Un día fue a recogerla al museo, los dos estaban muy enamorados y disfrutaban de su compañía.
-Te tengo una sorpresa.
-No me digas, me llevaras a un restaurante caro.
- ¿Cómo lo sabes?
-Es lo que todos ustedes ricachones hacen para conquistar una chica – él la abrazó sonriéndole.
-Pero yo ya te conquisté – le dio un beso tierno.
-Está bien vamos.
El restaurante uno de los más lujosos, esos que tienes que hacer una reservación con mucha antelación.
-Te traje para que disfrutaras de este platillo – le dijo cuando el mesero les ponía un plato bastante apetitoso, ella le sonrió cuando probó un poco, y si, le supo delicioso. Disfrutaban de una muy buena velada cuando Antonio Sodery llegó a saludarlo.
-Señor Lombardo, que bien encontrarlo aquí y poder saludarlo.
-Señor Sodery, igualmente, le presentó a mi novia – el señor la saludo fríamente.
-El señor Sodery y yo tenemos un muy buen negocio en puerta – le dijo a Ania.
- ¿Por qué no nos acompaña? Estoy reunido con algunos empresarios – Maximiliano pensó que era una buena oportunidad de hacer algún negocio.
Entraron a un salón privado del restaurante, desde el principio Ania se sintió mal, en primer lugar, su vestimenta no estaba de acuerdo con la ocasión, mientras que Maximiliano se sentía como pez en el agua, de inmediato comenzó a relacionar con los caballeros, saludándolos, intercambiando palabas, y ellos lo recibían contentos, también contaban con la probabilidad de hacer negocios con el joven empresario. Ania no quiso interrumpir, su novio ahora estaba enfrascado en conversaciones de la bolsa, exportaciones e importaciones y divisas, y aunque era muy interesante, y tenía algunos comentarios que hacer al respecto, no dijo nada y simplemente se alejó para darles espacio. De lejos lo miraba, era demasiado guapo para ser verdad, ningún hombre a su alrededor se le podía comparar, luego vio a las mujeres que estaban presentes, todas vestidas de coctel, bien arregladas con su maquillaje perfecto, se vio a sí misma, con sus jeans y su playerita de verano, y no quiso ni pensar en su maquillaje, usaba muy poco, un poco de mascara, unas sombras tenues y un gloss labial, fue al tocador para ver si podía hacer algo con ella misma, se acomodó un poco el pelo, de su morral sacó el gloss y se lo retocó, luego pensó en usar el baño, cuando dos mujeres entraron.
- ¿Has visto la nueva conquista de Maximiliano?
-Dios santo, ¿cuántos años le llevará?
-Si son algunos.
-Ya me imagino cómo se ha de sentir la niña, una reina al ir pensando que lo tiene.
-Por favor ¿Cuánto crees que le dure la emoción? Conoces a Max, va de chica en chica y ni que decir de cama en cama – las dos mujeres se rieron con ganas.
-No se puede negar que la niña es bonita, pero conociendo los gustos de Max.
-Si solo ver a Claudia, esa mujer lo tiene todo.
-En primer lugar, su forma de vestir, si venía a una reunión no puedes venir en jeans.
-Además ¿Has escuchado todos esos chismes a su alrededor? – dijo en tono burlón.
-Claro pobre Max, liarse con una chiquilla no deja nada bueno.
Ania ya no pudo más, salió de su escondite con la frente en alto, pero con las lágrimas casi por caerle.
-Buenas tardes – les dijo saliendo de inmediato.
- ¿No crees que exageraste? – le dijo una a la otra.
-Max se lo tiene merecido, me le estuve ofreciendo por años, y él muy altivo ni caso, y ahora verlo con esa niña me da coraje.
Tal vez el comentario de las mujeres no hubiera influido en ella, pero el problema fue toparse de frente a Antonio Sodery, muy discretamente le comenzó a decir.
-Creo que sabe quién soy yo – contestó con un hilo de voz.
-Si.
- ¿Sabe que su novio y yo tenemos un negocio millonario en puerta?
-Creo que si lo ha comentado.
-Pues que bueno que lo sepa, quiero que se aleje de Maximiliano – Ania se le quedó mirando con los ojos cuadrado – usted es una distracción, y digamos que no encajas con alguien como él, será mejor que te alejes, o no llevaré a cabo mi contrato – Ania ahora tenía la garganta seca, no sabía a qué venía todos esos comentarios, pero le quedó muy claro que el señor Sodery quería que dejara a Maximiliano.
Ania salió muy mal, todo en general, estaba definitivamente mal vestida para el evento, el que Maximiliano tuviera cientos de mujeres y con todas se acostara, ni cómo reclamarle el hombre era demasiado atractivo, pero la amenaza del señor Sodery fue demasiado.
Cuando entró al salón Maximiliano la estaba buscando, la vio y le sonrió, de inmediato se dio cuenta que algo le pasaba, su mirada era triste.
- ¿Qué te pasa?
-Nada, pero me quiero ir.
- ¿Por qué?
-No estoy a gusto, todos están vestidos muy formales, y yo desentono – Maximiliano apenas se estaba fijando que su novia, en efecto no estaba vestida como las demás.