A la hora de comida decido ir a casa, al llegar encuentro un ramo de rosas, el mismo que le vendí esta mañana a Federico, Sonrió.
No se como consiguió mi dirección, aún que conociéndolo bien no debió costarle demasiado.
Entro a casa y dejo el arreglo floral sobre la mesa, tomo la tarjeta y la leo.
Se que con unas simples rosas no me ganare tu perdón, pero no perdía nada con intentarlo. Haré que me perdones y vuelvas a confiar en mi.
Te ama locamente tu Dios ;)
Al terminar de leerla estoy riendo a más no poder, al parecer me conoce bien. No lo perdonare con unas simples flores, pero que haya viajado más de una hora sólo para esto me sorprende y me gusta.
No lo voy a negar sigo amándolo, no puedo olvidarlo aún que quiera es el padre de mi hijo y lo quiero junto a mi, pero lo que me hizo no puedo dejarlo pasar.
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2 semanas después
Cada día que llegó a casa hay un nuevo arreglo floral, un día son rosas, otro margaritas, tulipanes, y así....
Como lo hace no se, al menos desde ese primer día no a vuelto a la florería.
Las tarjetas son más novedosas también, no se queda atrás en ningún detalle.
Laura me ha visitado dos veces junto con Sandra, me miman como si fuera una niña de dos años.
La casa esta llena de dulces por todos lados, si siguen así saldré rodando por la puerta.
Miro el reloj y me doy cuenta que debo estar en 40 minutos en la consulta de la ginecóloga.
Tomó mi bolso y lo necesario para este nuevo control de embarazo.
Según mi calendario ya tengo más de quince semanas.
Al llegar a la consulta debo hacer el mismo procedimiento que la vez anterior. La doctora me saluda amablemente, antes de comenzar alguien golpea la puerta.
-Adelante.- dice mientras la cabeza de la enferma se asoma.- ¿pasa algo?
-hay un señor aquí afuera, dice ser el marido de Liliana. Me dijo que lo estaba esperando.
-¿Liliana?
-¿dijo su nombre?.- pregunto nerviosa
-Federico Garner, dijo que usted lo estaba esperando.
No lo puedo creer, como supo Federico que hoy tendría el control. No le dije a nadie.
Tomó un respiro y miro a la doctora asintiendo.
-Dile que entre.
La enferma va en su búsqueda.
-Perdón, de verdad no se que hace aquí.
-mejor que entre, así nos evitamos un mal rato.
Federico entra en la habitación con la sonrisa más grande que he visto en mi vida. Dios es insoportable.
-Buenas tardes, soy Federico el marido de Liliana y el padre de esa criatura.
-cállate y siéntate.- digo enojada.
La doctora me coloca gel sobre el abdomen y comienza a mover la maquinita. Lo primero que suena es corazón, miro de reojo a Federico y lo veo totalmente emocionado hasta podría a decir que está llorando.
La siguiente imagen es nuestro hijo, esta tan grande y hermoso.
-¿Ese es nuestro hijo florecilla?.- pregunta emocionado.
-así es señor Garner, este es su bebé.
-Podemos ya saber el sexo.
-veremos si me deja.- dice mientras mueve la máquina una y otra vez sobre mi abdomen.
-Gracias.- dice Federico mientras besa mi cabeza.
Lo miro un segundo sin decir nada.
-Aquí está, si no me equivocó y eso nunca pasa. Tendrán una hermosa niña, felicidades.
Federico toma mi cara y me besa. Me cuesta unos segundos reaccionar y lo aparto.
-Perdón, es la emoción.- dice sonriendo.- la doctora entiende.
-Por supuesto.
La doctora nos explica lo que sucederá en las próximas semanas y me entrega la receta de las vitaminas una vez más.
Al parecer desde ahora el bebé comenzará a dar pataditas.
Al salir de la clínica Federico me sigue de cerca.
-¿Como sabías que estaba aquí?.- pregunto volteándome
-Yo ...
-habla de una vez no tienes quince años por Dios.
-Estaba fuera de tu casa, iba a tocar el timbre cuando te vi salir.
-¿Que hacías ahí? Estas siguiéndome.
-No, bueno ahora si. Pensé que había sucedido algo. Fui a buscarte quería saber como estabas.
-Estoy muy bien Federico, gracias por preocuparte ahora puedes volver.
-No, no me iré. Siempre arrancas de los problemas en vez de enfrentarlos.
-Mira quien lo dice.- digo enojada.
Toda la gente a nuestro alrededor nos queda viendo.
-Vamos a mi casa, escucharé lo que tengas que decir.
Me subo a mi auto y arrancó, Federico me sigue de cerca. Este hombre me tiene desesperada.
Al llegar a casa me quedo unos minutos más en el carro intentando calmarme.
Un golpe en la ventana me hace reaccionar, Federico abre la puerta y toma mi mano.
-Vamos, prometo que no será tan malo.
Caminamos de la mano hasta la casa, al entrar le ofrezco algo de beber y nos sentamos en la cocina.
-Me gusta tu nueva casa.- dice mirando alrededor.
-A mi también, aún falta mucho por hacer pero aún así me encanta.
-Tal vez si tuvieras a un hombre aquí.- dice sonriendo.
-Lo he pensado, tengo un vecino bastante guapo. Cada vez que me ve se ofrece para ayudarme.
La sonrisa de Federico se esfuma mientras arruga en entrecejo.
Una carcajada sale de mi y el me mira.
-¿Estas jugando conmigo?
-Sólo un poco, eres el único hombre que quiero aquí. - ¿Eso salió de mi?
Me tapo la boca con la mano y niego con la cabeza.
-Eso es justo lo que quería escuchar.
-¿Que es lo que querías hablar?
-Te extraño, te necesito junto a mi.
-Yo también lo hago, pero me mentiste. Lo que tu me ocultaste no se compara con nada.
-Lo se, cometí un error y ahora lo estoy pagando muy caro. Estoy totalmente arrepentido.
- ¿como van las cosas con tu hija?.- pregunto intentando cambiar el tema.
-Muy bien, esta semana los abogados tendrán el veredicto del juez. Pero creo que tengo todo para ganar.
-Me parece muy bien, ahora tendrás de quien preocuparte.
-No, Lili. Te quiero junto a mi, soy demasiado egoísta.
-¿Esperas que sea una madre para tu hija? Ella tiene una y siempre lo será.
-Lo se, pero soy yo quien te quiere junto a nosotros. Quiero que ella aprenda que tendrá una hermanita y eres tu a quien amo.
- no se si pueda hacer eso.
-Sólo intentemos esto junto, pasemos los fin de semanas juntos como amigos al menos.
-¿Amigos?
-Que quede claro, yo no quiero ser tu amigo. Quiero ser tu marido y estar junto a ti por siempre. Eres tu quien no me quiere de vuelta.
-Lo estas haciendo más difícil, esto no está ayudando en absoluto. Me estas pidiendo que cuide de tu hija.
-No, no es lo que quiero.- dice mientras se agarra la cabeza.- esto es más difícil de lo que creí.
-Creo que debes irte.- digo mientras me pongo de pie.
Camino hasta la sala y abro la puerta esperando a Federico, miro atrás y el aún está sentado donde mismo. Su cabeza está sobre la mesa mientras que veo su cuerpo ser sacudido. ¿Esta llorando?