Al llegar a mi casa agarró el teléfono y llamo a mis padres, no he hablado con ellos desde hace meses. Al igual que todos me dicen que debo seguir con mi vida, encontrar un novio y tener hijos. Y eso es lo que más me molesta, el día que asesinaron a Emilio yo iba a contarle que esperábamos un hijo. Por desgracia tres meses después lo perdí, el médico dijo que era producto de la depresión y los malos cuidados que tuve.
Desde ese día fue peor, ya no tenía nada que me recordará a él.
Mis padres no contestan, intento nuevamente y nada. Seguro estarán en casa de mi hermana.
Decido ir a visitar a mi amiga Laura. En cosa de segundos abre la puerta.
- Hola, pasa.- dice mientras termina de abotonar su delantal.
-no vas a creer lo que pasó hoy.- digo tirándome en su sofá.
-Tengo exactamente veinte minutos antes de irme, tengo que estar en el hospital en una hora.- Laura es enfermera, desde pequeña fue su sueño.
-Se llama Federico.
-¿Quién?
-el tipo con quien desperté ayer por la mañana.
-¿Cómo lo sabes?
-Hoy lo vi, es mi nuevo jefe.
-Me estas jodiendo, como que tu nuevo jefe.
- es hijo del dueño de la empresa, desde mañana tomará el cargo.
-demonios, Lili está es una señal. Debes seguir adelante quizá él sea el hombre de tu vida.
-El hombre de mi vida era Emilio, no necesito a otro hombre en mi vida.
-Liliana debes aprovechar las cosas bellas de la vida, ya han pasado cinco años. No puedes seguir viviendo así.
-Me acosté con mi jefe, por Dios Laura. En cualquier momento pueden despedirme.
-No lo creo, es el destino.- dice riendo.
-tu estás loca.- me pongo de pie y beso su mejilla.- Ten una buena noche, te amo.
-y yo a ti.- dice abrazándome.- vive la vida loca amiga.
El resto de la noche la pasó pensando en todo lo que la gente dice, ¿será verdad que necesito vivir mi vida?
Si es así, no será con Federico de eso segura. No puedo tener una relación con mi jefe.
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A pasado una semana desde que Federico tomó el cargo en la empresa y ya quiero matarlo.
No hay un sólo día que no esté llamándome florecilla, si lo escucho una vez más soy capaz de cortarle las bolas por cabron.
-Florecilla, puedes llevar los papeles que te pedí a la sala de reuniones por favor.- pregunta sonriendo.
-Si me vuelves a decir florecilla una vez más, te cortó las bolas.
-Preciosa, sabemos que eso no pasará.- dice guiñándome el ojo.- a ti te encantan mis bolas, acaso no lo recuerdas, podría mostrarte otra vez.
Maldito, lo odio.
Una vez en la sala de reuniones, todo el mundo toma su asiento. Le entregó los papeles que me pidió y me da una sonrisa.
-bien, los he llamado para comentarles algo muy importante.
Estuve revisando a nuestros proveedores y compradores y la verdad no me gustó nada lo que vi, No hay jóvenes.
Levanto la mano para decir algo.
- flore. Liliana.- dice riendo.
-estuve pensando en buscar nuevos compradores, pero al señor Gardner no le pareció la idea.
-pues era un idea muy buena, y eso es lo que haremos comenzaremos a comprar y vender cosas que le gusten a los jóvenes. Y así poder producir mucho más.
-¿ estás seguro que a papá le agradaría la idea?.- pregunta Sandra
-ahora debemos pensar en lo que le gusta a la gente, no ha papá.- dice mientras se levanta.- eso es todo quien tenga más ideas por favor hacerlas llegar a mi oficina.
-Liliana ven a mi oficina.- dice saliendo de la sala de reuniones.
Camino a paso lento, no quiero saber que tiene que decir ahora. Nunca es nada bueno.
-cierra la puerta y toma asiento.
-¿Que necesita?
- ¿tienes algo que hacer esta noche?
-Sí, descansar.
-estaba pensando, podemos ir a cenar esta noche.
-No.- digo enojada.- no somos amigos, eres mi jefe.
- florecilla, necesitas distraerte y yo quiero invitarte a salir.
-No, gracias.- me paro y salgo de la oficina.
Como se le ocurre invitarme a salir, ni siquiera nos llevamos bien. No hacemos más que pelear todo el día.