¡ Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]

Alán Montero. [Parte 1]

Alán.

La palabra cansancio me queda como anillo en el dedo.

Porque últimamente no he tenido nada de paz.

—¿Alán, me puedes explicar que rayos hiciste?

Me masajee la sienes y me atreví a cerrar los ojos.

—Mirame cuando te hablo…!

—¿Qué deseas padre?

Muy a mi pesar hice contacto visual con mi padre.

—¿Como es eso de que te divorciaste de Ayleen?

—Eso fue fácil padre. Solo plasme mi nombre en la demanda del divorcio y listo…

—Alán no estoy para juegos…

—Yo tampoco así que te pido de favor que dejes el tema en el olvido.

Mi padre enrojeció de la furia.

—Solo una cosas tenias que hacer y no lo hiciste bien.

—Te has puesto a pensar en que yo no quería hacer esa cosa, pero tú me obligaste. He aquí el magnífico resultado que obtuvo señor Montero de sus constantes presiones y dediciones que tomo usted por mi. Padre, todo se arruinó por tu culpa. Por imponerme algo que no quería sobre mis deseos. Pensabas que ibas a ganar pero perdiste.

—Yo solo quiero lo mejor para tí, que tengas un futuro brillante y una hermosa familia.

—Eso lo querías tú, ¿pero que hay de mis sueños? ¿Dande quedan mis deseos para con esta vida? ¿Donde?

Mi padre agacho la cabeza.

—Eres libre Alán. En cuanto gustes re puedes marchar. Ve a perseguir tus sueños.

Me levanté de mi silla giratoria.

—Pero una cosa te dire… -camine hasta estar al frente de mi padre. —Si no querías Ayleen no tenias que dañarla de la forma en que lo hiciste. La heriste de la peor manera posible. Destruiste sin importarte a esa gran mujer, fragmentaste su corazón en millones de pedazos y no tuviste compasión de ella. El Alán Montero que yo crie no se hubiera prestado para semejante bajeza. ¿Qué te pasó hijo? -papá coloco una de sus manos en mi hombro he hizo contacto visual conmigo. —Puede ser que yo haya hecho las cosas mal al imponerte mis deseos pero eso no te daba derecho a destruir a esa joven que tanto te ha amado. Estoy seguro que yo pagare por mis actos, pero tú hijo mío tendrás que pagar un precio muy alto por dañar Ayleen y a tu pequeño retoño.

—Desde un principio no queria casarme con ella, tú muy bien lo sabes.

—Pero lo hiciste, te casate con ella y le hiciste un hijo. Eso bastaba para que no la lastimaras.

—Maia fue concebida por la implantación de mi esperma en Ayleen no porque yo la hubiera tocado. Además de todo, tú tienes la culpa porque me presionaste por un heredero.

—¿Estas seguro de que no tocaste a esa preciosa mujer?

—Si. -conteste sin dudar.

—Pobre de ti cuando esa diabla con sed de venganza coloque las manos sobre ti, Alán.

Mi padre sonrió mientras palmeaba mi hombro.

—Desde este momento eres libre Alán, ve y lucha por tus sueños.

—Quién manejara la empresa?

—Yo hasta que la albacea de mi nieta regrese a su verdadero hogar.

—Padre…

—Maia Montero es la dueña de la mitad de esta empresa y su madre es su albacea hasta que cumpla la mayoría de edad.

Me encogí de hombros.

—Antes de marcharte a tu vida promiscua pasa por la casa.

Rode los ojos porque sabía que en casa me esperaba un buen sermón de parte de mi madre.

—Ah y otra cosa… mantén alejada a esa mujer de tu vida si no quieres que te involucre en sus crímenes.

—¿Qué mujer?

—Casidi, es una exconvicta.

Me encogí de hombros porque no me importa nada que tenga que ver con ella.

Es verdad que le agradezco lo poco que ella hizo por mi pero no hay nada más.

—Ella no tiene nada que ver conmigo.

—¿Estas seguro? Porque eso no es lo que dicen las noticias.

—Padre, deja el tema.

—Lo dejare.

—Me marchare mañana mismo.

—¿A dónde?

—A la academia de aviación.

Mi padre hizo una mueca, la cual no paso desapercibida por mi.

—Espero que cumplas tus sueños hijo.

—Eso debiste desearlo cinco años atrás padre.

—Si te hubiera dejado ir no tendrías una hija que te ama con todo su corazón.

En ese momento quise gritarle que según las pruebas que me realice Maia no es mi hija.

Esos años fueron un total desperdicio porque ella no es mía.

Antes de que pudiera decir algo escuché la potente voz de mi madre.

Y no me quedo de otra que rogarle a Dios por mi alma.

—¡ALÁN…!

—Me quiero mantener de incógnito padre.

—¿Como así?

—Me ire a un lugar donde nadie pueda reconocerme. El apellido Montero se quedara aquí, y en el caribe solo sere Alán. Un simple chico con deseos de superación.

—¡ALÁN…!

—Destrozaras el corazón de tu madre.

—Necesito alejarme papá, necesito olvidar.

—¡ALÁN…!

Mi padre evitó mirarme a los ojos.

—Si quieres olvidar lo que tuviste con Ayleen, lamento decirte que no podras olvidar a quien es el amor de tu vida. Ni tomando como loco, como lo has estado haciendo últimamente, ni con otro amor tampoco. Porque ella penetro en tu corazón y de allí no la saca nadie. Ayleen Salvatierra es la mujer de tu vida Alán y te arrepentirás de haberla dejado marchar.

Antes de poder objetar la puerta de la oficina se abrió dejandome visualizar a mi madre.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te deparaste de ella?

—No quiero hablar de ello madre.

Caminé hasta estar al frente de mi madre y algo dentro de mi se rompió al ver las lagrimas descender por sus mejillas.

—Le prometí que iba cuidar a su hija y que seria la mujer más feliz a tu lado. Ella me confío a su hija y tú terminaste rompiéndole el corazón. La destruiste…

—Madre…

—Te pedí que la hicieras feliz, te pedí que la amaras con todo tu corazón.

—¡COMO QUIERES QUE LA AME CUANDO ELLA ME ENGAÑO…! Ayleen Salvatierra me vio la cara de estupido.

—Lavate la boca antes de hablar mal de ella.




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