¡ Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]

Capítulo 15: Perdón.

Ayleen.

Este viaje sin duda alguna se iba posicionar como el peor viaje que hecho. De eso no hay duda.

Abri mis ojos cuando comprendí que me iba resultar imposible dormir.

—Mami.

Me apresure en girar mi cabeza hacia Maia y en cuanto coloque mis ojos en ella hice una mueca al ver a mi pequeña niña en un rincón llorando.

—¿Mi amor que pasa?

Me levanté de la cama y camine hacia donde ella se encuentra.

—En dos días es el día del padre.

—Lo se cariño. ¿Le daras a tu papá las cartas que le has escrito?

—No, porque él no me quiere.

Abrace a mi pequeña y ella no dejo de sollozar.

—Maia, se que no puedo justificar las palabras de tu padre pero él de alguna manera u otra te quiere, te ama.

—Papi no me quiere. Si me quisiera no se hubiera ido. Nos nos hubiera dejado solos…

Mi pequeña tiene un buen punto. Pero no por eso dejare que siga sumida en el dolor de que su padre no la quiere.

—Te entiendo cariño, pero debes entender que los adultos muchas veces hacen dicen cosas hirientes sin pensar en el daño que van a causar. Estoy segura de que tu padre te quiere, Maia. Él te adora.

—Si los adultos hieren por herir, yo no quiero crecer nunca mami. ¡No quiero…!

Deje un beso en la cabeza de mi hija y la abrace.

Pobre de mi pequeña niña, pero yo hare todo lo que este a mi alcance para que deje de sufrir.

—No puedes ser una niña por siempre mi amor. Tienes que crecer para que seas una hermosa jovencita.

—No quiero.

—Si no quieres crecer no podrás diseñar ropa y mucho menos tener el refugio para perros que me contaste.

—Ma…

—Ahora que puedes pensarlo mejor, ¿que me dices?

Maia seco sus lagrimas.

—Quiero dibujar ropa y tener un refugio para perros.

—Entonces tienes que perdonar a tu padre y ayudarlo a no herir por herir.

—Tío Kirk me dijo que tengo que darle una lección a papi para que no vuelva herirnos.

—¿No estaras pensando en hacer lo que Kirk te dijo?

—Si, porque no quiero que papá vuelva a lastimarnos.

Bueno, solo dire que de tal palo esta la astilla.

—¿Qué quieres hacer?

—Es un secreto mami.

—Ah, pues vale.

Sonreí luego de estas palabras.

—¿Mami, estaremos de regreso en casa para el día de los padre?

—¿Si, porque?

—Lance me invitó a la fiesta que esta realizando la escuela por el día de los padres. Y yo quiero ir con mi papá.

Enarque uns ceja.

—¿Con tu padre?

—Si.

—Maia acabas de decirme que le darías una lección a tu padre, así que dime lo que piensas hacer.

—El tío Martín dijo que me ayudará a darle una lección a papi.

—¿Martin?

Pregunte atónita.

Maia es sin duda alguna mi mejor copia.

—Tío Martin y tío Kirk me ayudarán, no te preocupes mamá. Deja todo en mis manos.

»Estoy orgullosa de lo que hemos creado. Inquirió diablita mientras limaba sus garras de gata.

»Pobre del alma de esa pequeña porque ya está más que perdida. Eres lo peor que puede existir diablita. Angelito verbalizo estas palabras mientras hojeaba la biblia.

»Callate. Demando diablita muy pacífica para venir de ella.

Deje de lado la conversación-pelea que estaban sosteniendo el bien y el mal en mi cabeza, para centrar mi atención en la persona que tocaba la puerta.

—Pase.

Luego de verbalizar estas palabras vi como la puerta se abrió, dejandome ver a la aeromoza, quien sonreía demasiado para mi gusto.

—Señora Salvatierra en unos minutos aterrizaremos.

—Esta bien.

—¿Mamá, que significa zorra?

La aeromoza palideció luego de escuchar estas palabras.

—Y-yo… yo…

—Puedes marcharse.

Ella asintió y con rapidez cerró la puerta.

—¿De que boca sucia escuchaste esa palabra?

—La mujer que se fue, dijo que eres una zorra mami. ¿Es verdad que lo eres?

—No pequeña.

Maia asintió.

Creo que tendre que acomodarle los pensamientos a cierta mujercita.

»¡Exijo venganza. Quiero venganza, Ayleen…! diablita exclamó y cono era de esperar angelito apareció.

»La venganza no trae nada bueno, Ayleen. Como es costumbre angelito trato de guiarme por el bien.

Pero como siempre yo término yéndome por el camino del mal.

—Ma…

—Dime.

—Tío Alexander y yo adoptamos un perrito, le pusimos peluche y yo quiero que el viva con nosotros.

—La estadía de peluche dependerá de lo que hagas durante este viaje.

—¿De que hablas mami?

—Todo a su tiempo pequeña.

Tras estás palabras sonreí.

—¿Maia, tenemos un trato?

—Si, mami.

Luego de que el avión tocara el suelo parisino, nos preparamos para descender del avión.

Cargué en brazos a mis dos pequeños, quienes se encontraban mirando con curiosidad todo a su alrededor.

—Señora Salvatierra.

Gire sobre mis pies cuando estuve en el suelo, y para mi desgracia me encontré con la aeromoza.

—¿Qué deseas?

—Quiero que disculpé por lo que dije.

—No te preocupes querida. -ella sonrió. —Por que ya me asegure de que no vuelvas nunca a juzgar a nadie.

—Yo…

Interrumpí las palabras de la mujer y ella palideció.

—Gracias por tus servicios y también por tus palabras.

—Señora Salvatierra. La esperan.

Deje de mirar a la mujer para centrar mis ojos en el capitán que acompañó Alán en el vuelo.

—¡Mami, papi llego por nosotras…!

Mi hija sonrió y empezó arrastrar su maleta con rapidez.

—Gracias por el vuelo capitán.

—Fue un gusto ser su capitán señora Salvatierra.

Le regale una pequeña sonrisa, la cuál se agrando al ver como Alán formaba sus manos puños.

—¿Te casaste?

Pregunto él sin apartar sus ojos de mi.

—No le debo explicaciones, señor Montero.

—No me toques las malditas bolas Ayleen… ¡y dime de una vez por todas si te casaste!




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