Me acosté con mi Jefe (sin editar)

Capítulo 7

Al llegar a la oficina el lunes todo está en completo caos, mis compañeros corren de un lado a otro. 

-Liliana que bueno que llegaste.- dice Sandra evidentemente agotada.

-¿Que pasa?.- pregunto mientras enciendo mi computador. 

-No lo se, Federico está muy enojado. 

Pienso en lo ocurrido la noche del viernes, todo esto es culpa mía.

-además, no se como decirte esto pero. 

-¿Pero?.- lo sabía, estoy despedida. 

-esta ya no será tu oficina, contrato una nueva asistente.- dice Sandra mientras toma mis cosas.- ahora serás la mía, así que vamos andando.

No termino de procesar la información y ya soy arrastrada al otro extremo de la empresa, al menos aún conservo el trabajo.

-antes que te acomodes debes ir a la oficina de Federico, al parecer quiere que le enseñes el trabajo a la nueva.

-Voy ahora.- digo mientras rezo para que nada salga mal.

Al llegar a la oficina, golpeó y entro. Cuando abro la puerta mi boca cae al suelo, Federico está besando a su nueva asistente. 

-Me llamabas.- digo mientras hago una cara de asco. 

-Liliana, ella es Pía mi nueva asistente.- dice mientras la tipa se pone de pie y arregla su ropa. 

-mucho gusto.- dice mientras estira su mano. 

La miro con desprecio y no la tomo.

-Bien, y ¿que quieres que haga?

- enséñale lo principal, ella está familiarizada con todo así que será sencillo. 

- sígueme.- abro la puerta y camino hacia mi vieja oficina. 

-ya veo que no te caigo bien, me alegro por que no estoy aquí para hacer vida social.- dice con desprecio.

Me volteo y quedó frente a ella.

-No es lo que acabo de ver, al parecer te llevas bastante bien con el jefe.

-ya debes saber, son las regalías de acostarse con el.- dice giñando un ojo.

Estoy a punto de mandar todo a la mierda.

-¿estas insinuando algo?

- crees que no es obvio, tu reacción lo dijo todo. Creo que alguien no está muy contenta con ser reemplazada, ¿que esperabas? Que se enamorara de ti y te sacará de la pobreza. ¡Por favor!.-dice mientras se ríe.

No la dejo terminar y me dirijo de vuelta a la oficina de Federico.
Abro la puerta sin golpear y pego un gran portazo, causando que el me mire con sorpresa. 

-Te informo que no pienso enseñarle nada a esa tipa.

El me mira y siento como mi cuerpo comienza a calentarse. 

- harás lo que te ordena Liliana, soy tu jefe y si no acatas las órdenes puedes irte.

-pues tendrás que despedirme, por que no pienso ayudarle en nada. Ese no es mi trabajo. 

Federico se pone de pie y camina hacia mi.

-¿estas celosa florecilla?

-¿Que? Estas de chiste, yo no me pondría celosa por nadie. Esta bien que quieras una nueva asistente. 

-No hablo de eso, y lo sabes.

Cuando estoy a punto de salir, el me acorrala en la puerta sus brazos están a casa lado de mi cabeza, Siento su aliento en mi cuello y mis íntimos deseos salen a flote.

-No se de que hablas.- digo nerviosa.

- lo sabes, sólo que no quieres admitirlo.

Federico me voltea, quedamos a sólo escasos centímetros de distancia.

-tu eres quien no me quiere cerca.- digo mientras intento apartarme.

Sus labios están sobre los míos, y antes de darme cuenta ya estoy respondiendo su beso. Federico pone seguro a la puerta y me arrastra hasta quedar sobre su escritorio.

-¿Que es lo que me estas haciendo? 

-nada.- digo entre jadeos. 

-No puedo dejar de pensar en ti.

Comenzamos a basarnos con desesperación, Federico mueve sus manos hasta mis muslos y comienzo a subir mi falda hasta dejarla en mi cintura, aparta mis bragas y sus dedos se hunden en mi interior sin titubeos. Me aferró al escritorio para evitar gritar, elevo las caderas, reclamándole. Federico cerró los 
ojos y gimió contra mis labios. Percibí cómo los latidos de su corazón me golpeaban el pecho y mi 
pulso terminó de acelerarse, acompasándose al suyo.

-Te deseó florecilla.-dice mientras me voltea dejándome de estómago sobre el escritorio. 

El latigazo de placer que se extendió 
por mi espalda me obligó a cerrar los ojos. Quería más. Lo quería dentro de mí, Ahora.

Con las manos apoyadas sobre el escritorio, Federico se dejó caer sobre mí y me penetró solo en parte. 

-¿Quieres que suplique?.- gruñí, al límite de mi resistencia.

-Lo quiero todo de ti.

Sin perder un segundo, Federico me embiste con desesperación. Se desliza dentro y fuera de mí, una y 
otra vez, con una lentitud deliberada pero sin darme tregua para reponerme tras cada una de sus 
acometidas. 

Juntos llegamos al orgasmo, un maravilloso e increíble orgasmo. 

-esto está mal.- digo mientras coloco mis bragas y bajo mis falda. 

-Muy mal.- dice sonriendo.- por eso debes ir a mi casa esta noche.

-Federico.- lo regaño mientras con mis manos tapó mi cara.

-¿Que es lo que quieres florecilla?, dímelo de una vez por que no soy adivino y contigo es todo muy confuso.




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