Esa pequeña pelea fue lo que me colmó la paciencia. No tenía ganas de entrar a clases y mucho menos verle la cara a Rafael. Me fui en un momento a una de las clases que hay solitarias en la facultad para ir a pensar solo con mis pensamientos.
Al final solo espere a que acabará la jornada y esperar a que mi madre viniera por mí, mis amigas parecían un poco preocupadas desde el punto de vista, Rafael era el más preocupado.
Decidí salir discretamente y mandarle un mensaje a mis amigas para que no se preocupen, me subo al auto de mi mamá para cambiar mi cara de enojo. Cuando llego a casa veo la presencia de Sebastian en mi sala.
— Hola— dice.
— ¿Qué demonios haces aquí ?— digo.
— Vine a ver cómo estabas y ante todo que me des una explicación— dice.
— Explicación de que— digo.
— La forma en que actuaste— dice.
Espero a que mi madre y hermana se vayan para poder platicar sin interrupciones y ante todo de ver como exploto.
— Yo no tengo nada que explicarte— digo.
— Quiero saber que hay entre tú y tu amiguito— dice.
— Nada— digo.
El corazón se me acelera de a poco con cada paso que él da.
— Yo veo sus intenciones— dice.
— ¿Qué intenciones?— digo.
— Soy un hombre y creo que ambos sabemos que es— dice.
No me gusta esa actitud, pero al mismo tiempo me encanta. Se acerca lentamente mientras trata de tomar mis manos y yo doy un paso hacia atrás.
— No tienes porque ocultar tus sentimientos o tus emociones— dice Sebas.
En ese momento me topé con la pared y él se acercó lentamente a mi rostro. Lo único que hago es besarlo, si aunque no lo creas de tantas opciones: patearle las bolas, golpearlo, cachetearlo, se me ocurrió besarlos y no esos besos de piquitos sino estos de forma apasionada.
Una vez que separó mis labios de los suyos nos quedamos viendo, como si nos hubiéramos conocido en otra vida.
— Saldremos algún día, volveré con tu hermana — dice.
En ese momento me fui a mi cama para reflexionar lo que hice, me olvidé de ese papelón, olvidé mis problemas con Rafael y lo único que hice fue cerrar los ojos. El único problema que tuve al dormirme es que olvidé mis sentimientos por Rafael y solo pude pensar en Sebastian.
Al momento de despertarme pude ver al menos diez llamadas perdidas de Rafael y otras cuatro de mis amigas. En estos momentos quería estar sola reflexionando; no comí y bebí por el momento, estaba aclarando mis ideas.
Al día siguiente fui a clases como si nada hubiera pasado, así que decidí que lo mejor era no comentar nada, Rafael no puede saber lo que pasó y esto puede afectarnos; mis amigas por el momento no sabrán nada hasta que sea el tiempo adecuado.
— Hola— dice Adriana.
— Lamento no responderles anoche— digo.
— Dile eso a Rafel, estaba loco por saber de ti— dice Alicia.
Rafael y nuestros amigos están juntos, vi como entraba y me miraba con cara de enojo, pero a la vez feliz. Yo también le sonrío.
Una disputa sentimental dentro de mi cabeza por dos chicos. Dos diferencias de chicos; uno tratando de conquistarme y al otro tratando de conquistarme pero no le hago caso. Esta no es una disputa de infidelidad o ser zorra, no es ese el giro de mi decisión. Simplemente debemos diferenciar la emoción de los sentimientos.