Mi carta de renuncia le cae como balde de agua fría a mi jefe y también mis compañeras de trabajo, siento esa sensación de acoso y no es algo que toleraré en lo absoluto. Tomo mi mochila y me llevo las pocas cosas de mi escritorio, en algún momento tendré que encontrar otro trabajo, por ahora lo que necesito es un nuevo aire de respiro.
Abro la puerta de mi coche, arranco el motor y me dirijo a mi hogar en dónde esperan mi hijo y mis padres que realmente me apoyan. El conjunto de emociones me hizo tomar estas decisiones, pero los cambios son buenos y la impulsividad puede que me juegue en contra con el tiempo.
Al llegar a casa mis padres se sorprende de que este temprano, lo que hice fue explicarle y lo que más me emociona es el hecho de que podré ir a ver a mi hijo con su uniforme del colegio y como me corre a abrazarme. Recibo una llamada inesperada:
— Hola —
— Señorita, lo llamamos del colegio en dónde estudia su hijo, puede venir lo más pronto posible— dice la directora.
— ¿Por qué?, ¿Qué paso?—
— Su hijo fue secuestrado—
La mente comienza a nublarse, mis ojos comienzan a tirar lágrimas, mis padres ven mi reacción de furia y tristeza mientras comienzo a gritar y llorar como alma perdida. La noticia de que mi hijo fue secuestrado es lo peor que le puede pasar a mi madre. Inmediatamente, nos subimos al auto para ir con la directora.
Al llegar nos recibe de la mejor forma y nos atiende rápido para mostrarnos el vídeo de seguridad. Un sujeto con suéter y gorra entro de forma desapercibida a las instalaciones del colegio, al parecer fingía que era un maestro y gano la simpatía de las maestras. Según las testigos, el hecho fue cometido a la hora de recreo y vemos cómo poco a poco mi hijo se gana la simpatía de este desconocido y luego lo lleva a la entrada principal para subirlo a un auto. Las cámaras nos muestra los hechos y no cabe duda que ha pasado lo peor.
— Señorita Amber, debo de preguntar si hay alguien que usted molestó o que haya hecho que su hijo fuera raptado— dice la directora.
— No— replicó.
— La policía está involucrada y la van a interrogar en caso de que pueda tener algún panorama de quién pudo cometer tal hecho— dice la directora.
Me parece una buena idea y no tengo ninguna sospecha.
— Hola, soy la investigadora Kimberly Ordóñez y voy a ayudarte en el secuestro de tu hijo. Quiero decir que para mí es una tragedia esta situación, pero haré lo necesario para recuperar y capturar a quien hizo esto— dice.
Un rayo de esperanza a mi situación y una mujer comprometida conmigo. Sin duda nos debemos apoyar y no por el hecho de ser mujer, sino por el hecho de que necesito todo el apoyo.
— Antes que nada, quiero darte esto— dice Kim.
— ¿Qué es?—
— Una carta con tu nombre—
Procedió a abrirlo, una carta con un número telefónico.
— Mire—
— Necesitaremos el equipo de ubicación. Ve a casa y nosotros llegaremos en un momento—
Tras treinta minutos de espera veo a un equipo de profesionales con computadoras y aparatos raros que jamás en mi vida había visto. Veo cómo conectan todo a mis dispositivos y también al teléfono de la casa.
— Necesitamos que hagas la llamada— dice Kim.
— Ok — digo temblorosa.
Marco los números.
…
…
…
—Por fin llamas — dice una voz.
—¿Qué quieres?, ¿Dónde está mi hijo? —
—Tranquilo amor, está a salvo conmigo y muy bien cuidado — dice.
—Sebas — susurro.
—Sé que no es la mejor forma, pero tengo derecho, a estar con mi hijo para cuidarlo y amarlo — dice enojado Sebas.
—Esta no es la forma en que debes verlo, nunca te prohibí verlo a pesar de todo. Eres su padre, pero secuestrarlo no es la forma correcta — digo.
—Acaso acostarte con tu amigo fue lo mejor para nuestro hijo, pensé que era lo único para ti—
—Entretenlo, seguimos ubicándolo — susurra Kim.
—Lo que haya hecho con Rafael es mi problema. Todos estos años, pase arrepintiéndome de la decisión que tomé. Deje ir al amor de mi vida por un idiota que su única aspiración era cogerme. Mi hijo es lo único que vale la pena en esta vida ahora, ya no tengo empleo, ya no tengo nada más. Lo único valioso y que me deja respirar lo tienes tú, a pesar de que acepte tal y como eras, piensas cometer un error para no volver a ver a tu hijo — digo entre lágrimas.
— Hermosas palabras, sin duda has cambiado y eso me excita— dice.
—¿Qué quieres que haga?— exijo.
—No hablaré contigo, hablaré con tu amorcito querido que tanto defiendes. Esto es algo entré él y yo —