El lunes en la mañana lo primero que hago al llegar a la empresa es ir directo la oficina de Federico. Mi sorpresa es mayor cuando veo a Rachel salir de su oficina.
- Lili que alegría verte ¿como has estado?
-Hola bien y ¿tu como estas?
- ahora que vi a Federico mucho mejor, necesitaba hablar con el de algo importante y pensé que no se lo tomaría bien, pero salió mejor de lo esperado.
Me quedo en silencio mirando hacia la puerta de Federico, mi corazón siente que algo no está bien.
- me alegro mucho, nos vemos luego. - digo caminando hacia la oficina.
No golpeó y al entrar escucho a Federico hablar por teléfono.
- Necesito que hagas lo necesario, no puedo pasar por lo mismo una segunda vez.
Se queda en silencio escuchando a la persona con quien habla.
- mmm si lo se, y es por eso mismo que necesito estar seguro. No correré los riesgos nuevamente, lo sé, se que Rachel no es Míriam. Ella no haría algo así.
Cierro la puerta y Federico me mira.
- te llamo luego, si Liliana esta aquí. Le daré tus saludos.
Cuelga el teléfono y me sonríe mientras me invita a sentarme al frente suyo.
- Buenos días nena, pensé que vendrías más tarde. Santiago aún no llega.
- decidí que sería buena idea ir preparando todo. ¿Está todo bien? - pregunto de manera inocente.
- si, estaba hablando con el abogado. Te envía saludos.
- gracias - miro la oficina esta muy cambiada. - vi salir a Rachel ¿a que vino?
Federico toma un respiro y se pone de pie, se sienta en su escritorio frente a mí.
- Rachel esta embarazada.
Mi sorpresa no están grande como debiese ser, una parte de mi ya sabía que algo así podría suceder. Eran pareja, obviamente tenían una vida y lo dejaron solo hace unas semanas.
- eso es maravilloso ¿felicidades? - digo tratando se sonar tranquila - imagino que es por eso que hablabas con el abogado.
Federico me cuenta todo lo que habló con Rachel, el no cree que sea tan manipuladora para hacerlo creer que todo es una farsa o que el hijo que espera no es de él. Tampoco lo creo, Rachel es una persona muy diferente a la madre de Aurora. Así que no creo que todo esto sea para que Federico se quede a su lado.
- bueno iré a trabajar - digo mientras me pongo de pie. - nos vemos mas tarde.
- ¿Lili?
- estamos bien, estoy bien. Federico no hay de que preocuparse, no estamos juntos, no estoy enojada. Es más me siento feliz por ti y por Rachel.
- pero Lili, eres a quien amo. Eres con quien quiero pasar el resto de mi vida. Hemos luchado mucho para que sigamos separados.
- mírame Federico - digo tomando su cara - te amo, eres el amor de mi vida de eso no tengo duda. Pero como te dije una vez yo no alejare jamás a un hijo de su padre.
- ¿ Quieres decir que no habrá otra oportunidad para nosotros?
Tomó un gran respiro y lo beso, sus labios se mezclan con los míos y se siente igual que aquel beso en el hospital nuestro último beso.
- no, por ahora no habrá otra oportunidad.
Salgo se la oficina con lágrimas en los ojos, antes de voltear hacia mi oficina chocó con Santiago.
- ¿Lili estas bien? - pregunta mientras me abraza - ven, vamos a mi oficina.
Al cerrar la puerta me derrumbó, lloro en los brazos de Santiago mientras el me susurra que todo estará bien.
Una vez calmada le cuento lo que esta pasando y el me mira con pena.
- Cariño -dice mientras suspira- si tu lo amas no importa lo que pase, siempre encontrarán la forma de estar juntos.
- ¿no se supone que deberías decirme que lo deje y este contigo?
Santiago sonríe y niega con la cabeza.
- ¿por qué haría algo así? El que me gustes y te deseé no significa que quiera verte llorar y correr a mis brazos por despecho.
Sus palabras calan en lo profundo de mi alma. Mientras seco mis lágrimas el llega con un vaso de agua.
-Gracias - no se que pensar, en estos momentos solo deseo estar en mi casa- creo que deberíamos ponernos a trabajar.
- olvida el trabajo, salgamos a caminar y a beber un café.
Hacemos lo que Santiago sugirió, caminamos por una plaza mientras nos bebemos un café. Hablamos de mil cosas a la vez menos de Federico y eso lo agradezco.
Al llegar a la oficina me paro en seco en la entraba, miró a Santiago y con un asentimiento me lleva hasta el estacionamiento del edificio.
Me subo a su auto y no pregunto dónde vamos, no es hasta que estamos entrando a mi condominio cuando me doy cuenta de donde estamos.
- Gracias por traerme, no debiste molestarte.
- Tienes que descansar, mañana será un nuevo día. Debes estar radiante, ser la misma Liliana de siempre.
Me acompaña hasta la puerta y hay es cuando me doy cuenta que jamás le había dicho donde vivía.
-¿ como sabias que está es mi casa? - preguntó curiosamente.
- cómo nuevo socio tengo algunos privilegios y puede que le haya preguntado a tu secretaria donde vivías. - dice mientras se encoje de hombros y sonríe.
- ¿ quieres entrar? ¿Tal vez tomar un café?
- Agradezco mucho la oferta, pero debo volver a la oficina. ¿Quizás otro día?
Le doy un abrazo mientras le doy gracias nuevamente por todo lo que ha hecho por mi hoy.
Santiago toma mi cara y me acerca a él, mi corazón comienza a palpitar salvajemente.
- me encantaría poder besarte ahora, pero no lo haré, al menos no hoy.
Besa mi frente mientras yo cierro mis ojos.
Nos despedimos nuevamente y entró en mi casa, me apoyo en puerta y me dejo caer al suelo mientras la soledad me consume y las lágrimas caen por mis mejillas.
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