En ese momento sentía que el mundo se partía en dos, trato de no expulsar mis lágrimas pero me es imposible porque me quiebro en llanto. La culpa me come internamente hasta que mis compañeros de trabajo llegan a consolarme. Mi jefe es muy comprensible y lo mejor que pudo hacer es decirme que me fuera a casa, pero yo no quería ir porque sabía que tenía que enfrentar la realidad, no sé si irlo a visitar y luego que digo, “Hola, se que ha pasado más de un año desde que nos hablamos y sé que sabes que yo estuve embarazada, pero me preocupa el hecho de que tu estas mal y por eso te estoy visitando”.
No puedo decir esa clase de estupideces al aire como si nada estuviera pasando, esto es algo muy arriesgado. Lo mejor que pude hacer fue que una de mis amigas que no se encuentra laborando pase por mí y luego ir al hospital para llegar a la hora de visita. En el camino se me figura todo lo que pasamos, siento que se va a morir y no quiero pensar en eso.
— Estás bien — dice mi amiga.
— La última vez que hablamos no fue en muy buenos términos— digo.
— La culpa te está matando, nunca le dijiste que estabas embarazada y él se enteró por su propia cuenta— dice.
— Sí, tienes razón — digo.
— No sé qué pasará o qué reacción tendrá— dice.
Eso es lo que vamos a averiguar, llegamos al hospital y miramos en la sala de espera a mis amigas y amigos.
— Hola— digo mientras las abrazo.
Lucas y Henry se encuentran preocupados por Rafael, hasta el momento yo solo puedo sentir como se me viene la ansiedad. Al paso del tiempo llegaron los padres de Rafa y también algunos familiares cercanos y lo que pude notar fue que ellos se me quedaban viendo como si yo hubiera hecho algo.
En esos momentos uno de sus amigos se me acerca:
— Hola— dice.
— Hola — digo un poco asustada.
— Tú eres Amber— dice.
— Sí soy yo— digo.
— Soy el amigo de Rafael, me llamo Alan— dice.
— Es un gusto— digo algo tímida.
— ¿Por qué estás aquí?— dice.
— Un amigo está en un hospital y quiero verlo— digo.
— No será porque te sientes culpable de lo que le hiciste— dice.
— ¿Qué fue lo que le hice?— digo.
— Aparte de hacerlo tu marioneta de amor, partirle el corazón y luego embarazarse de un tipo que ni vale la pena— dice.
— Primero, no es de tu incumbencia lo que yo haga o no, además Rafael y yo solo somos amigos— digo.
— Si fueras su amiga, él tal vez tendría un mejor destino del que tuvo estando ahora en una cama de hospital y jugandose la vida— dice.
— ¿Quieres explicarme esto? ¿Por qué rayos estás culpando de algo que obviamente no es un accidente?— digo.
— Desde que Rafael te conoció siempre tuvo una sonrisa, me contaba sobre tí, como lo hacías feliz, todo el mundo creían que eran la pareja perfecta hasta que supo que salias con el idiota que estabas, despues de eso parece que se deprimio y se repuso, pero ya no fue el mismo se alejo de sus amigos más cercanos y se comenzo a dedicar a si mismo. Convertiste a alguien en la peor porquería de humano— dice.
Sé que sus razones son justificables, pero eso no es culpa mía. Rafael en cualquier momento puede cambiar su vida y también cambiar sus acciones, pero lo que pasó entre él y yo no me compete.
— No me culpes por las decisiones que él tomó— digo.
— Ten en cuenta que si él muere, no podrás jamás disculparte por el daño que sabes que le hiciste— dice mientras se va.
— Tranquila— dice abrazándome Henry.
— No es mi culpa— digo sollozando.
— De nadie— dice mientras me abraza más fuerte.
En ese momento observo como los padres de Rafael hablan con el doctor que los atendió. Se pueden sentir que están más tranquilos que de costumbre, mis amigos y yo vamos uno por uno a verlo. Solo puedo verlo por unos instantes, pero en eso una enfermera decide llevarlo a una silla de ruedas para poder verlo tranquilamente.
— Hola amigo— dice Lucas.
— Hola, ¿Quiénes son ustedes?— dice.
— Deja de bromear— dice Henry.
— Perdona, apenas los conozco— dice.
El doctor nos explica que Rafael pasa por un momento de dificultades con su memoria y que el tiempo va a marcar la disponibilidad de mejora.
— Vaya— susurro.