Me EnseÑaste A Amar

Cap. 1 MI ESPOSA, FIONNA JONES

Soy un hombre sumamente ocupado tanto en mi vida personal porque soy padre soltero de tres niños de 10, 7 y 4 años de edad, que parecen adolescentes por su desempeño, cada uno es versión mejorada del anterior en cuanto a ingenio y travesuras se refiere; como en mi vida laboral ya que soy el presidente de una corporación que fabrica motores para vehículos aéreos, marítimos y terrestres, la cual es muy exitosa por mis estándares de calidad y me ha convertido en uno de los hombres más ricos, influyentes e importantes del país.

Soy perfeccionista, controlador y muy ordenado, debo serlo para mantener mi hogar y mi corporación marchando sin inconvenientes, en casa tengo suficiente personal para atender a cada uno de mis hijos incluyendo su seguridad, en mis empresas he contratado personal especializado que se ha adaptado perfectamente a mis exigencias, todo eso ha sido clave en mi ascenso profesional.

Si se preguntan por qué soy padre soltero, debo retroceder algunos años y aclarar que a los 17 años embaracé a mi vecina y compañera de preparatoria Fionna Jones quien tenía 16 años en ese entonces, perdimos la virginidad juntos y pagamos el precio de nuestros impulsos, nuestros padres que eran amigos de muchos años, armaron un gran escándalo y amparados en que Fionna y yo tonteábamos desde pequeños, nos casaron a los pocos meses, sin embargo, cada uno permaneció en el hogar familiar hasta que nació mi hijo mayor Bastián, al verlo me sentí tan comprometido con él, que visité a mi abuelo quien tenía su pequeña fábrica de motores, la cual mi padre no atendía porque su vocación era ser médico, así que una vez que mi abuelo decidiera retirarse la fábrica pasaría a terceros. Le pedí trabajo a mi abuelo y él en su entusiasmo prometió enseñarme todo lo que sabía, al mismo tiempo continué mis estudios universitarios en la rama de administración y negocios, mi esposa se tomaría un año antes de seguir una carrera universitaria, mis padres nos dieron un apartamento y los de ella lo amoblaron a nuestro gusto, formamos una pequeña y joven familia, nos gustábamos mucho y yo le agradecía cada día por mi hijo, fui generando e implementando mejoras en la fábrica promoviendo su expansión y crecimiento, lo que tenía a mi abuelo muy contento.

El primer año de matrimonio fue una constante de discusiones y reconciliaciones, no nos conocíamos como creíamos y nuestros gustos eran muy diferentes, pero por el bien de mi hijo yo cedía para conservar la paz, para el segundo año estábamos más acoplados uno al otro, yo continuaba con mis estudios y trabajando arduamente en la fábrica mientras Fionna se mantenía en la casa, porque aún no había decidido cuál carrera estudiar, nuestra situación económica fue mejorando, pero todavía ocupábamos el pequeño apartamento que nos habían regalado nuestros padres.

Para nuestro tercer aniversario de bodas anunciamos que estábamos embarazados de nuevo, yo iba muy bien en mis estudios, la fábrica se estaba haciendo notar y aunque mi esposa había decidido dedicarse al hogar yo estaba bien, me sentía lo suficientemente capaz para mantener a mi familia, cuando nació mi hija Aitana, no cabía en mi pecho tanta felicidad, me enamoré de esa pequeña de inmediato y cuando fijó sus ojitos en los míos le entregué mi corazón.

Nada se interponía en mi camino al éxito, terminé mi carrera universitaria, inicié una especialización, mis hijos crecían alegres y pude mudarnos a una casa más grande donde los pequeños tenían espacio para sus juegos. Mi esposa tenía ayuda, por lo que podía dedicarse a mantenerse bella y seducirme cada noche, quería vivir para complacerla y seguía agradeciéndole cada día por mis hijos, era lo primero que le decía por las mañanas al darle el beso de buenos días y tener mi mañanero; me considero sexual, me encanta estar entre las piernas de Fionna, pero a veces me cuesta convencerla un poco, aunque la entiendo, tiene la responsabilidad del hogar y de dos pequeños que han demostrado que son incansables, los fines de semana son una batalla campal, por lo que estoy buscando una casa de playa donde puedan gastar parte de esa súper energía que tienen, yo los disciplino y siempre acuerdo con sus cuidadoras cómo manejarlos, los quiero niños, pero educados.

***

Un día Fionna se presentó en mi oficina, muy enfadada porque descubrió que estaba embarazada de nuevo, estaba furiosa y me amenazaba con no tenerlo porque para ella tres niños serían un infierno. Estaba confundido con su reacción, ella no se ocupaba de mis otros dos hijos ya que están a cargo de sus cuidadoras hasta que yo llego y me encargo de revisar sus deberes, voy a su colegio, estoy al tanto de todo, le he dicho que vaya conmigo al colegio porque la subdirectora se me insinúa, ella solo dice que confía en mí. Yo, pronto cumpliría 24 años y con mucho ejercicio, el cual hago en mis pocos ratos libres, he trabajado mi cuerpo porque me gusta sentirme y verme sano, me convertí en un hombre de 188 centímetros de estatura, me esmero al vestirme porque admiro la elegancia, mantenía mi cabello sobre la nuca y gracias a mi hija tenía la barba y bigotes muy cortos porque si crecían se prendía de ellos hasta causarme dolor lo que le resultaba muy gracioso a mi princesa. En fin, esa mañana tenía a mi mujer histérica en la oficina, llamando la atención, lo cual me iba enojando cada segundo que pasaba, porque con mis empleados mantengo una línea muy estricta y el hecho de que Fionna se presente aquí vociferando me coloca en evidencia, me puse de pie y tratando de no dejarme llevar por mis impulsos, me acerqué a ella, la tomé de un brazo y le dije conteniéndome para no gritarle, pero con mucha molestia en mi tono:

            –Tienes 10 segundos para bajar la voz o callarte, no voy a tolerar escenas ridículas delante de mis empleados.




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