Me EnseÑaste A Amar

CAP. 22 CONOCIENDO A MANUEL EDUARDO REBOLLEDO ARAQUE

[Gaspar despertó y se arregló pensando en la situación sentimental de su hijo Bastián y en que él se encuentra igual que su pequeño, ya que está tratando de obtener el perdón de una chica que le gusta y poder conquistar su corazón, al mismo tiempo que ella tiene a dos hombres con intenciones de enamorarla.

Decidió de pronto acompañar a Bastián al colegio, quería que le mostrara a la chica y, de ser posible, al chico que también gustaba de ella, solo por curiosidad, porque él sabía quiénes eran los hombres que andaban tras su chica, ahora quería saber quién estaba tras la chica de su hijo.

Les avisó durante el desayuno que los acompañaría al colegio y Bastián entendió enseguida la razón, le guiño un ojo a su padre y una gran sonrisa iluminó su rostro, Archer particularmente y con mucho drama le pidió:

            –Papá pod favod, no vayas a mi salón.

            –¿Hay alguna queja sobre ti y no quieres que me entere?

            –No es eso, es que, si mi maesta te ve, luego me besa todo el día.

            –¿Por qué te besa?

            –Pada que te diga lo cadiñosa que es con tu pequeñín y vayas a dadle las gacias –explicó el niño rodando los ojos y apoyando la cabeza en su mano en gesto de preocupación.

Todos en la mesa rieron ante su comentario y su expresión, Dafne miraba a Gaspar y pensaba que ya tenía otra cosa que contarle a Hoa, aunque su amiga estaba tan enfadada con él que últimamente no quería ni que se lo mencionara. Tampoco le decía que había ocurrido entre los dos, así que estaba en ascuas.

            –Papito precioso de mi alma, ya sé de qué quiero la fiesta.

            –Excelente mi princesa, ¿de qué la quieres?

            –De princesas, quiero que las niñas vengan vestidas de princesas, solo niñas, los niños son violentos y nos van a molestar.

            –¿Hay algún niño molestándote en el colegio? –preguntó alarmado Gaspar.

            –¿Alguno ha sido violento contigo? –quiso saber Dafne también.

            –Manuel Eduardo Rebolledo Araque, ese niño torpe, me agarró la mano cuando estábamos formando en el salón para salir al patio, entonces le di un pisotón para que me soltara. Eso fue la semana pasada y esta semana pasó por mi asiento y tocó mi cabello.

Gaspar apretó los puños y resopló, pero Dafne sonrió y le dijo:

            –Te informo que Manuel Eduardo Rebolledo Araque, está tratando de llamar tu atención, parece que le gustas.

            –Dafne, no le des ideas, ese niño tiene que dejar de molestarla –protestó Gaspar.

            –Por lo visto ella se defiende muy bien, ¿no es así Aitana?, ¿quién te enseñó a defenderte así? –señaló Dafne.

            –Andrés y Daniel siempre me dan instrucciones, por si alguien me molesta.

            –Me parece muy bien –señaló Gaspar, complacido de que los guardaespaldas de su hija estén pendientes de ayudarla.

Terminó el desayuno y todos salieron, al llegar al colegio Gaspar acompañó a Bastián y este disimuladamente le señaló a la chica que le gusta y su padre se asombró al verla, era la niña más desarrollada del grupo, usaba maquillaje sutil, pero se le notaba, su uniforme era un poco más ajustado que el de la mayoría y cuando vio quién la acompañaba quedó de una pieza, trató de evitar el encuentro sin éxito alguno:

            –Señor Davis, qué sorpresa verlo aquí –señaló la esposa de Wallas.

            –Buenos días señora Wallas –saludó él muy serio y sin detener su andar.

            –¿Ese es su hijo? –preguntó la mujer apresurando el paso para alcanzarlo.

            –Sí, disculpe vamos retrasados.

            –Ella es mi sobrina Carol, mi hermana me pidió el favor de traerla hoy.

            –Está bien, bueno adiós –dijo Gaspar alejándose de ella.

            –¿Papá de qué conoces a la tía de Carol?

            –Es la esposa de un cliente, ¿tú la conoces?

            –Si, casi siempre viene a traerla. Mira ese es el chico que gusta de ella también.

Gaspar giró un poco y vio la imagen perfecta del chico malo, la actitud, la sonrisa, los compañeros que lo rodeaban, todo en él describía problemas, quiso decirle a su hijo que se rindiera, con esa clase de chicos no vale la pena librar ninguna batalla, pero lo comparó con el ministro y él no iba a desistir, así que su hijo tampoco, finalmente todo dependía de la chica, solamente debían estar preparados porque a esos chicos no les gustaba perder. Al entrar al área de los salones, se encontró con Dafne y le pidió que lo acompañara hasta el salón de Aitana, ella se preocupó, pero lo siguió en silencio, al llegar tocó la puerta y la maestra de Aitana casi grita de la alegría al verlo.

            –Señor Davis, qué agradable sorpresa, ¿qué puedo hacer por usted?

            –Buenos días, ¿me permite hablar un momento con Manuel Eduardo Rebolledo Araque?

            –Sí por supuesto, Manuel Rebolledo, ven por favor.




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