Me EnseÑaste A Amar

CAP. 47 EL REGRESO DE FIONNA

[Toc, toc, toc –tocan a una puerta.

            –Un momento por favor, ya le atiendo –anuncia la voz de una mujer mayor.

Toc, toc, toc. ­–Insisten en la puerta.

            –Un poco de paciencia por favor, igual estas no son horas de visitar, es medianoche.

Cuando la mujer abrió la puerta, se quedó ojiplática al ver a la persona que tocaba con tanta premura a su puerta.

            –Fionna, ¿por qué no avisaste que venias hija?

            –Madre tomé un vuelo sin pensarlo mucho, caso contrario seguía pasando el tiempo y no venía a rehacer mi vida.

            –Vamos a dormir, en la mañana platicamos con calma.

            –¿Qué sucede madre?, ¿sabes algo?

            –Hoy llegó un sobre para ti, lo revisé y es la demanda de divorcio.

            –Si esa perra piensa que voy a darle el divorcio a Gaspar para que se quede con lo que me pertenece, está muy equivocada. Él es mi esposo, esa mansión es mía y esos niños son mis hijos, sencillamente ya regresé y ocuparé mi lugar.

            –Gaspar ya no vive en la casa que conociste, está en otro lugar.

            –Pues mañana voy a viajar a ese otro lugar madre, como te dije antes vine a recuperar lo que es mío y que además merezco. ¿Soltero más codiciado?, ¡mis narices!

El padre de Fionna se levantó al oír las voces y al ver a su hija, la miró consternado, con tristeza le preguntó:

            –¿Qué haces aquí hija?

            –Bueno, pero ¿qué les pasa a ustedes?, regresé, quiero a mi familia de vuelta, eso es todo, ¿es muy difícil de entender?

            –Pero tu abandonaste todo, dejaste a tu hijo recién nacido.

            –Si algo les sobraba a mis hijos era quien los cuidara, gracias al obsesivo y controlador de su padre, así que no es tampoco que les hice mucha falta, estoy segura de que han estado bien. Yo vine a completar el cuadro, eso es todo.

            –No hagas esto hija, firma esos papeles y devuélvete –le suplicó su madre.

            –Si no me quieres aquí, dímelo, pero no voy a divorciarme de Gaspar, yo soy la señora Davis, nadie más.

            –¿Qué pasó con el hombre con quien te fuiste? –preguntó su padre.

            –No menciones a ese imbécil, bueno para nada. Iré a mi alcoba, anótame bien la dirección madre, mañana viajaré a mi mansión.

Los padres de Fionna volvieron a su habitación a paso lento, apesadumbrados, no la reconocían, estaba irracional pretendiendo regresar como si sus acciones no hubiesen sido lo suficientemente graves, para merecer perdón instantáneo con solo hacer acto de presencia.

La noche pasó rápido, al amanecer y apenas terminó de desayunar, Fionna tomó sus maletas, el papel con la nueva dirección de Gaspar y sin despedirse de sus padres, subió al taxi que previamente había llamado para dirigirse al aeropuerto.]

***

[Gaspar, Hoa y los niños estaban en la sobremesa conversando entre risas, cuando entró Helga a la estancia y llamó la atención de Gaspar, quien le dijo:

            –¿Qué le pasa Helga?

            –Señor, vi… vi… vino…

     –La pobre está impresionada, vine yo querido, tu esposa y la madre de tus hijos –espetó irresponsablemente Fionna. Gaspar se levantó como si la silla tuviera mil resortes y lo impulsaran, Bastián perdió el color del rostro, Aitana se bajó de su silla y se subió a las piernas de Hoa, quien se olvidó de respirar mientras miraba a la esposa de Gaspar de pie altiva en la entrada del comedor, al mismo tiempo que abrazaba a la niña quien enterró la carita en su cuello, Archer abrió mucho los ojos y gritó asustado.

            –¿Cómo te atreves a aparecerte así?, mira lo que has causado, ¿con qué derecho vienes a mi casa? –decía Gaspar mordiendo las palabras y con las manos en puños, su respiración entrecortada descubría lo que estaba conteniéndose para no asustar más a sus pequeños.

En ese momento entraron tres de sus hombres y Gaspar ya no se contuvo y gritó:

            –¿PARA QUE MIERDA LES PAGO SI NO PUEDEN HACER SU TRABAJO?

Los hombres rodearon a Fionna y la tomaron de los brazos para sacarla, entonces ella habló suplicante:

            –Gaspar por favor, no me botes de nuevo, yo solo quiero ver a mis hijos.

            –Papá no la maltrates –pidió Bastián, con un hilo de voz.

Gaspar volteó a verlo incrédulo, pero al volver la vista hacia Fionna vio su sonrisa, la manipuladora estaba haciendo su mejor acto frente a su hijo mayor para conmoverlo.

            –Hoa por favor llévate a los niños arriba.

            –¿Quién es ella?, es la mujer que quiere robarme el amor de mis hijos, no por favor, Gaspar no vuelvas a alejarme de ellos, ya me has castigado bastante.

            –Cállate Fionna, o no respondo.




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