Los corredores alistaron sus armas, guardaron sus viandas y se prepararon para el laberinto. Gregor, el líder, se ubicó frente a ellos para dar unas palabras de aliento.
—Los creadores nos encerraron en este laberinto lleno de aberraciones. Esperan que vivamos con miedo, escondiéndonos tras estas paredes. Sin embargo, no les daremos ese gusto. No importa que nos arrebaten la libertad, la memoria o a nuestras familias. Jamás podrán extinguir en nosotros el deseo de luchar. Tenemos tiempos difíciles. Noto el miedo en sus rostros y lo comprendo. Pero hoy les pido una vez más que se unan a mí en una fraternidad y me acompañen a buscar la salida de esta maldita prisión. Entenderé si alguno desiste. En cuanto a los otros, que ansía la libertad tanto como yo, les digo: ¡Correr o Morir! —cuando concluyó, se aventuró en los pasadizos de la tétrica edificación.
Marie contemplaba desde el taller, buscando a Isaac con la mirada. El muchacho hizo lo mismo. Cuando se encontraron, él levantó la mano en un gesto de despedida y se lanzó tras su líder junto al resto de jóvenes.
—¿Terminaste? —interrumpió Charles— Ellos iniciaron su trabajo, ahora nos toca a nosotros. Date prisa.
—Si, ya te oí — contestó.
Una de las reglas fundamentales aquí era contribuir al grupo cumpliendo tu tarea. No se aceptaba a los holgazanes. Marie y Charles laboraban en el taller, junto a Frida, una chica muy reservada y escasamente amistosa, y Nik, un muchacho delgado, así como muy hábil. Marie adoraba trabajar con él. Pese a ser serio y muy directo la mayoría de las veces, mostraba su lado divertido de vez en cuando solo con ella. Después de Lisse y Charles, lo consideraba su mejor amigo.
Como la mayoría aquí, Marie conoció a todos los habitantes el día que subió por la caja. Durante el primer mes posterior a su llegada compartió algunas palabras con Nik, ya que era de las pocas personas realmente amables. No obstante, su amistad surgió a partir del segundo mes, el día que ella e Issac se enamoraron. Nik terminó involucrado en esto puesto que es el mejor amigo de Issac.
El muchacho de tez pálida, ojos marrones y cabello corto rubio se encontraba muy concentrado cuando su imprudente amiga decidió gastarle una broma con un pequeño susto.
—¡Booooo! —gritó a sus espaldas.
—Demonios Marie —dijo enojado—. Madura ya.
—Lo he terminado Nik. Tienes que verlo.
Corrió hacia una mesa cercana que se hallaba llena de distintos instrumentos como navajas, cinta, nylon, entre otros. Tomó un objeto elaborado a base de una rama curveada atada a una cuerda, y lo llevó a mostrar a su amigo.
—¡Increíble! Fabricaste un arco, pero ... no hace falta las flechas.
—Ya pensé en eso —respondió emocionada—. Por ahora tengo solo cinco de ellas. Las usaré en la fase de prueba.
El muchacho tomó el arco y estiró su cuerda.
—Definitivamente esto supera a los cuchillos y lanzas—soltó la cuerda—. Dado que no hay nada que cazar aquí, espero que sea útil contra los penitentes.
Marie le arrebató el arma.
—Lo será. Confía en mí.
—Sería magnífico descubrir si alguno de nosotros sabe cómo manejar esto. Nos ahorraría mucho tiempo de práctica improvisada.
—Descuida, ten confianza, yo aprenderé a usarlo.
—Mientras más me pides confiar en ti, menos lo hago —respondió con una risita.
En eso, una chica bajita, de unos 13 o 14 años, llegó corriendo y saltó sobre Marie. Del susto, ella arrojó su arco al suelo.
—¿Acaso estás loca? —le increpó— Déjate de juegos niña.
—¿Tuviste miedo? Tú me dijiste que no le temías a nada y siempre estabas alerta —respondió su visita inesperada mientras retrocedía—. Creo que me mentiste larcha.
—Adoro el karma —comentó Nik.
Marie volteó a verlo con una mirada fulminante.
—El espectáculo terminó, deberías regresar a tus tareas.
—Y tú deberías dejar de contar mentiras a los novicios —respondió él. Luego se dirigió a la chica que había llegado—. Lisse cómo tú llegaste un mes después que ella, no tienes ni idea cómo se comportó cuando era novicia—tras esto, se echó a reír.
Lisse empezó a saltar de emoción y pidió que le contara más.
—Durante toda su primera semana era muy temerosa, desconfiaba de todos y se mantenía siempre escondida. Ni siquiera quiso compartir la mesa con nosotros. En su segunda semana tuvo un estresante interés por el laberinto, no paraba de hacer preguntas e incluso tuvimos que evitar que ingresara sola en él, como un par de veces. Además, atacaba a todo el que la llamaba "muñequita de caja musical"...
—Ya fue suficiente —interrumpió Marie—. Estoy segura de que Lisse quiere verme usar el arco en lugar de escuchar estúpidos recuerdos.
—No, si quiero...—detuvo sus palabras al ver los ojos de su amiga.
—Creo que nos vamos —añadió Marie.
Con arco y flechas en mano, se dio la vuelta para dirigirse a la salida. En eso, Charles apareció.
—¿A dónde van?
—Fase de prueba Charles—levantó el arco para mostrárselo al líder—. Toda nueva herramienta creada debe ser puesta a prueba, sobre todo si es un arma. No podemos entregar artefactos defectuosos a los corredores. Tú dijiste eso.
El muchacho la miró con algo de desconfianza y respondió —: Bueno, pero ella —señaló a Lisse—, ¿qué tiene que ver en esto?
—Ella será mi compañera de pruebas. Si tú lo permites, claro está.
Charles observó a Marie y no se convenció. Desvió su mirada a la sonrisa tímida de la pequeña y su expresión lo llevó a inclinarse a su petición.
—Ah, ..., está bien. Pero en el momento que surja algún quehacer en la hacienda, ella deberá regresar inmediatamente.
Con el permiso, Marie y Lisse salieron corriendo en dirección del huerto.