Maze Runner: El Último Laberinto

Capítulo 5

Pese a los intentos, sus esfuerzos no dieron frutos.

—Estoy segura de qué es el viento —dijo Marie cambiando de ubicación—. Ahora si lo lograré.

—Si tú lo dices —respondió aburrida su amiga.

Sostuvo el arco con una mano y con la otra colocó la flecha en la cuerda. Apuntó la herramienta a su objetivo y tiró de la cuerda hacia atrás. No se permitió ni pestañear. Estaba segura de que esta vez acertaría. Tranquilizó su cuerpo, respiró profundamente y liberó la flecha. El arma salió disparada flotando sobre la superficie. Finalmente, un buen tiro, dijo para sí misma. Sin embargo, tanta era su tenacidad, pero tan poca su puntería. Una vez más ni se acercó al blanco.

Lisse se echó a reír.

—Es tu quincuagésimo intento y no logras nada —comentó la joven conteniendo las carcajadas—. Por estadística deberías siquiera haber conseguido rozarlo.

—Lo que pasa es que ese pedazo de círculo de madera pintada, a la que llamas blanco, es muy pequeño.

—Ni siquiera estamos lejos.

—Bueno ya —respondió alterada Marie—. Solo trae las cinco flechas que ahora sí lo conseguiré.

Lisse obedeció el mandado, pero no paró de reírse en todo el camino.

Con las flechas en mano ya estaba lista para un nuevo intento. Rápidamente repitió sus mismos pasos y otro tiro se produjo. ¿Resultado? Otro fracaso.

Lisse ya ni atención le prestaba, el bordado de su vestido le resultaba más interesante. De repente, una pregunta rompió el silencio.

—Oye Marie. ¿Nos vamos a morir?

Se quedó helada, no estaba segura de qué responder.

—¿Por ... por qué la pregunta?

—El agua está escaseando, la caja no ha vuelto a bajar por provisiones y todavía no hemos encontrado la salida. Algunos larchos dicen que no existe salida y que los creadores quieren que muramos de hambre o que nos maten los penitentes en busca de una falsa esperanza.

—Eso no tiene sentido. ¿Qué clase de idiota se tomaría la molestia de crear una estructura como esta solo para torturar a un montón de adolescentes?

—¿Y si somos criminales y este es nuestro castigo?

—Imposible ...

—¿Cómo estás segura de ello? Si no puedes recordar nada de tu pasado —respondió alzando la voz.

Reconoció la razón que llevaban sus palabras, pero no estaba dispuesta a dejar que aquella pequeña, el último símbolo de bondad en este infierno, pierda la esperanza tan joven.

—Escúchame bien Lisse, te prometo que me convertiré en corredora y te sacaré de aquí. Y cuando estemos fuera, le patearemos el culo a los creadores y comeremos helado. Aquel postre que me contaste era tu favorito, pero ya no recuerdas su sabor. Además, dudo que alguien tan pequeña como tú pueda ser una persona peligrosa.

Ella sonrió.

—Si serás mi heroína realmente espero que tengas habilidades que no requieran puntería.

—Es culpa del arco, tal vez necesite calibrar su precisión.

—La que necesita correcciones eres tú larcha —respondió su amiga en tono burlesco.

Marie perdió la paciencia, mas una voz la detuvo.

—Eso se ve divertido. ¿Puedo probar?

Una alta y esbelta figura reemplazó la luz por sombras ante los ojos de Marie. Cabellos rubios descendiendo sobre su rostro desvelaron la identidad de la extraña. Era Hedy.

—Adelante. Pero te advierto que es muy difícil, así que no te desanimes por no obtener resultados en los primeros intentos.

Hedy recibió el arco y una flecha. Lo estudió rápidamente. Por alguna extraña razón le resultaba familiar. Alineó sus pies con sus hombros, y adelantó ligeramente un pie. Ubicó la flecha, elevó el arco y tiró de la cuerda. Para Lisse, Hedy emitía una vibra completamente diferente a Marie. Se enfocó en su objetivo durante unos segundos y cuando estuvo segura, liberó suavemente la cuerda. La flecha salió a una gran velocidad trazando una recta trayectoria, sin embargo, también falló.

—Eso fue increíble —dijo Lisse.

—Nada mal. Aunque no acertaste, debo reconocer que podrías tener futuro en esto. Como decía, hace falta mucha práctica para lograr...

Mientras Marie hablaba, Hedy tomó otra flecha y disparó. Las tres chicas se quedaron impactadas al ver como Hedy logró perforar el círculo de madera en su segundo tiro.

—¡Qué mal! Yo había apuntado al centro —dijo tristemente la joven—. Igualmente fue divertido. Marie, por favor haz, uno igual para mí.

Con el orgullo destruido, Marie apenas y escuchó la petición de Hedy.

Repentinamente, un coro de voces enojadas emergió de una de las puertas del laberinto. Ocho personas ocasionaron el bullicio. Eran los corredores, habían regresado.

De una ojeada, Marie encontró a Isaac. Seguía vivo. No obstante, su expresión era diferente. Usualmente regresa con una pícara sonrisa de orgullo, pero hoy solo tristeza manifestaba su rostro.

—¿Qué pasó ahí afuera? —interrogó preocupada Hedy.

—Busca a Charles y a Arqui. Los quiero a ustedes tres en la cámara de juntas urgentemente —respondió Gregor conteniendo una notable furia de razón desconocida para su novia.

Hedy salió inmediatamente en busca de los otros líderes. Marie trató de acercarse a Isaac, pero al verla, él sacudió la cabeza en señal de negación. No era un buen momento. Las expresiones de los corredores provocaron reacciones negativas en los observadores que se acercaban. No hubo comentario al respecto, pero los habitantes estaban de acuerdo que ocultaban un hecho aterrador. Antes de que el caos inicie, apareció Charles y les ordenó a todos continuar con sus labores.

Pese a que Charles ni se acercó a Marie, luego de verla en escena ordenó a uno de los corredores vigilar la cámara de juntas.

—¡No toleraré intrusos! —fueron sus últimas palabras antes de entrar.

Uno de los misterios del laberinto había sido descubierto, uno que no debía ser revelado jamás.

 



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En el texto hay: adolescentes, laberinto, penitentes

Editado: 16.04.2024

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