Al llegar a la oficina el lunes todo está en completo caos, mis compañeros corren de un lado a otro.
-Liliana que bueno que llegaste.- dice Sandra evidentemente agotada.
-¿Que pasa?.- pregunto mientras enciendo mi computador.
-No lo se, Federico está muy enojado.
Pienso en lo ocurrido la noche del viernes, todo esto es culpa mía.
-además, no se como decirte esto pero.
-¿Pero?.- lo sabía, estoy despedida.
-esta ya no será tu oficina, contrato una nueva asistente.- dice Sandra mientras toma mis cosas.- ahora serás la mía, así que vamos andando.
No termino de procesar la información y ya soy arrastrada al otro extremo de la empresa, al menos aún conservo el trabajo.
-antes que te acomodes debes ir a la oficina de Federico, al parecer quiere que le enseñes el trabajo a la nueva.
-Voy ahora.- digo mientras rezo para que nada salga mal.
Al llegar a la oficina, golpeó y entro. Cuando abro la puerta mi boca cae al suelo, Federico está besando a su nueva asistente.
-Me llamabas.- digo mientras hago una cara de asco.
-Liliana, ella es Pía mi nueva asistente.- dice mientras la tipa se pone de pie y arregla su ropa.
-mucho gusto.- dice mientras estira su mano.
La miro con desprecio y no la tomo.
-Bien, y ¿que quieres que haga?
- enséñale lo principal, ella está familiarizada con todo así que será sencillo.
- sígueme.- abro la puerta y camino hacia mi vieja oficina.
-ya veo que no te caigo bien, me alegro por que no estoy aquí para hacer vida social.- dice con desprecio.
Me volteo y quedó frente a ella.
-No es lo que acabo de ver, al parecer te llevas bastante bien con el jefe.
-ya debes saber, son las regalías de acostarse con el.- dice giñando un ojo.
Estoy a punto de mandar todo a la mierda.
-¿estas insinuando algo?
- crees que no es obvio, tu reacción lo dijo todo. Creo que alguien no está muy contenta con ser reemplazada, ¿que esperabas? Que se enamorara de ti y te sacará de la pobreza. ¡Por favor!.-dice mientras se ríe.
No la dejo terminar y me dirijo de vuelta a la oficina de Federico.
Abro la puerta sin golpear y pego un gran portazo, causando que el me mire con sorpresa.
-Te informo que no pienso enseñarle nada a esa tipa.
El me mira y siento como mi cuerpo comienza a calentarse.
- harás lo que te ordena Liliana, soy tu jefe y si no acatas las órdenes puedes irte.
-pues tendrás que despedirme, por que no pienso ayudarle en nada. Ese no es mi trabajo.
Federico se pone de pie y camina hacia mi.
-¿estas celosa florecilla?
-¿Que? Estas de chiste, yo no me pondría celosa por nadie. Esta bien que quieras una nueva asistente.
-No hablo de eso, y lo sabes.
Cuando estoy a punto de salir, el me acorrala en la puerta sus brazos están a casa lado de mi cabeza, Siento su aliento en mi cuello y mis íntimos deseos salen a flote.
-No se de que hablas.- digo nerviosa.
- lo sabes, sólo que no quieres admitirlo.
Federico me voltea, quedamos a sólo escasos centímetros de distancia.
-tu eres quien no me quiere cerca.- digo mientras intento apartarme.
Sus labios están sobre los míos, y antes de darme cuenta ya estoy respondiendo su beso. Federico pone seguro a la puerta y me arrastra hasta quedar sobre su escritorio.
-¿Que es lo que me estas haciendo?
-nada.- digo entre jadeos.
-No puedo dejar de pensar en ti.
Comenzamos a basarnos con desesperación, Federico mueve sus manos hasta mis muslos y comienzo a subir mi falda hasta dejarla en mi cintura, aparta mis bragas y sus dedos se hunden en mi interior sin titubeos. Me aferró al escritorio para evitar gritar, elevo las caderas, reclamándole. Federico cerró los
ojos y gimió contra mis labios. Percibí cómo los latidos de su corazón me golpeaban el pecho y mi
pulso terminó de acelerarse, acompasándose al suyo.
-Te deseó florecilla.-dice mientras me voltea dejándome de estómago sobre el escritorio.
El latigazo de placer que se extendió
por mi espalda me obligó a cerrar los ojos. Quería más. Lo quería dentro de mí, Ahora.
Con las manos apoyadas sobre el escritorio, Federico se dejó caer sobre mí y me penetró solo en parte.
-¿Quieres que suplique?.- gruñí, al límite de mi resistencia.
-Lo quiero todo de ti.
Sin perder un segundo, Federico me embiste con desesperación. Se desliza dentro y fuera de mí, una y
otra vez, con una lentitud deliberada pero sin darme tregua para reponerme tras cada una de sus
acometidas.
Juntos llegamos al orgasmo, un maravilloso e increíble orgasmo.
-esto está mal.- digo mientras coloco mis bragas y bajo mis falda.
-Muy mal.- dice sonriendo.- por eso debes ir a mi casa esta noche.
-Federico.- lo regaño mientras con mis manos tapó mi cara.
-¿Que es lo que quieres florecilla?, dímelo de una vez por que no soy adivino y contigo es todo muy confuso.