¡ Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]

Alán Montero.

Alán.

Solté un suspiro cansado luego de darle el tetero Alana.

—Soy el peor padre que puedes llegar a tener pequeña.

Alana giro levemente su cabeza.

—Por una estupidez puse en riesgo la vida de tus hermanos.

La pequeña extendió sus pequeños brazos hacia mi y yo tras no tener otra cosa que hacer la tomé en brazos.

—Montero.

Gire mi cabeza e hice una mueca cuando vi que se trataba del prometido de mi esposa.

—Si vienes a regañarme te puedes marchar por donde mismo viniste.

—Deja de estar a la defensiva, hombre.

—¿Qué quieres?

Martín suspiro, se acercó al refrigerador y de allí saco una jarra de jugo.

—Hemos puesto en marcha un plan para proteger a los niños.

—¿Quiere que te de las gracias?

—Deja de estar a la maldita defensiva, Montero. -tras estas palabras Martín golpeo la mesa de la cocina.

—¿Como quieres que no este a la defensiva? -golpee la mesa levemente. —No puedo dejar de estarlo. Porque ustedes me hacen ver como que no sirvo para proteger a mis hijos. Soy para ustedes una inutil, un imbecil que tiene que esperar que otro cuida a sus hijo, porque no puede hacerlo por si mismo.

Martín me fulmino con la mirada.

—Alán…

—No necesito tu maldito plan para proteger a mis hijos. Porque yo protegeré a mis hijos a toda costa, aunque me cueste la vida.

Tras estas palabras gire sobre mis pies. Y justamente antes de salir de la cocina emití mis últimas palabra.

—Dile Ayleen que mañana le desocupare la habitación.

—¿Dejaras de luchar por ella?

—Quizas eso sea lo mejor.

Martín rodó los ojos.

—¿Por qué tienes que enviarme mandados cuando me lo puedes decir cara a cara?

Me tense tras escuchar la voz de Ayleen a mis espaldas.

Gire sobre mis pies y no dude en hablar.

—Mañana cumpliré tu gran deseo Ayleen. Me marcharé de tu casa.

—Ah, si.

—Si.

Observe como ella se encogió de hombros. Y fue un golpe duro porque tenía la clara idea de que todo se arreglaría.

Pero cuan equivocado estoy.

—Estoy contando los segundos para que te…

Antes de que ella pudiera emitir cualquier palabra, Martín la reprendió.

—¡Ayleen…! ¿Qué crees que estas haciendo? ¿Te volviste loca?

—Estoy loca, ¿o es que se te ha olvidado?

Obvie la discusión de ellos, para disponerme a salir de la cocina.

—Ma…ma.

Centre mis ojos en la pequeña Alana y negué con la cabeza.

—Creo que solo me tendrás a mi pequeña.

—Ma…ma.

Me dispuse a caminar hacia la puerta de salida, pero justamente antes de salir escuché la voz de Maia.

—¿Te vas? Escuche que le dijiste a mami decir que te marcharias. ¿Es eso cierto?

—Maia.

—¿Te vas?

—Me ire a nuestra casa, pero siempre que pueda vendré a visitarlos.

—¿Te llevaras a mi hermana?

—Si.

—¿Por qué?

Antes de poder contestar sentí mi teléfono vibrar en mis bolsillos.

Justamente cuando iba sacar el teléfono de mi bolsillo la llamada se cortó.

Observe por un segundo el identificador de llamadas y no dude en soltar un pequeño suspiro al ver el nombre de Erick reflejarse en la pantalla.

Guarde el teléfono en su lugar y volví a centrar mis ojos en mi pequeña reinita.

—Maia, cariño ve a merendar.

—Ire, pero esta conversación queda pendiente, papá. -tras verbalizar estas palabras Maia se marchó. Dejandome claramente afectado.

Maia, mi pequeña niña me llamo papá luego de dos años separados me llamo papá.

Papá.

—Maia me llamo papá, Alana. Me llamo papá.

Posterior a estas palabras deje un beso en la coronilla de Alana y la abrace.

Ante esto Alana aplaudió mientras sonreía.

Y fue imposible sonreir.

Pero dicha sonrisa se borró al ver el rostro de Ayleen.

—Ma…ma.

Alana extendió sus pequeños brazos hacia Ayleen, y ella centro sus ojos en la pequeña por un segundo.

—¿De verdad te iras?

—Si.

—¿Entonces porque no te vas desde hoy mismo? Así me evitas…

Antes de que ella siguiera destilando veneno la detuve.

—Me ire mañana porque tengo que limpiar mi hogar, la casa que hace dos años ambos abandonamos.

—Yo no queria abandonarla. Pero tú me obligaste hacerlo. -Ayleen formo su manos puños. —Yo amaba ese lugar con locura, lo amaba porque pensaba que allí nosotros viviríamos a nuestros hijos crecer, que adoptaríamos dos perros y que estaríamos juntos para toda la vida. Pero nada fue así, Alán. Porque tú te encargaste de acabar con ese sueño que tenía, lo destruiste y de paso me destruiste a mi.

—Lo se. Y también se que no vale de nada pedir perdón, así que te dejare en paz. Para que seas feliz.

Ella hizo una mueca luego de escuchar estas palabras.

—¿Me daras el divorcio?

—¿Sirve de algo seguir luchando para obtener nuevamente tu amor? -respondí a su pregunta con otra pregunta.

—No. -susurro ella.

—Pues entonces ya no queda más que decir entre nosotros.

—No.… No te v…

Ayleen fue interrumpida por Martín, antes de terminar.

—¡Ayleen…!

Fruncí mi seño al ver como aparecía de la nada Martín.

—¿Qué sucede, Martín? -contesto Ayleen sin despegar sus ojos de mi.

—Erick acepto colaborar con nosotros. -Ayleen asintió. —Entre mano negra y él harán un gran trabajo. Pero tenemos que no bajar la guardia, porque no sabemos cuan peligrosa es esa mujer.

Martín en cuanto termino de hablar se acercó Ayleen y la envolvió entre sus brazos.

Él es el hombre indicado para ella.

—Tenemos que irnos, pequeña. -verbalice mientras acariciaba la cabeza de mi pequeña niña. —Vamos al que sera nuestro lugar feliz.

—¿Ma…ma?

—Yo sere mamá y papá. Mi amor.

Alana me abrazo y coloco su cabeza en mi pecho.

—Te prometo que seré el mejor padre que ustedes podrán tener. Mejoraré todo lo que tenga que mejorar para que ustedes se sientan orgullosos del padre que les tocó. -verbalice mientras caminaba hacia fuera de la casa. —Te lo prometo mi niña.




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