Los días pasaron convirtiéndose en semanas, para ser exactos 6 semanas.
Se preguntarán que pasó, les diré que fueron las mejores semanas de mi vida, sexo, sexo y más sexo. No me quejo.
Con Federico estamos más juntos que nunca, todo el mundo lo sabe y están tan felices como nosotros. Mi suegro el señor Garner me adora y está tan feliz que sólo quiere que nos casemos. Desde el día que se lo dijo a Federico sentí que algo cambio en el. Díganme paranoica pero así lo siento, esta más distante y hasta un poco frío.
-¿podemos hablar? .- digo mientras entro en su oficina.
-Por supuesto, ¿necesitas algo?
-No.- digo dudando.- verdad si. Necesito que mi novio vuelva ¿lo has visto en algún lado? Es un hombre al cual no le importaba tener sexo en la oficina. - digo mientras hago que busco en todos lados .
-Liliana, estoy intentado ser paciente aquí.
-Se nota, sabes que olvídalo. Cuando tengas tiempo hablamos si, esta noche volveré a mi departamento.
-¿Que? No, te quedas en mi casa.
-No, creo que necesitas tu espacio. Quizás así vuelve a ser lo de antes nuestra relación.
-florecilla, ¿Que está sucediendo?
-No se, dímelo tu.
-No se que es lo que quieres que te diga.
-Dios eres tan difícil, dime por que has estado actuando extraño estos últimos días, pensé que estábamos bien.
-Lo estamos, sólo tengo algunos problema.
-Pues habla conmigo, puedo ayudar a solucionarlo.
-¿Quieres ayudar?
-Por supuesto.- digo sin dudarlo.
-Pues bien, cierra la puerta con llave.
Sin pensarlo demasiado Hago lo que me dice.
-Ahora quítate la ropa.
-¿Que?- digo confundida.
-¿Quieres ayudar o no?
-¿En que ayudaría eso?
-quítate la ropa Liliana.
Comienzo a desabrochar mi vestido y lo dejo caer al suelo, quedando solo en bragas.
-¿Por que no llevas sujetador?
-Con este vestido no puedo usar.-
-Quítate las bragas, pero Mantén los zapatos.
-Como usted diga mi capitán.- estoy totalmente desnuda frente a el.
-Ven aquí, Ponte sobre el escritorio.
Hago lo que me dice, desde aquí puedo ver lo excitado que está.
-Abre tus piernas.
La forma en que me miraba hizo fácil arrojar mis inhibiciones.
-Tienes los senos más perfectos que he visto en mi vida. Y esa vagina... es
incluso mejor.
Me estremecí.
-Tienes una boca sucia.- digo mientras el comienza a besar mis pechos.
Cerré los ojos mientras jalaba mi pezón derecho en su boca. Su lengua
se arremolinó mientras lo lamía y chupaba y luego lo atrapaba entre los dientes y tiraba con fuerza antes de moverse al izquierdo. Un suave gemido cayó de mis labios, y obligué a mis ojos a abrirse para mirarlo. Estaba devorándome con su pecaminosa boca.
Después de tomarse el tiempo adorando mis pechos, su lengua trazó un camino desde mi escote hasta mi ombligo. Luego se dejó caer sobre sus rodillas. Sus manos extendieron mis muslos.
-Más abiertas.- Dios, quería su
boca en mí ahí abajo. Agarré el borde del escritorio tan fuerte, que mis
nudillos se pusieron blancos.
Él dio un buen vistazo. Estaba sentada frente a él tan desnuda, tan expuesta, que tuve una imperiosa necesidad de cerrar las piernas y esconderme de él. Pero luego se lamió los labios de nuevo. Estaba realmente salivando por probarme. Era la cosa más erótica que había visto en mi vida.
Se inclinó y sopló un flujo constante de aire desde la parte inferior
hasta la parte superior de mi sexo.
El aire fresco conectó con mi humedad y cada nervio de mi cuerpo saltó a la vida. Mi respiración era completamente errática solo por la
anticipación. No podía imaginar que podría respirar una vez que su boca
estuviera sobre mí.
Levantó la vista y nuestras miradas se encontraron.
-Mírame, florecilla. Quiero que me mires mientras me tomo hasta la última gota de esta dulce vagina.
No pude responder; todo lo que hubiera salido de mi boca hubiera
sido completamente incoherente. No esperó la respuesta de todos modos.
Tiró de mi trasero más cerca del borde del escritorio y enterró su rostro entre mis piernas. Me devastó, chupó y lamió, persuadió mi cuerpo hasta el borde del orgasmo y luego se echó hacia atrás, bajando sus chupadas y ralentizando su ritmo. No me estaba permitiendo caer sobre el borde. Cada vez que mi respiración comenzaba a nivelarse, comenzaba de nuevo. Era implacable y exasperante, y estaba empezando a desesperarme.
La tercera vez que comenzó a alejarse cuando me acerqué al orgasmo, agarré su cabello y tiré, instándolo a continuar.
-Federico , yo... necesito...
-Aún no.
Una parte de mí quería matarlo, pero esa parte fue revocada por la parte que necesitaba buscar desesperadamente la liberación.