¡ Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]

Alán Montero. [Parte 2]

Alán

Dos años después.

Mire la liga que Maia me había dado y un suspiro cansado salió de mis labios.

Ya habían pasado dos años desde ese día. Dos años en los que había recuperado lo que me gustaba hacer, sin tener a mi padre diciéndome que hacer y que no hacer.

—Alán, llegamos tarde. -me coloque la liga en mi muñeca y seguí a mi compañero de vuelo. —Hoy tenemos un viaje bastante corto. Transportaremos a una hermosa mujer y a sus tres hijos, creo que su nombre es Ayleen, Ayleen Salvatierra.

Me detuve abruptamente tras escuchar el nombre de ella.

—¿Ayleen? -luego de nombrarla mi corazón empezó a latir desenfrenadamente.

—Si hombre, Ayleen Salvatierra.

Mire la liga en mi muñeca y la alegría invadió mi cuerpo.

Luego de dos años vería a Maia.

—¿Estas bien, Alán? - mi compañero se colocó delante de mí agitando una de sus manos delante de mi cara.

—Estoy bien -dictamine con una gran sonrisa en mis labios.

—Sabia que estabas loco, pero esto me lo acaba de confirmar. -dictamino él para luego retomar la caminata hasta el avión.

Camine detrás de él en silencio.

—Necesitas desestresarte, Alán. Así que cuándo lleguemos a francia te llevaré al mejor club nudista que existe.

—No me interesa esa invitación casanova, buscate otro compañero. -mi amigo bufó.

—Algo te está pasando Alán.

Claro que algo me esta pasando.

En dos días cumplo dos años de que me separé de Ayleen, dos años de que no veo la hermosa cara de Maia. Dos años de que perdí contacto con mis padre y hermana. Dos años de que no he podido sacarme de la cabeza a Ayleen Salvatierra, mi bendito tormento.

—Me encargare de averiguar cuál es el gran misterio de tu vida, Alán -rode los ojos luego de escuchar.

—Has lo que quieras... -dictamine mientras subía al avión. Y mi mejor amigo luego de escuchar estas palabras bufó.

Yo sabía muy bien que él tenía curiosidad de saber más de mi vida pasada pero yo no estoy listo para contarle a nadie que soy nada más y nada menos que Alan Montero, el ex presidente de la empresa de telecomunicaciones más grande y reconocida del país. Y tampoco estoy preparando para contarle que estuve casado con la actual presidenta de la agencia de espectáculos más reconocida en todo el mundo, Ayleen Salvatierra.

Es mejor dejar tranquilo, lo que quieto está.

En cuanto entre al avión mis ojos escanearon el interior del lugar. Vi a la aeromoza, la cuál me dió una gran sonrisa. Y no dudo en acercarse a mi.

—Alán, que gusto verte. -hice una mueca cuando ella me dio un abrazo enérgico.

Desde hace dos años no soporto esas muestras de afecto, no soporto que ella no entendiera que no quería nada con ella, ni un aventura ni que seamos amantes.

No quiero nada con nadie a menos que se llame Ayleen Salvatierra.

—Alicia te he dicho mil veces que no me gustan las muestras de afecto, y mucho menos que me llames por mi nombre, cuando yo no te he pedido que lo hagas. -me separe de ella y sin esperar la respuesta que me daría camine hacia la cabina.

—Por Dios hombre. Acabas de rechazar un polvo rápido. ¿Me puedes decir que rayos te sucede?

Coloque mis ojos en Erick y para que me dejara en paz de una vez por todas hablé, dejándolo con los ojos muy abiertos.

—Amo a mi ex esposa. ¡No puedo sacarme la de la cabeza!

—¡Oh, Dios! Ahora entiendo todo -Erick tomo asiento en su silla —¿Si la amas porque se separaron?

Excelente pregunta.

Tomé asiento en mi silla y mire a mi amigo a los ojos.

—Ella no me quería. Estaba enamorada de otro. -Erick hizo una mueca —Lo vi por accidente en su diario. Y todo cambió desde ese día. Antes de leer parte de las palabras que había escrito en ese diario le iba a decir lo mucho que ella en gustaba.

—Estas jodido, Alán. Estas bien jodido. Pero... -sus palabras se detuvieron abruptamente luego de escuchar la voz de Alicia dándole la bienvenida a la señora Salvatierra.

Erick se levantó del asiento como si tuviera un resorte, me dió una gran sonrisa y se pasó las manos por el cabello.

—Vamos a darle la bienvenida a esa hermosa mujer, Alán. Vamos -negué con la cabeza. No podía verla porque colocar mis ojos sobre ella es abrir más la herida que llevaba en el pecho. —Pués tu te lo pierdes. Puede ser que ella coloqué sus ojos en mi aunque pensándolo bien eso sería una completa locura. Pero espero que suceda. Porque yo por tener a una mujer como ella a mí lado me convierto en el mejor padrastro del mundo, solo por ver las hermosa sonrisa de Ayleen Salvatierra otra vez, porque desde hace dos años no la han visto sonreír. Hace dos años ella se apagó por completo, por culpa del idiota de su ex. Ese desgraciado apagó la sonrisa de la chica más hermosa de este mundo. ¡Lo odio!

Bueno... que puedo decir.

Me quedé en silencio por un momento, el cuál fue suficiente para que Erick me marchará con paso apresurado lejos de la cabina.

Cerré los ojos y las palabras que Ayleen y yo nos habíamos dicho en casa de mi hermana llegaron a mi mente.

—Esto no va para ninguna parte. Es mejor que lo dejemos aquí -pronuncia Ayleen entre sollozos, y sus palabras están llenas de dolor. —Mañana a primera hora te enviaré los papeles del divorcio.

Mire fijamente a Ayleen y el dolor lleno por completo mi pecho.

—Los estaré esperando... -estas palabras se que rompieron por completo el corazón de Ayleen, lo pude ver en sus ojos.

Después de decir estás palabras giré sobre mis pies.

—¡No seas cobarde maldito idiota..! No eres ni la mitad del hombre con el que crecí, deja de lado tus malditas ambiciones y lucha por ella. -me detuve abruptamente al escuchar estás palabras salir de la boca de Amaia.

—¿Quien te dijo que la quiero? ¿Quien te dijo que quería casarme con ella? ¿Quién verbalizo que quería aparentar amarla?




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