¡ Me urge un heredero! [#3 de la saga Heredero]

Capítulo 21: No nacimos para estar juntos.

Ayleen.

Luego de colocarme una bata de baño. Me acerqué hasta Alán, quien se encontraba tendido en el suelo.

—Tú y tus dramas Montero. -inquirí. —Se que estoy chula, pero no tanto como para que te desmayaras.

Golpeé levemente la mejilla de Montero, pero este ni se inmutaba.

—Genial, Montero. Genial.

En el momento en que iba a recobrar la postura, vi Alán abrir los ojos.

—¿A…Ayleen?

—No, metomentado. Soy un ángel.

—A…Ayleen.

Rodé los ojos.

Más tonto no puede ser.

—La gran pregunta aquí es, porque rayos te atreviste a irrumpir en mi habitación…

—A…Ayleen.

Juro por lo más sagrado que tengo que son mis hijos, que di Montero sigue terminara rodando escaleras hacia abajo.

—Te doy tres segundos para responderme la bendita pregunta Montero. -pronuncie estas palabras mientras le regalaba una mirada fulminante.

—Yo…

—Los tres segundos se agotaron Montero. -proclame para después levantar mi mano contra él.

Pero justamente antes de que pudiera darle el primer golpe, Alán extendió sus manos mi cintura y me hizo perder el equilibrio, así que caí justo encima del cuerpo de él.

—¡¿Qué estas haciendo?!

—Estoy abrazándote para sentir el calor de tu cuerpo, hermosa.

Enarque una ceja.

¿Hermosa?

Me removí, tratado de zafarme del agarre que Alán está ejerciendo sobre mi cintura.

—Montero, sueltame de una vez por todas.

—No te voy a dejar escapar como lo hiciste hace dos años atrás Ayleen.

—Si mal no recuerdo yo no me escape, Montero. Tú me obligaste a marcharme de la peor forma posible. -él se encargó de hacer una mueca.—Primero, me tildaste de infiel, fragmentaste mi corazón, y no te importo dañar a nuestra hija. Segundo, te cogiste a esa mujer y me lo restregaste en la cara. Fuiste tú quién me exilió de tu vida. Eres tú, solo tú.

—Se que una simples palabras no pueden borrar todo el daño que te hice, pero aún así quiero decirlas. -negué con la cabeza. —Se que no quieres escucharlas, pero no perderé mi oportunidad de verbalizarlas, Ayleen.

¿Por qué ahora y no dos años antes?

¿Por que no se planto ante mi cuando le entregue el divorcio?

¿Por qué no fue por nosotras antes de que abordaramos el avión?

¿Por qué ahora?

¿Por qué no hace dos años?

—Se que lo que hice es irremediable en la vida de nuestra hija y la tuya. También estoy consiente de que dejar que la lado irracional fue lo peor que pude hacer hace dos años, pero… ¿como frenar el inmenso dolor que sentí dentro de mi al leer las pocas páginas que leí de tu diario? ¿Como hacerlo, si describias con palabra enamoras a un hombre, que claramente no era yo? -volvi a removerme, para tratar deshacer el agarre que Alán mantenía en mi cintura. —Leer tantas cosas bonitas de otro hombre me lleno de rabia. Una rabia que se me salió de los poros y que lastimosamente desquitarte contigo. Yo mismo me encargué de destruir el amor bonito que me tenías Ayleen, pisotee tu corazón hasta fragmentarlo y no descanse hasta que llego el día de perderte para siempre. El día que te perdí. Que las perdí. Se que el arrepentimiento no servirá de nada, no después de dos largos y tortuosos años.

—Todas y cada unas de esas palabras eran para tí. Las escribí desde lo más profundo de mi corazón para el hombre que amaba. Eran todas tuyas, de nadie más.

—Ahora lo se, y no te imaginas el dolor que siento cada vez que miro ese diario en el mismo rincón donde lo dejaste cuando te marchaste. He pagado con creces por mis acciones Ayleen.

—No me importa. ¡Ahora sueltame…!

—Solo una cosa te pido Ayleen…

—¿Qué?

—Una última cena, cena conmigo. Y te prometo que nunca más volveré a intentar forzar las cosas para obtener tu amor nuevamente.

Una última cena entre nosotros, eso quiere Alán.

¿Y, que es lo que yo quiero?

Cuando iba responder escuché la voz de Martín.

—Gané Ayleen. Gané…

—Te aseguro Martín que desde esta noche tu cabeza tendrá precio.

—No me intimidas Ayleen, porque con una buena follada la ponga a comer de la palma de mis mano.

Le regale una sonrisa burlona.

—¿Estas seguro? -hable y estas palabras fueron suficientes para que Martín dejara de sonreir. —Por que por lo que escuché te andan buscando para arrancarte los miembros superiores, inferiores y quien no pude faltar tu mejor amigo, el miembro infaltable.

—Conocerte ha sido lo peor que le paso a mi estrella.

—Y eso que no ella no ha puesto en práctica todas las cosas que le enseñe.

Martín soltó un pequeño suspiro.

—Eres un monstruo Ayleen.

—Te aconsejo que te vallas lo antes posible porque escuché un pajarito decir que tiene tu localización y que solo estaba a dos horas de aquí.

—No, no.

—Te jodes Martín, porque la estrella viene por ti. Y esta más que cabreada.

Martín se llevo las manos a la cabeza para después salir corriendo.

Sonríe antes de colocar mis ojos en Alán.

—Acepto cenar contigo.

—Entonces, prepárate para tener tu última cena conmigo.

Alán tras estas palabras deshizo el agarre que mantenía en mi cintura.

—¿Qué haremos con tus padre?

—Ellos tendras tendrán que entender de una vez por todas que nosotros no nacimos para vivir juntos por la eternidad.

Escucharlo verbalizar esas palabras logró que tragara saliva.

Aunque me duela decirlo, creo que nosotros nacimos para amarnos pero no para estar juntos.

—¿Volveras a desaparecer?

—Ayleen, que deje de lado lo que nosotros no teníamos, no significa que desapareceré de la vida de mis hijos. Nunca volveré a irme del lado de ellos, nunca me comportaré como un patán.

¿Y si yo deseo que no te vallas de mi lado?

¿Y si deseo que te quedes?

—¿Siempre estaras para ellos?

—Si, Ayleen.

Luego de esta afirmación, sonreí.

—Espero que no les falle. Alán.

—No les fallare a mis hijos, porque a tí ya te falle.




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