Me EnseÑaste A Amar

CAP. 4 ABANDONADO

Pasados ocho días mi padre me informó telefónicamente que el bebé que esperaba Fionna era mío, al menos en eso no había mentido, sin embargo estaba seguro de que tenía un amante, mi orgullo no me permitía hacer que la siguieran para comprobar su infidelidad, realmente ya no me importaba lo que hiciera con su cuerpo mientras no afectara su embarazo y eso iba a dejárselo muy claro, el amor que creí sentir por ella se desvaneció al ver su cuerpo marcado por otro hombre y reflexionando sobre mi reacción tal vez nunca la quise tanto como pensaba porque ni siquiera me sentía ofendido, solo estaba dolido y decepcionado por haberle dedicado tanto tiempo y esfuerzo a una mujer que no lo merecía.

Al transcurrir las semanas, me concentré en mi trabajo y en disfrutar cada día más con mis hijos, Fionna seguía viviendo en la casa, pero se había trasladado a una de las habitaciones de huéspedes, lo que acepté de buen grado, la acompañaba a las consultas de control y estuve al tanto del desarrollo de mi hijo, nos confirmaron que nacería un varoncito que hasta el momento iba muy bien.

Sus peticiones de dinero continuaban, ahora lo quería en efectivo, estaba cansado de discutir con ella y como ganaba suficiente, se lo daba con la frecuencia que exigía, sus ausencias de la casa eran notorias, algunas veces los niños querían compartir algo con ella y tenía que entretenerlos sacándolos de la casa, esa parte me colmaba más que saberla en brazos de otro mientras gestaba a mi hijo, el solo verla por allí deambulando en la casa me asqueaba realmente.

Luego de  varios meses, estaba en una reunión de Junta Directiva cuando me avisaron de la casa que habían llevado a Fionna con mucho dolor a la clínica, terminé la reunión y me apresuré a trasladarme a su encuentro, al llegar me topé con que ella había exigido que me prohibieran la entrada a la sala de parto, ahí sí que me impuse porque había estado presente en el nacimiento de Bastián, también en el de Aitana y no iba a perderme el nacimiento de Archer, ese es el nombre que yo escogí porque no hubo manera de tener esa conversación con Fionna, pensaba involucrarla y acercarla un poco a su hijo escogiendo su nombre, pero no hubo forma de que accediera a sentarse unos minutos conmigo a tratar ese tema, lo dejé por la paz y cuando le dije que ya tenía un nombre solo se encogió de hombros. Finalmente me prepararon para asistir al nacimiento de Archer, esta vez me mantuve del lado del médico y no tomando la mano de Fionna para darle apoyo como lo hice las dos veces anteriores, en realidad ni siquiera le informaron de que yo estaba allí para no alterarla, según la opinión del médico; vi nacer a mi hijo, oí su llanto, me emocioné y lloré al ver su cuerpecito rosado tan frágil e indefenso, esperé un rato en un espacio aparte mientras lo limpiaban y lo envolvían en una manta como un tabaquito y así como a sus hermanitos también le juré protección y amor eterno cuando me lo pusieron en los brazos.

Salí con el bebé para presentárselo a sus abuelos mientras Fionna era trasladada a su habitación, todos me recibieron emocionados, mi hijo recién nacido muy gentil abrió los ojos y sonrió como si estuviera saludando a todos, pasado un momento comenzó a llorar y una enfermera me dijo que debía llevárselo a su madre para que lo amamantara y al regresar a la habitación ella no estaba en la cama, la imaginé en el baño, pero después de un buen rato fui a buscarla porque el bebé seguía llorando, seguramente de hambre como había dicho la enfermera, no la encontré, solamente estaba la bata de hospital tirada en el piso, tuve un horrible presentimiento, comencé a llamarla por teléfono y al oír el timbre dentro de la habitación encontré el celular de ella en la papelera del baño, había borrado todos los contactos y conversaciones. Llamé a mi madre a la habitación y le entregué a mi hijo diciéndole: “Se llamará Archer, su madre se fue abandonándonos, hazte cargo de él para que lo alimenten por favor, regreso en unas horas.”, “Hijo no cometas una locura, por favor” –dijo mi progenitora con voz angustiada–, “no te preocupes mamá, ya yo estaba dispuesto a separarme” –fue mi respuesta.

***

[Gaspar Davis salió de la clínica evitando encontrarse con sus suegros y su padre que aún estaban en la sala de espera, mientras subía a su auto le pidió al chofer que lo llevara a la casa, en el trayecto iba girando instrucciones, ordenó buscarla, pero no quería que la regresaran, solo pidió informes y que documentaran sus pasos. Antes de llegar a su casa recibió el aviso de que habían localizado el automóvil del guardaespaldas de Fionna y lo estaban siguiendo, Boris y Fionna llegaron al aeropuerto, compraron boletos, pagaron en efectivo y tomaron un avión a una isla del Caribe, cuando Octavio se enteró quiso perseguirlos y matar a ese traidor que él mismo había entrenado, pero Gaspar se opuso rotundamente.]

“Por eso me exigía dinero en efectivo cada vez, había planeado su fuga fríamente con antelación.” –Me dije para mí mismo.

[Al poco tiempo Gaspar entró a su casa y en su habitación cayó de rodillas frente a su cama y lloró amargamente por mucho rato, más por su hijo que por él, cuando se incorporó su pecho se había endurecido, tomó una ducha, se vistió y regresó a la clínica, buscó al director y luego de recriminarle furiosamente su complicidad, aunque no podía probarlo, sacó a su hijo de allí. Su madre se ofreció a ayudarlo hasta que contratara una niñera para el bebé, sin embargo, al estar en la casa la enfermera y las otras niñeras, se hicieron cargo de inmediato, consintiendo al nuevo integrante de la familia.

Los padres de Fionna estaban consternados, les avergonzaba mucho lo sucedido, Gaspar mantenía un trato frío con ellos, ya que no creía del todo que no conocieran los planes de su hija, les permitía visitar a los niños, pero bajo ningún concepto podían salir de la casa con ellos. Les dolía, no obstante, comprendían el resentimiento de su yerno y aun cuando trataron de comunicarse con Fionna por un número que ella les había dado días atrás, no les contestaba.




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