¡ Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]

Capítulo 12: Adiós, amor.

Ayleen.

—En este preciso momento nos marchamos Ayleen.

Ignore las palabras de Alán. Y continúe caminando.

—Ayleen, te estoy hablando…

Alán me detuvo abruptamente al agarrar uno de mis brazos.

—Sueltame. -susurre sin mirarlo.

—Mirame.

Me rehusé a mirarlo porque no podía sostenerle la mirada, sabiendo que él ama a otra.

—Dame el divorcio y acaba con esto de una vez por todas…

—No te dare el divorcio para que te vallas con tu amante.

Tuve la intención deshacer el agarre de Alán pero él ejerció más fuerza. Imposibilitando mi plan de escape.

—Escuche muy claro que la señora le dijo que la suelte.

Alán desvio sus ojos para mirar al hombre.

—¿Tú quien eres?

—Soy alguien que no va a permitir que sigas lastimando a la señora.

Alán apretó su mandíbula y ejerció más fuerza a mi brazo.

—Esta señora es mi mujer, así que no tienes que interferir en nuestros asuntos.

—Sueltame, Alán.

—¡Que no…!

Alán empleo más fuerza a su agarre y no me quedo de otra que soltar un gran chillido de dolor.

—¡TE DIJE QUE LA SUELTES…!

Después que el hombre gritará estas palabras se lanzó sobre Alán, y sin perder tiempo le dio un fuerte golpe en la mandíbula.

Alán deshizo el agarre de mi brazo y posteriormente intento devolverle el golpe al hombre pero el militar fue más rapido.

Observe por unos segundos la escena, e hice una mueca al ver como Alán terminaba tendido en el suelo, mientras el hombre no tenía ni un solo golpe.

—Ire a dar un paseo.

—¿Desea que la acompañe?

—No.

El militar asintió.

—¿Qué hago con él?

—No se, ni me importa…

Tras verbalizar estas palabras gire sobre mis pies y el caos dentro de mi se desato al ver a la rinoplastia andante correr hacia donde estamos.

—¡Alán…!

Esto es el maldito colmo.

Apreté mis puños con fuerza y en el momento en que la mujer iba pasando por mi lado coloque en su camino uno de mis pies y con esto logré que ella cayera de brunces contra el suelo.

—¡Ahhhh…!

—Lo siento querida. -acote mientras sonreía.

Casidi, soltó un gran grito cuando vio que yo me burle de su desgracia.

—Te vas arrepentir de esto.

—Nunca me arrepiento de lo que hago.

Le di una última mirada a la mujer antes de empezar a caminar.

Y cuando estuve lo suficientemente alejada de todos me permití llorar.

—¡¿Por qué no entiendes que verte con ella me daña?! -solloce y las lagrimas salieron como si de una cascada se tratara. —¿Por qué me dañas de esa forma?

—Ayleen. ¿Que sucede?

Me detuve abruptamente luego de escuchar la voz de mi hermano.

—Te necesito, Dustin.

Me lance sobre mi hermano y él sin dudarlo me abrazó con fuerza.

—Todo va a estar bien, cariño. -Dustin dejo un beso en mi cabeza —Estoy aquí para tí, siempre estare para tí.

Me permití llorar en los brazos de mi hermano.

¿Cuándo llegara el día que dejare de sufrir?

Observé Alán dormir y me fue imposible no acariciar su rostro.

—Se ve desde lejos que lo amas.

—El amor que siento por él, al parecer no es suficiente.

Aitana entro a la habitación y se colocó a los pies de la cama.

—Él te ama, Ayleen.

—No, no lo hace…

Me atreví a dejar un beso en sus labios, porque se que este sera nuestro último beso.

Nuestro último beso porque a partir de mañana empezara el verdadero caos entre nosotros.

—Cuando Alán recupero de los trancazos que le dio el militar, a la primera persona que nombro fue a ti Ayleen. No dejes que unos simples malentendidos destruyan su matrimonio.

—Gracias por tus palabras Aitana, pero este matrimonio tiene fecha de caducidad.

—No dejes que esa mujer se salga con la suya.

—Ella cantara victoria por varios años, pero llorara lágrimas de sangre cuando yo regrese.

Aitana frunció su seño. Y no dudo en hablar.

—¿Eres bruja?

—No, solo me llegan visiones.

—Eres bruja Ayleen, eso es un hecho.

Rodé los ojos y recoste mi cabeza contra el pecho de Alán.

—¿Dónde esta esa mujer?

—La muy perra se atrevió a pasar sobre mi autoridad, así que tuve que arrastrarla hasta la salida de mi racho.

—¿Sufrió?

—Grito como la gran perra que es.

Sonreí e Aitana me guiño uno de sus ojos.

—Te dejo porque ire a estregarle la espalda a mi hombre, para ver si logro obtener un par de orgasmos.

—No necesito saber de sus actividades sexuales, Aitana. Así que evita omitir cualquier tipo de comentarios en mi presencia.

—Ni que fuera para tanto.

—Es mi hermano quién te da esos orgasmos.

Aitana enarco una ceja. Y sonrió.

—Estamos a mano porque Alán es como mi hermano.

—Dejemos ese tema quieto Aitana. Ve por tus orgasmo y dejame dormir en paz.

—Te tomare la palabra porque ahora que estoy embarazada se me antoja muchísimo chuparle la verga a mi hombre.

Por Dios, es que esta mujer no entiende que la mente tiene tanto poder que me imagino a mi hermano cogiendo con ella.

—¡Me acabo de imaginar a mi hermano cogiendo…!

—¿Se veia sexi follandome?

—Aitana, no me hagas pecar más. Por favor.

—Me ire solo porque se que necesitas descansar por mis sobrinos.

—¿Como lo supiste?

—No necesito una bola mágica para saber que estas embarazada Ayleen, porque se te nota el brillo en tu mirada y además de eso Maia me dijo que recolectaramos manzana para sus hermanos. 

Lo único que espero es que Maia no le soltara la lengua Alán.

—Nunca le confíes un secreto a un niño porque ellos no pueden retener información confidencial.

—Te tomare la palabra, Aitana.

La picarona de Aitana sonrió antes de girar sobre sus pies.




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