¡ Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]

Capítulo 16: Pérdida.

Ayleen.

Martín me extendió una botella de agua y yo tras aceptarla le regale una sonrisa.

—Gracias por hacer esto por mi, Martín.

—No tienes que agradecer Ayleen.

Él tomó asiento al lado mio en el sofá y me atrajo hacia su pecho.

—Siento que lo que estoy haciendo por ti es poco, comparado a lo que hiciste conmigo hace un año.

—Te ayude con gusto Martín.

Trate de sonreír pero lo que me salió fue una mueca.

—Gracias a tí ella esta a mi lado, por tí es que me voy a casar con mi estrella.

—¿Quién fue el que planeo todo esto?

—Alex, Kirk, Mail, Duncan, Dustin y yo.

—Todos ustedes están totalmente locos…

—Nosotros solo queremos que seas feliz Ayleen, y todos sabemos que Montero es quien puede hacerte feliz.

—De eso nada Martín. Lo que había entre él y yo se acabo para siempre. Estoy haciendo esto para darle un poco de su propia medicina, no porque me interese volver con él.

—Ayleen…

—No insistas porque soñé mi futuro y en este no estaba Alán Montero.

Martín enarco una ceja.

—¿Como es eso?

—Tengo la virtud de ver visiones y entre ellas vi mi futuro. Me dolió ver que él no estaba en mi futuro pero aún así debo seguir hacia delante.

—No quiero que termines así.

—Yo lo amo con todo mi corazón, pero tengo que aceptar que él no estara en mi vida Martín. -Martín me abrazó y dejo un beso en mi cabeza. —Tengo que cultivar mi amor propio y no dejar que pisotee mis sentimientos cada vez que le de la gana. Y si para amarte tengo que perderlo entonces que sea así.

Cerré los ojos cuándo sentí las lagrimas bajar por mi mejilla.

—Esas palabras me recuerdan una canción.

—Lo se. -me acomodé en el pecho de Martín y él empezó acariciar mi cabello.

—Perder para amarte…

—Ganar al encontrarme.

Unos incesantes golpes en la puerta lograron que saliéramos de nuestra burbuja de felicidad.

—Espero que no sea quien estoy pensando.

Me seque las lagrimas y me levante del sofá.

—Existe la posibilidad de que sea quien estas pensando.

Martín se colocó sobre sus pies y fue quién se encaminó hacia la puerta. La abrió y me dejo ver a un Alán Montero totalmente alcoholizado.

—¡Ayleen, perdóname…!

—Martín escolta al caballero fuera de mi habitación.

—¿Crees que si le hago un video bochornoso para vendérselo a las prensa amarillistas me den mucho dinero?

—¿Crees que si llamo a tu estrella y le digo que la bola de pelos asesina se escapo por tu culpa, ella reaccionará bien?

La sonrisa que tenía Martín en elos labios se borró luego de escuchar estas palabras.

—Si ella se entera que ese gato del demonio se escapó por mi culpa pone el grito en el cielo, y me corta las bolas.

—Entonces has lo que te digo.

Martín con pesar se acercó Alán y trato de sacarlo de la habitación.

—Dejame troglodita…

—No me hagas golpearte Montero.

Martín lucho por sacarlo pero Alán se resistió. Sacando fuerzas de donde no las tenía.

—Y-yo la amo… y no… permitiré que me la quites.

—Deja que le haga el vídeo Ayleen…

—Martin ya hablé contigo..

—Ayleen, te amo.

Gire sobre mis pies y me marché lo más rápido que pude a la habitación.

Porque no puedo soportar escuchar la palabra te amo de parte de Alán.

No cuando tengo grabado en mi mente todo lo que él me dijo hace dos años atrás.

Tengo que olvidarlo para sanar. Tengo que perder para ganar.

Pero primero tengo que darle una cucharada de su propia medicina. De eso no hay discusión.

Me amarre la bata de baño y solte mi cabello.

—Creo que si Montero me ve en tu habitación le da un infarto.

—Por mi él puede irse a la mismísima mierda.

—Hare como que te creo.

Martín se secó el cabello mientras yo me senté en el tocador.

—Me puedes explicar para que rayos me hicieron venir a Francia.

Él desvío la mirada y siguió secándose el cabello como si nada.

Entrecerré mis ojos y sin pensarlo demasiado tome un cepillo de cabello y se lo lancé.

—¿Ayleen, me querés matar?

—Dime la verdad en este mismo instante, si no quieres que te lancé la silla.

—Bien, bien… -Martín levantó sus manos en señal de rendimiento y se acercó a mi. —Planeamos este viaje para que tuvieras un cambio de aires.

—Eso es mentira Martín, ¡así que dime la verdad…!

Me levanté de la silla y Martín retrocedió.

—Es la verdad…

Me lance a por Martín y él antes de que pudiera golpearlo me agarró las manos.

—¡Sueltame engendró del mal…!

—Si te suelto, mi integridad física corre peligro.

—Cuando logre soltarme colgaré tus bolas en lo más alto del hotel.

—¿Me dejaras sin hijos?

—Pobre de tu estrella porque seras un hombre a medías.

Martín hizo una mueca tras estas palabras. Y yo trate de golpearle la entrepierna, pero Martín me bloqueó el ataque.

Maldito sea su entrenamiento.

—Martín.

—¡Qué…!

Luche tratando de deshacer el agarre que Martín mantenía sobre mi, pero el muy descarado ejerció más fuerza sobre su agarre.

—Le dire a tu estrella lo que hiciste con su gato.

—Si lo que quieres es ver mis tripas colgando en lo más alto de este lugar, suelta tu lengua con mi estrella.

Volví a intentar deshacer el agarre que Martín ejercía sobre mi, pero en mi inmensa lucha los dos tropezamos y caímos al suelo.

—¡Ves lo que provocas…!

—Esto lo provocarte tú…

Golpee con fuerza el pecho de Martín e intente levantarme pero esto se vio interrumpido por la voz de Alán.

—¿Se puede saber que haces esposa?

Coloque mis ojos en Alán y una idea brillante llego a mi cabeza.

—Martín mi amor, me encantaría repetir lo que hemos hecho, por lo menos cinco veces más.

—Eres insaciable cariño.

Martín me siguió el juego e incluso se atrevió acariciar mi cabello.

—Te recuerdo Ayleen que sigues casada conmigo, así que evita convertirte en infiel.




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