Sin saber qué hacer, se encontraban entre la espada y la pared.
—¡No rompan la formación! —ordenó Gregor.
Al ver la proximidad del nuevo penitente, Gregor intentó dividir en dos el grupo, pero algunos corredores cedieron ante el miedo y huyeron.
—¡Nooo! ¿Qué están haciendo?
Pese a los gritos del líder, los jóvenes corrieron a esconderse entre las habitaciones de la hacienda. Al percatarse de eso, el penitente herido aprovechó la conmoción y, valiéndose de su cola robótica, arrojó por el aire a varios de los que se quedaron. Uno de ellos, Nicolás, aterrizó sobre su brazo.
Arthur, que logró evitar el ataque arrojándose al suelo, trataba de huir a rastras. Al ver esto, Charles arrojó su lanza contra la criatura para obtener su atención. Tuvo éxito, y ahora Marie, Isaac, Lisse y él corren por sus vidas. Gregor quiso ayudar, pero eligió proteger a los refugiados en la hacienda.
Durante la huida, Charles ordenó ocultarse entre el sembrío de maíz aprovechando la altitud de los tallos. Ya entre las plantas, con un dedo en los labios, indicó guardar silencio. Lisse usó sus manos para tapar su boca consciente del peligro que representaba el más mínimo ruido.
Mientras ellos permanecían ocultos con la criatura intentando darles caza, en la hacienda la situación era mucho más grave. El otro penitente había tomado a alguien por el pie. La desdichada persona se aferraba al marco de una ventana, a la vez que sus amigos intentaban sujetarlo tan fuerte como les era posible. Asimismo, Gregor junto a otros tiraban todo tipo de objetos para impedir el rapto.
Con cautela, Marie y el resto trataban de alejarse de la bestia aprovechando que la misma todavía no era capaz de localizarlos. De repente, gracias a la luz de la luna, Charles observa el grisáceo lomo de la fiera asomarse a espaldas de Marie. A la par, su rabo metálico apareció por encima de los tallos de maíz. El muchacho observó como la punta de dicha extremidad se dividía en tres aparentes dedos mecánicos con los que se disponía a capturar a la joven.
—¡Cuidado! —gritó Isaac al descubrir lo mismo.
El monstruo lanzó su ataque, pero rápidamente Charles logró evitarlo al arrojar al suelo a Marie. De rodillas, los jóvenes gatearon para escapar. Cuando avanzaron unos metros, se pusieron de pie para correr, no obstante, el penitente había apresado por la espalda a Charles. En cuestión de segundos, Marie vio como su amigo era elevado para luego desaparecer entre los tallos de maíz.
Sin pensarlo dos veces, la joven fue tras él.
—¡Marie, espera! —gritó Isaac al verla.
Ella hizo oídos sordos y continuó su persecución. Aunque Isaac era rápido, no le fue nada fácil seguirle el rastro entre las enormes plantas. Cuando finalmente salió del sembrío, observó a lo lejos como Marie recogía una lanza del suelo con la que se disponía a enfrentar al monstruo, para salvar a su amigo. Al mismo tiempo, de la hacienda emergía el otro penitente con otra persona aprisionada.
—¡Picaron a Ada! —se oyó entre el caos.
Pese a la similitud que compartían los dos engendros, símbolos de una grotesca fusión entre animal y máquina, el segundo en aparecer fue mucho más rápido a la hora de ingresar al laberinto. Aunque la otra criatura no era capaz de expresarlo, las heridas y quemaduras ocasionaron un notable daño en su cuerpo. Tras de ellos, iba Marie.
Cuando la joven estuvo frente al laberinto, no dudó e inmediatamente se adentró en él. Isaac aceleró el paso para alcanzarla, pero en su trayecto recibió una tacleada de parte de Gregor.
—¡Suéltame! —gritó Isaac forcejeando.
—¿Acaso estás loco? —reprochó Gregor.
—Debemos ir a salvarlos.
—¡No! Es una maldita locura entrar ahí de noche. No podemos hacer nada.
—Si tú no quieres hacer algo, yo lo haré —respondió Isaac empujando a Gregor—. ¡Déjame ir!
Gregor se sobrepuso al golpe y volvió a arrojar al suelo a Isaac. Desde el pasadizo del laberinto, Marie logró observar el enfrentamiento y como más personas se acercaban para detener a su amado. Pese a la soledad que significaba, en su corazón agradecía que Isaac no ingresara al laberinto esta noche.
Ahora, completamente sola continúa su travesía para salvar a Charles entre los horrores que oculta el laberinto.