Maximiliano

CAPITULO 10

Ania estaba entrando al segundo año en la universidad, teniendo un coeficiente como el de ella, disfrutaba cada momento, sus clases, sus maestros, compañeros, pero lo que más le gustaba era su medio tiempo en el museo, cuando terminó su servicio social, el director le comunicó que había hecho un muy buen trabajo, y que había una vacante para ella, Ania pensó que después de la separación con Maximiliano, que le había roto el corazón, una muy buena noticia que la hacía muy feliz. La carrera de Francisco y Ania eran diferentes por lo que ya no tenía contacto con él, aunque Paula y Luisa seguían siendo sus amigas ya no las veía con tanta frecuencia, cuando Paula la invitaba a algún evento que involucraba a los Lombardo ella de inmediato declinaba la invitación, de manera que no se volvió a topar con Maximiliano durante un largo año.

Maximiliano comprendió perfecto que Ania no quería verlo, y no tenía intenciones de toparse con él, de manera que él tampoco puso ningún tipo de empeño de volverla a ver. Por su parte se dedicó a la empresa, ese año rompió récord, nunca le había ido tan bien, el trato con Sodery se llevó a cabo, pero el hombre no aportó los millones que se suponía que iba a invertir, por lo que el sacrificio de Ania en sí no fue dioquis, pero él hombre no pudo cubrir el capital. Maximiliano salió con una que otra chica, pero con ninguna pasó más que de una o dos citas, y el último mes se había ido a Inglaterra, Eliza estaba contenta por tener a sus dos hijos, haciéndole de guía te turistas los llevó por todos sus lugares favoritos, restaurantes, parques, paseos por todo Londres, y varias salidas a ciudades por el país.

También se encontró varias veces con Babara Sodery, ella vivía allá, era buena amiga de Eliza, y en cuanto supo que Maximiliano estaba de vacaciones, se les pegó como una garrapata, de manera que pasaron mucho tiempo juntos. Pero en ocasiones cuando estaba solo, el recuerdo de Ania regresaba a su mente, aun vibraba de emoción recordando la única ocasión que la tuvo entre sus brazos y la hizo suya, la tristeza de haberla perdido y no volverla a ver, ni siquiera Francisco le decía nada de ella, ya no tenía relación con ella, y si la llegaba a ver era de lejos y nada fuera de lo normal, platicando con amigas o amigos, haciendo investigaciones, y demás cosas que se hacen entre los salones y jardines de una universidad.

Pero ahora estaba de regreso, y había vuelto al trabajo y a su vida normal, estaba saliendo con Barbara, el plan de la separación estaba saliendo bien, había regresado con ellos, porque quería ver a su familia, fue el pretexto que dio.

Le había llegado una invitación, un baile para recaudar fondos para el museo, él no sabía que Ania aun trabajaba ahí, pero si recordó las veces que había ido el año pasado, solo para verla, pero también recordó lo bonito que era el museo, y si, se merecía gastar dinero para su mantenimiento.

Vestidos él y Barbara como sacados de una revista, entraban al salón del museo donde se llevaba a cabo el baile. Muchos de los empresarios estaban ahí reunidos, de manera que se la pasó saludando y conversando con todos. Ania llevaba días involucrada en la organización, no estaba en su zona de confort, ella no era de fiestas y menos en la organización, pero sacó lo mejor de ella y todo el personal estaba muy conforme con su participación.

Maximiliano conversaba tranquilamente cuando vio a lo lejos a Ania, ese año sin verla se había puesto más hermosa, o al menos el vestido color champagne entallado al cuerpo, su pelo arreglado en un elaborado moño, y sus labios rojos la hacían lucir más madura. Disculpándose con el hombre que estaba platicando fue y se paró justo detrás de ella, estaba dando unas indicaciones a un par de meseras cuando dio media vuelta y se encontró de frente con él, abriendo los ojos enormes por la sorpresa.

-Maximiliano – apenas pudo decir.

-Ania – le dijo él serio.

-A pasado mucho tiempo ¿Cómo has estado? – dijo con un hilo de voz.

-No creo que te interese mucho, pero estoy bien – le dijo en forma de reproche, Ania notó en su mirada rencor, pensó que realmente la odiaba, ella misma le había roto su corazón.

-Me alegro de que estes bien, si me disculpas tengo mucho trabajo.

Maximiliano ya estaba muy acostumbrado que siempre lo dejaba parado y se le escapaba para alejarse de él, esa vez se resignó y volvió a donde estaba Barbara conversando con unas personas, se propuso disfrutar del baile, en fin, que había pagado una buena cantidad por estar ahí, de manera que bailó con Barbara y con algunas damas más, bebió, y se la pasó bien, sin perder de vista Ania que no bailó en toda la noche y solo dio instrucciones, lo cual lo complació bastante. Era ya tarde y el baile estaba por terminar, cuando lo vio llegar hasta ella con paso firme, tragó saliva cuando lo tuvo enfrente y volteo a verlo hacia arriba por que la estaba devorando con la mirada.

-No me negaras bailar una canción – no podía negarse, era demasiado guapo, y qué más daba solo era una canción, llegaron juntos a la pista y comenzaron a bailar una balada, disfrutando de su perfume caro, sus hombros cuadrados que ella sabía que había debajo de su traje, lo que hubiera dado por que fuera de ella, porque la magia que hubo entre ellos no hubiera terminado. Cuando él sintió que ella se acurrucaba en su pecho, se paró de improviso, la soltó y sin más la dejó sola en medio de la pista y regresó con Barbara, Ania algo avergonzada salió del salón. Maximiliano no tenía la intención de dejarla parada en medio de la pista, simplemente no soportó tenerla acurrucada en su pecho, si no la soltaba en ese preciso momento la tomaría ahí mismo, la abrazaría, la besaría y no podría detenerse.




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