Los días pasaron después del incidente en la oficina de Federico, Sandra me llama cada día para saber si necesito algo. Al parecer Federico ya retomó nuevamente su vida y eso me alegra.
Hoy comienzo a trabajar en una tienda de flores a sólo dos cuadras de casa y eso me tiene entusiasmada por fin podré salir de casa.
Mi nueva jefa es un amor de persona, Lorena es una mujer de cuarenta años, tiene seis hijos y cinco nietos. Cuando le dije que estaba embarazada no dudó en contratarme.
-Que bueno que llegas Lili, debo ir hacer unas compras y un hombre acaba de llamar para encargar unas rosas.
-Buenos días, no se preocupe yo lo atiendo a penas llegue.
- ay perdón linda buenos días, tu ya sabes que hacer ¿verdad?
-por supuesto, usted me enseñó y yo aprendí a la primera.-digo sonriendo.
-Nos vemos más tarde.
Lorena sale de la tienda y comienzo a ordenar las flores en su lugar, cuando son las nueve de la mañana abro las puertas y comienza la venta de flores.
Enciendo la radio y música clásica comienza a sonar, decido cambiar la emisora y poner un poco de alegría en este lugar.
Gente comienza a llegar luego de unos minutos, las personas de tercera edad son quienes más compran flores según me contó Lorena.
-Buenos días.- dice una anciana que me parece conocida.
-Buenos días, soy Liliana la nueva ayudante de Lorena.
-¿Liliana?.- dice mirándome.- soy Elena nos conocimos en el aeropuerto hace unas semanas.
-oh por supuesto, ya sabía yo que la conocía de algún lado.
Ella me abraza y mira mi ya abultado abdomen.
-Veo que no perdiste tiempo niña.- dice riendo.
- una larga historia.- digo mientras sonrió.
-¿quien lo diría no? Nos volvemos a encontrar.
-acabo de mudarme hace unos días, aquella vez que nos encontramos estaba visitando a mis padres.
-Recuerdo muy bien que estabas haciendo en ese baño, cuando le conté a Armando se agarraba el estómago riendo.- dice mientras apunta a un señor en la puerta.- es un viejo gruñón pero lo amo.
- me alegra hacerlo sonreír al menos.
-¿Y donde estas viviendo? Podríamos quedar un día para tomar el te.
-Por supuesto, vivo dos calles más abajo. En la calle Italia.
-yo también vivo ahí, somos vecinas.- dice sonriendo.- espero que tu guapo novio no se enoje y que te comparta con esta vieja.
- ya no estamos juntos, tuvimos unos problemas. Pero estoy bien.
-como dije aquella vez, lo que está destinado a pasar pasará. Este bebé es la prueba de ello, si realmente de aman volverán a estar juntos.
- tarde o temprano ¿no?.- digo mientras seco mis lagrimas.
-bueno basta de habladurías, necesito unas flores nuevas.
La ayudo a escoger mientras hablamos, Armando se acerca a nosotras y Elena nos presenta. No es para nada gruñón es un amor de persona al igual que su esposa, si estos son los vecinos yo feliz.
Cuando se van llegan tres personas más, las atiendo amablemente ayudándoles a escoger y ellos se van feliz.
Me siento un momento a descansar después de una agitada hora, los pies no dan más. Veo un auto estacionar frente la tienda y mi frente comienza a sudar frío, lo veo bajar del auto con una sonrisa en su rostro y dirigirse hacia mi.
-Buenos días flo...- dice mientras tose- perdón señorita.
-¿Que haces aquí?.- pregunto poniéndome de pie.
- encargué unas rosas por teléfono.- dice sonriendo.
- manejaste una hora para recoger unas rosas, me sorprende. ¿Acaso no hay florerías al otro lado de la ciudad?
- Lo hay si, pero no tenían una vendedora tan bella.
Niego con la cabeza y voy a buscar el arreglo que Lorena dejo preparado en la mañana.
-Aquí tienes, ¿necesitas una tarjeta?
-Si, por favor. Le entregó una tarjeta y un lápiz
Comienza a escribir y mi curiosidad comienza a crecer, me inclino un poco para leer pero Federico me descubre.
-Eso no se hace, existe algo que se llama privacidad.
-Mira quien lo dice.- digo mientras volteó los ojos.
Federico me entrega su tarjeta de crédito y nuestros dedos se tocan, una electricidad recorre mi cuerpo.
Realizó el pago y dejo la tarjeta sobre el Mesón.
Federico de acerca a mi y me mira directo a los ojos.
-¿Puedo tocarlo?
-Por supuesto es tuyo, No esperes que lo lleve al auto.
Suelta una carcajada.
-Me refería a tu vientre, ¿puedo tocarlo?
Asiento y el se pone de rodillas en el suelo con su impecable traje de negocios.
Sube mi blusa y coloca sus manos en mi abdomen.
-Esta creciendo, ahora se nota mucho más.- dice mientras coloca un beso en el.
No digo nada, no se que podría decir en estos momentos, soñé tanto con este día.
-Hola bebé, aquí está papá. Prometo que no te defraudare como lo hice con tu mami. Estaré siempre para ti y para ella, los amo y los tendré de vuelta junto a mi. - la última frase lo dice mirándome a los ojos.
-ya basta, no pretendas que nada paso.
Federico se pone de pie y baja mi blusa.
-No estoy pretendiendo nada, se que cometí un error y haré lo posible para enmendarlo.
Toma el arreglo de rosas y antes de irse besa mi frente.
-Lo prometo, te amo.
Federico sale de la tienda y siento que el mundo se cae a mis pies una vez más.