¡ Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]

Capítulo 3: ¡Me urge un heredero!

Ayleen.

Tres dias de estar casada. Tres dias de vivir un matrimonio de hielo.

—Ayleen hija deberias levantarte e ir con tu esposo a la empresa.

—Mamá ese idiota que se valla a la mismísima mierda. -dije mientras me acurrucaba en la cama.

—Hoy tu esposo te exigirá un hijo Ayleen.

¿Qué?

Me sente en la cama como pude y abrí los ojos como platos.

—¿Como sabes eso mamá?

—No importa como lo se hija, lo único que importa es que tengo la información. Así que ahora bañate y colócate radiante para recibir la noticia.

—¿Mamá eres bruja?

—No, claro que no. Solo tengo buenos informantes.

—A mi no me engañas mamá. Se que eres una bruja y estas ocultando la verdad.

Mi madre se atrevio a rodar los ojos.

—Ayleen, me descubriste. Si, soy una bruja. Y he estado escondida por mucho tiempo.

Siguiéndome el juego ella es toda una experta.

Por eso la amo.

—¿Que hare cuando él se entere que ya estoy en cinta?

—Bueno eso es algo que tienes que pensar tú porque yo ya no doy abasto.

—Madre, te vas en el momento más importante de este asunto. ¿Es esto justo?

—Deja el drama y empieza a maquinar lo que dirás.

Me removí en la cama.

Qué difícil es esto.

Que difícil me la estas poniendo Alán Salvatierra.

—Además de lo de tú esposo, tú padre quiere que tomes el control de la empresa.

Otro que quiere joderme de todas las formas existentes.

Genial. ¡Espléndido…!

—Muy bien le dije a papá que yo iba tomar el control de mi agencia de espectáculos. Así que se busque a otra persona a quien manejar. Porque él ya no manejará mi vida.

—Eso tendras que decírselo tú, porque a mi ese hombre no me escucha.

Volví a removerme en la cama y en esta ocasión tomé una de las infinitas almohadas para golpearla.

—¡Estoy cansada de esto…!

—Yo también hija, no eres la única.

Después de golpear varias veces la almohada me dispuse a levantarme de la cama.

De mala gana, claro esta.

—Ese hijo que llevas en tu vientre es una niña.

—¿Como lo sabes?

Mamá sonrió.

—Que no se te olvide que soy un bruja.

Sonreí y me atreví a lanzarme de los brazos de mi madre.

—Quiero que ella se parezca a él. Que tenga la pasión que Alán tiene y que sea tan hermosa como lo es él.

—No puedes negar que el amor se te sale por los poros, hija. Y es  de esa forma es que te quiero ver siempre.

—Se me sale el amor por los poros pero, los fluidos siguen estando intactos en mi cuerpo.

—Oh, bueno eso es algo que se puede resolver con un poquito de alcohol. Tú deja eso en mis manos y veras como ese esposo tuyo te deja seca.

—Mamá no me hagas pensar en obscenidades porque tendré que recurrir al auto placer y eso no me gusta.

—Tengo un vibrador nuevo, ¿lo quieres?

Enarque una ceja mirandola.

—¿Donde estaba la mujer que se escandalizaria por escuchar la palabra vibrador?

—Esa mujer desapareció el día de tu boda. Al tenerlos todos juntos se me salio un poco lo mal hablada, mal pensada y hasta el lado pecaminoso despertó.

—Mamá dime que no has…

—No te preocupes hija que no he profanado la casa, aún…

Abrí mi boca para hablar pero en ese mismo instante mi suculento esposo entro en la habitación.

—Alán.

—Señora.

Mi madre y Alán compartieron una pequeña sonrisa, la cuál me hizo sentir mal porque ese lilipendo en los tres día que llevamos de casados no se a dignado en sonreirme como lo esta haciendo en este momento con mi madre.

Lo mire fijamente y sin pensarlo me acerqué a él.

—¿A mi no me saludaras?

Alán rodo los ojos al escuchar mu voz.

—Buen día.

Dijo a secas y yo lo fulmine con lod ojos.

—Oh no cariño. Tú a mi me saludas como es debido o no lo hagas.

—¿Como quieres que te salude?

Acorte nuestra distancia.

—Con un beso con lengua  y si no es mucho pedir un par de toqueteos.

Alán negó con la cabeza.

—Te dije que nuestro matrimonio es…

—Nuestro matrimonio es tan real como los otros asi que tu a mi me vas a cumplir. -dije y Alán tras escuchar estas palabras enarco una ceja.  —Quiero mi beso con lengua y un par de toqueteos, Alán Montero.

—Yo me marcho.

Escuché la voz de mi madre y tras un segundo ella se marchó, dejandonos a solas.

—Buscate a otro que cumpla todos tus caprichos porque yo no estoy disponible para jugar contigo al matrimonio feliz.

—Te equivocas papasito. Porque a mi me vas a cumplir, si o si.

Me acerqué más a él y mi esposo trato de alejarse. Pero yo se lo impedí.

—¿Qué quieres de mi?

—Quiero mi beso y toqueteo.

—Pues no obtendrás nada de mi.

“Eso lo veremos”

Me atreví a acorralarlo contra la pared. Y él no dudo en tratar de alejarse de mí.

—Quiero ese beso Alán Montero, y tú me lo vas a dar.

Me atreví a guiar mi boca hacia el lóbulo de su oreja y sin perder tiempo lo mordí.

—¿Estas demente, Barbie?

Sonreí.

—Si, estoy loca pero por tí.

Alán se removió y trato de apartarme.

Pero yo me mantuve firme.

Todo con tal de lograr mi objetivo.

—Ayleen, no quiero utilizar la fuerza contigo. Así que por las buenas déjame en paz.

—Si hubiera sabido que de esta forma escucharía mi nombre de tus labios, te hubiera acorralado desde el principio.

—Y si yo hubiera sabido que eras una demente, no me casaba contigo ni muerto.

Una lastima por él.

Pero en hora buena para mi.

—Deberias estar orgulloso de tenerme como esposa Montero. Porque nunca en tu vida encontraras una mujer como yo.

Lo vi hacer una mueca.

—Cuando me divorcie de tí, sere el hombre más feliz de este mundo. Porque estar unido a tí es una tortura.




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