Me EnseÑaste A Amar

CAP. 102 FINAL

GASPAR DAVIS

Estoy cumpliendo 50 años, aún me veo bastante aceptable, debo reconocer, lo cual confirmo por las reacciones de las mujeres que me miran sin disimulo en algún lugar al que asista, aunque la reacción que realmente me interesa es la de mi esposa, mi mujer, mi cómplice y mi mejor amiga, mi amada Hoa.

Me gusta observarla detenidamente –para no perderme detalle– cuando voy hacia ella con mis ojos llenos de deseo, cuando susurro algo en su oído o cuando la toco; pero si la beso, entonces nos perdemos los dos.

Esta mañana me sorprendió deliciosamente apenas abrí los ojos, lo hizo adrede porque sabe que desde hace varios años me despierto luego de que se separa de mí en las mañanas, no sentir su tibio cuerpo junto al mío me impide seguir durmiendo.

La encontré de pie frente a mi usando un sexy y revelador conjunto de lencería en encaje color rojo, en una mano sostenía unas esposas y en la otra un antifaz, en sus ojos tenía una mirada bastante pícara y su boca, que me vuelve loco, mostraba una sonrisa que encerraba muchas promesas.

Se subió a la cama y se sentó a horcajadas sobre mí, tomó mis manos las llevó sobre mi cabeza y me esposó a la cama, seguidamente me colocó el antifaz, por lo que quedé sometido a ella, desprendió mis pantalones dejándome desnudo y expuesto a su disposición.

Sentí sus manos recorriendo mi cuerpo y erizando mi piel, sus labios por todo mi rostro, su cálido aliento sobre mi boca, terminó dándome un tibio beso que me hizo respirar profundamente y sonreír.

Ninguno de los dos pronunciaba palabra alguna, para mí solo era sentir a Hoa apoderándose de mí, pero yo le entregaba una vez más, también mi corazón y mi alma.

Su boca y sus manos se deslizaban desde mis pies subiendo lentamente hasta dejar un tenue mordisco en mi ingle, se separó y atacó mi boca, bajó por mi cuello me marcó haciéndome estremecer, jugó con mis pezones lo que acelero aún más mis latidos haciéndome jadear, recorrió mi abdomen dejando pequeños besos y mordió nuevamente mi ingle, gruñí en protesta porque quería más y lo obtuve, sus manos y su boca se apoderaron de mi hombría y fue glorioso.

Después de un buen rato exploté y ella aprovechó toda mi esencia, sentí sus manos en mi torso y descubrí que todavía no había terminado ya que volvió a colocar sus piernas a cada lado de mis caderas y fue descendiendo lentamente hasta llenar su caliente y húmeda cavidad conmigo.

Sus movimientos iniciaron con pausa, pero cuando aumento la velocidad la vi en mi mente sudorosa, el cabello pegado a sus mejillas ya rojas por la agitación, su boca abierta llamando a la mía, sus montañas turgentes subiendo y bajando frenéticamente, su piel vibrando por lo que se aproximaba, ambos buscamos lo mismo y lo conseguimos, luego liberó mis manos, descubrió mis ojos y me dijo con voz entrecortada, casi en un susurro:

            –Feliz cumpleaños amor mío.

Al instante, solamente pude abrazarla sonriendo y repartiendo besos por su precioso rostro, para enseguida comenzar a mostrarle mi agradecimiento por tan espectacular obsequio, como solo sé hacerlo: amándola apasionadamente.

***

Ahora desde la terraza del segundo piso de nuestra mansión, la observo revisando todos los arreglos finales que solicitó para la celebración de mi cumpleaños, supe que ha invitado a un buen número de personas, algunos incluso vendrán de otros países, así que aparte de mi familia y mis compadres, estaré rodeado de varios amigos.

Solo ella haría algo así por mí y doy gracias porque, a pesar de que cuando la conocí y presentí lo que llegaría a hacerme intenté alejarla, nuestra unión siguió su rumbo como estaba destinada a ser.

Con ella y la familia que hemos creado juntos me siento tan satisfecho que podría abandonar este plano tranquilo y en paz, he sentido el amor desde su faceta más tierna hasta la más carnal y placentera.

He disfrutado de la comida más exquisita, he bebido finos licores, cada viaje ha sido una experiencia muy interesante y divertida, cada uno de mis hijos representó una aventura que me ha colmado de sentimientos y felicidad, todos los días he tenido temor de fallarles, de decepcionarlos y de no poder protegerlos.

Sufrí cada dolor, cada peligro en el que se han visto, ha sido aterrador siquiera pensar en no poder cuidarlos y al mismo tiempo he visto sus sonrisas, las cuales me iluminan como el faro más potente.

Amo a mis hijos, sigo agradeciendo cada día y cada noche por ellos y sé que el Dios al que le agradezco me escucha y si en este momento quisiera llevarme tomaría su mano y lo acompañaría sin temor, estoy convencido que dejo tras de mi a seis seres humanos excepcionales que, doy por seguro de que no causarán ningún daño, no herirán a nadie y…

…No sé por qué estoy pensando todo esto como si fuera mi último día. Perdóname Dios, porque estaba pensando en lo satisfactorio de mi vida, no solo en lo personal y familiar, sino también en todo lo material que he logrado y que cumple inmensamente su propósito; y casi en lo que estoy dejando atrás y no es así.

Quiero vivir por mis adorados padres que aún me apoyan y ayudan como si no hubiera crecido, por mi preciosa esposa quien es mi oxígeno, mis hermosos hijos en quienes se extendió el amor porque Bastián y su esposa Chantal me han dado la bendición de Adriano su bebé maravilloso y mi primer nieto.




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