Maximiliano

CAPITULO 11

El noviazgo duró años, Ania le dijo que se casaría con él terminando su carrera, de manera que Maximiliano uno de los hombres más codiciados tuvo que esperar por su novia cuatro largos años, pero cuando la vio llegar hasta el altar contando con veintitrés años fue la mejor decisión, ya no era la adolescente que había conocido, cuando ella solo tenía diecisiete años, habían pasado años desde que la vio en su casa, una de las compañeritas de su hermano menor, ahora era una mujer graduada, que trabajaba en el museo de la ciudad, estaba orgullosa de ella, cuando le tendió la mano y ella se la tomó con una sonrisa supo que serían muy felices.

Ella se casaba muy enamorada, Maximiliano era el único hombre que había querido, o aprendido a querer, solo él la haría feliz, porque le había enseñado cómo querer, no sabía por qué entre todas las mujeres la había escogido a ella, pero de algo estaba segura, por más mujeres que le revolotearan, él solo la quería a ella. En la boda estaban todas las personas que querían, la madre de Ania ya estaba muy acostumbrada a Maximiliano, él se la había ganado a pulso, se llevaban muy bien, porque en cuanto a años estaba más cerca de ella que a Ania, mientras que a Eliza le brillaban los ojos, tal vez por fin tendría su ansiado nieto, pero no esperaría mucho ya que Francisco José también estaba muy enamorado de su novia de preparatoria Paula, todos presentes en la boda ataviados con trajes de noche, muy contentos, aunque no como los novios, bailaron el balz y Maximiliano tomó la cabeza de Ania para darle un beso en la frente y acomodarla en su pecho, si alguien de los presentes tenía dudas del amor de Maximiliano hacia Ania la duda quedó despejada.

Maximiliano pudo haber escogido cualquier lugar del planeta como luna de miel, pero escogió Bacalar. Cuando llegaron a la playa de aguas cristalinas él le preguntó…

- ¿Cuáles son los estromatolitos? – Ania se rio con ganas.

- ¿Me trajiste hasta aquí solo para ver los estromatolitos?

-Bueno si, los quiero conocer – le dijo sonriendo.

-No puedo creer que te acuerdes de aquella platica de hace años.

-Recuerdo todo contigo, como si fuera ayer, además tengo intriga por conocer esas cosas que sin ellas el planeta no fuera lo que es hoy.

-Pues vamos a conocerlos – le dijo abrazándolo y dándole un beso.

Ania fue muy feliz, pero Maximiliano casi tocó la gloria a su lado.

FIN




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