó viendo.

-No, yo voy a mi casa, pediré un Uber – le dijo tomando su móvil.

-No, yo te llevo.

-No es necesario.

-Ania, vamos – le dijo con tono exasperado, había ido hasta allá solo para ver a la jovencita, ahora se quería subir a un Uber, no lo iba a permitir por ningún motivo.

Ania como siempre iba sin decir nada, cuando en su estéreo sonó Lobo hombre en parís de la Unión.

-Lobo hombre, una de mis canciones favoritas.

- ¿No es algo vieja para ti?

-Es la música que escucha mi mamá, y a mí me gusta, está inspirada en un cuento corto del mismo nombre, al principio no le entendía, se trata de justo lo contrario en lugar de ser un hombre convertido en lobo, es lo contrario el lobo se convierte en hombre.

-Que interesante no le había puesto atención.

-El cuento es bueno pero muy corto, encontré un cuento más largo de Denis el lobo hombre de una escritora independiente, bien ya llegamos – Maximiliano paró el carro justo enfrente de su casa.

- ¿Te espera alguien?

-Solo somos mi madre y yo, y ella por su trabajo casi no está en casa.

- ¿Estás sola? – la pregunta fue como un reclamo.

-Si, casi todo el tiempo.

-Vamos – le dijo bajándose del carro – me asegurare de que la casa está segura, a Ania se le hizo exagerado, pero no lo pudo detener, Maximiliano estaba en la puerta esperando que abriera. Una vez dentro, fue por la cocina, comedor, sala y cada una de las tres recamaras – parece que todo está bien.

- ¿A quién esperabas? ¿Un ladrón?

-Uno nunca sabe.

-Créeme no pasa nada, por lo regular estoy sola.

-Me voy a quedar contigo – le dijo con tono serio.

-Es ridículo, te piensas quedar aquí porque mi madre no está, pues tendrás que mudarte a vivir aquí – pero algo vio en su mirada se notaba preocupado – estaré bien, me pondré mi pijama, veré un poco de tele para que me de sueño y luego a la cama.

-Ve y ponte tu pijama me quedaré un rato – realmente estaba preocupado porque estaba sola, y por otro lado quería estar un poco más con ella, estar en su casa, en su espacio, respirar el aroma de su hogar – la esperó sentado en un sillón, cuando la vio venir hacia él con un pijama de pantalón azul y playera blanca, tomó el control y buscó una película, arrebullándose en el mismo sillón. Él no podía comprender como es que se estaba quedando dormida cuando en el televisor un grupo de coreanos con un robot extraño trataban de rescatar a una niñita con poderes de crear vida, él ahora estaba más que emocionado y ella en un acto que él jamás se imaginó, puso su cabeza en su regazo y cerró los ojos, y ahora que la tenía ahí qué iba hacer, se limitó a apartarle el cabello de su cara, le acarició una mejilla, cuando un NO detuvo sus intenciones. Ella se quedó muy dormida, para él era más que hermosa, su respiración tranquila, sus mejillas rosadas, sus labios en forma de corazón, no pudo resistir más, tenía que salir de ese lugar o cometería una barbaridad, se levantó con cuidado dejando su cabeza en el sillón, fue a lo que pensaba era su habitación, porque estaba decorada como una jovencita, tomó una frazada se la echó encima y salió de casa latiéndole el corazón a mil por hora.




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