¡ Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]

Capítulo 10: Lagrimas de sangre.

Ayleen.

Alán no se equivocó cuando me dijo que viviría en carne propia el infierno en la tierra.

-¿Mami, porque papi ya no viene a casa?

Me removí incomoda en la silla al no saber que decirle a mi pequeña niña.

-¿Por qué papi no va a buscarme al colegio? ¿Por qué?

Antes de que pudiera responder la puerta de la casa se abrió dejandonos visualizar Alán.

-¡Papi...!

Maia sin dudarlo corrió a los brazos de su padre.

-Mi pequeña...

Alán se coloco a la altura de Maia y la abrazo con bastante fuerza.

-¿Me extrañaste?

-Si, papi. -Maia beso la mejilla de Alán. -Prometeme que no te volveras a ir.

Alán coloco sus ojos en mi, mientras sonreía freneticamente.

Algo él me dejó claro y es que Alán volvió para torturarme más de lo que ya lo estaba haciendo.

-No me volveré a ir, princesa. Papá esta de regreso.

Esas palabras causaron una gran revolución en mi.

-Maia, cariño. Ve a colocarte unos zapatos porque saldremos de paseo.

Como era de esperar Maia chillo de alegría y corrió hacía las escaleras.

-¡No corras...! -grite y no perdí de vista a Maia Hasta que estuvo en el piso de arriba.

-¿Te has divertido mucho en mi ausencia?

-¿Si, es que no ves lo feliz que estoy? -respondí con sarcasmo.

-Eso veo.

Alán me escaneo por completo antes de sonreír de forma macabra.

-Según informes no has retozado con tu amante. Te felicito, pero he de no bajar la guardia contigo.

Esto es el colmo.

-¿Me estas espiando?

-Si, porque eso es lo que se debe hacer con las mujeres infieles como tú.

Formé mis manos puños y me levante de la silla. Porque ya no podía contener la rabia que bullía por mi sangre.

-¡En que maldito idioma tengo que decirte que no te he sido infiel...!

-No tienes que decirlo en otro idioma porque en español entendí que tienes un amante.

-Si claro, tengo un amante -Alán me lanzo una mirada fulminante. -Y es tu maldita verga. Maldito estupido.

-Deja de mentir y de una vez por todas confiesa que me has sido infiel.

-Te voy decir una cosa Montero... -camine Hasta quedar frente Alán. -Tú has sido el único en mi vida, él único hombre que he dejado que traspasar mi feminidad, el único con el que he compartido cama.

-Esas son mentiras porque yo no recuerdo haberte tocado.

Claro que no lo recuerdas maldito estupido porque en las dos ocasiones que me has tocado estás mas borracho que los simples borrachos.

¡Genial Ayleen...! El hombre que amas no recuerda las buenas y explosivas cogidas que han tenido juntos, puntos para tí.

Lo voy a matar, busquen un arma para acabar con la vida de ese miserable. Diablita grito con todas ssu fuerzas mientras deambulaba de un lado a otro.

Lo que empezó mal, mal va a terminar. Este comentario de parte de angelitos logro que mini diabla se detuviera en seco.

Si no quieres que acabe contigo, Cállate la maldita boca ángel del diablo. Mi pobre ángel abrió sus ojos como platos, y corrió lo más lejos posible se mi diabla.

La compadezco porque cualquiera se asusta por el genio que se carga diablita.

-Nunca te he tocado y ahora menos lo hare sabiendo que otros han profanado tu cuerpo.

Cerre los ojos, suspiré y antes de poder decirle algo escuché el timbre de la puerta.

Alán giro sobre sus pies, camino hacia la puerta y sin dudar la abrió.

Y en cuanto lo hizo observé la figura de un esbelta mujer rubia.

-Dijiste que no te tardarías.

-Eso pensaba pero mi hija se ha demorado. -el maldito de Alán se acercó a la mujer y rodeo la cintura de ella.

¿Qué rayos esta pasando aquí?

-¿Me puedes decir quien es ella y que hace en mi casa?

Llame la atención de la mujer y esta hizo una mueca de disgusto.

-¿Ella es la tonta que se atreve a serte infiel?

-¿Quién es ella y que hace en mi casa?

-Que te importa quién sea.

-Me importa porque esta en mi casa, me importa porque tú eres mi esposo.

La mujer sonrió.

-Oh, pequeña. Date cuenta que perdiste a tu esposo cuando decidiste ser infiel.

-No estoy hablando con usted rinoplastia andante, estoy hablando con el maldito de mi esposo.

La rubia claramente oxigenada se ofendió por mi comentario.

-Yo por lo menos no he sido una sucia infiel, como tú.

Apreté mi mandíbula porque esta mujercita se esta buscando con creces que la arrastre por el maldito piso y haga de su cuerpo papilla.

-Alán Montero, saca a esta mujer de aquí antes de que los mate a ambos.

-Esta también es mi casa Ayleen, así que yo decido a quien traer y a quien no.

Golpe duro para mi.

-Esta bien, has lo que te de la gana. -dije con todo el dolor que sentía en este momento, pero no le daría el gusto de ver me derrotada.

Camine hacia las escaleras y justo cuando me dispuse a subir el primer escalón escuché la voz de Alán.

-Me llevaré a Maia por tres días.

-Ire ayudarla a empacar.

-No es necesario chula porque Alán y yo le compraremos ropa nueva. -obvie la cabeza de la mujer y seguí subiendo los escalones.

-No puedes salir Ayleen.

En cuanto escuché estas palabras gire sobre mis pies.

-¿Qué dijiste?

-Tienes prohibido salir de casa si no es para acudir a la empresa a tu empresa o a la nuestra.

¡Ja...! ¿Este piensa que yo seguiré sus órdenes?

-Claro señor, como usted ordené.

Seguí subiendo las escaleras con lentitud.

-Si piensas que seguiré tus malditas órdenes estás muy equivocado maldito Montero, porque a mi nadie me manda. -verbalice para mi.

Subi el último peldaño y justo cuando estuve en la planta de arriba visualice a mi pequeña.

-Maia, te comparé lo que quieras solo si haces algo por mi.




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