[Hoa se recuperaba lentamente de la impresión de haber visto a Gaspar con esa mujer saliendo del privado donde seguramente habían tenido sexo, su imagen se derrumbó de tal manera ante ella que sintió que sus piernas se doblaban, no pudo evitar mirarlo con decepción e incluso asqueada al recordar su boca besándola y ahora quien sabe en qué partes del cuerpo de esa mujer había estado su lengua.
Hizo gala de toda su fuerza de voluntad para permanecer firme ante su amigo Francesco y continuar la conversación como si nada, terminaron el recorrido y cuando el señor Américo les invitó a comer, se negaron ya que Hoa debía volver a su restaurante para verificar que todo estuviera marchando bien.]
Se despidieron cordialmente del dueño del restaurante italiano y al estar solos, Francesco le comentó:
–No me imaginaba al señor Davis en semejante situación, generalmente las personas con su poder económico suelen ser un poco más discretas.
–No creo que haya sido indiscreción de su parte, hubo una falla por parte del local, al no bloquear el acceso a esa zona si el privado estaba ocupado. –“¿Todavía eres capaz de defenderlo?, se preguntó y se respondió: solo es un comentario justo.”
–Pensé que tú y él tenían algo oculto por la forma en que te miraba en la fiesta, pero con la actitud de ambos hoy, veo que me equivoqué totalmente.
–Francesco, entre el señor Davis y yo no hay nada, claro que te equivocaste.
–Pues me alegra mucho saber eso. Pequeña debo ir a Italia pasado mañana a un evento muy importante, ¿quieres acompañarme?, estaremos un par de días allá y regresaremos para el fin de semana, yo cubriré todos los gastos.
–Acepto tu invitación, me hace falta una escapada –respondió sin pensarlo mucho.
–Me haces muy feliz pequeña.
–En plan de amigos Francesco, ¿de acuerdo?
–No, sabes que me gustas mucho y yo quiero ser más que tu amigo, así que no me culpes por intentar adueñarme de tu corazón.
[Hoa no respondió, solamente lo observaba, Francesco era un hombre muy guapo, con una abundante cabellera negra que caía sobre sus hombros dándole un aspecto muy juvenil, aunque en realidad era un hombre de 36 años ya, dueño de unos ojos en un azul profundo que siempre la miraban con dulzura, sus labios siempre le llamaron la atención y le resultaban muy tentadores, muy buen cuerpo y siempre elegante en sus 180 centímetros de altura, le dijo a su amiga Dafne que él era competencia para Gaspar y es que realmente lo consideraba así, sobre todo ahora que se había eliminado toda posibilidad entre ellos.
Al estar en el restaurante se mantuvo ocupada, la imagen de Gaspar al lado de la rubia venía a su mente y trataba de desecharla de inmediato. Al momento del cierre se dirigió sin demora a su casa, se lanzó en la cama y dejó salir toda la frustración que sentía, lloró y se permitió sollozar ruidosamente, casi una hora después se metió en la tina cerró los ojos y trató de relajarse, ¿se puede sufrir por un amor que no se tuvo?, parece ser que sí, porque eso es lo que estaba sintiendo.]
Su teléfono comenzó a sonar, lo había dejado en la cama, salió y sin secarse bien se colocó una bata, era un número desconocido, podía ser un posible cliente, así que devolvió la llamada, cuando la atendieron reconoció la voz:
–¡Gaspar! ¿eres tú?
–Sí, no me tranques por favor.
–¿Qué quieres?
–Hablar contigo, explicarte…
–No tienes por qué hacerlo, no te preocupes por mí, disculpa debo colgar.
“¿Qué le pasa?, cómo que quiere hablar y explicarme, ¿explicarme qué?, que yo le gusto tanto que al siguiente día de besarme y proponerme que fuera su amante, se fue a revolcar con otra mujer.” Tomó el teléfono y lo bloqueó.
En su casa Gaspar lanzó el teléfono sobre la cama, se pasó las manos por el cabello en señal de impotencia y fue al minibar de su habitación, se sirvió un whiskey que tomó de un solo sorbo, quería a Hoa en su vida, él que se juró no volver a confiar en una mujer, en ese momento sentía la imperiosa necesidad de que esa mujer confiara en él, que creyera en lo que sentía y le diera una nueva oportunidad. Intentó comunicarse otra vez, pero lo había bloqueado, se vistió y salió, se activó la seguridad y al entrar al automóvil le dijo a Adán:
–Quiero ir a casa de Hoa.
–¿Te parece prudente? –preguntó Octavio.
–No quiero ser prudente, quiero verla y hablar con ella.
–¿Por qué no la llamas por teléfono?
–Ya la llamé, me colgó y me bloqueó –respondió con pesar.
Octavio le dijo a Adán:
–Vamos a un bar discreto, tomaremos unos tragos.
Gaspar se había recostado del asiento y permanecía quieto con los ojos cerrados, llegaron a un bar, Octavio le abrió la puerta para que se bajara e invitando a Adán se fueron los tres a una mesa apartada, pidieron una botella y comenzaron a beber en silencio. Luego del tercer trago, Octavio habló:
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Editado: 22.05.2024