El viento silbaba con furia entre las ramas desnudas del bosque, presagiando la llegada de un invierno crudo y despiadado. La nieve aún no caía, pero el cielo ya pesaba como plomo sobre el mundo, como si el tiempo contuviera el aliento en espera de algo inevitable.
En una modesta casa de madera, una familia aguardaba con ansiedad el nacimiento de su primera hija. Pero lo que debía ser un momento de alegría se teñía con la sombra del miedo.
El padre recorría de un lado a otro, con las manos crispadas y el corazón encogido. La madre, acostada sobre sábanas húmedas por el sudor, apenas podía mantenerse consciente. El embarazo la consumía, como si algo dentro de su vientre absorbiera su vida poco a poco. Los curanderos del pueblo —gente de buena voluntad pero de escaso saber— no podían explicar qué sucedía.
“Solo Dios decide a quién salvar”, decían. “Confía en Su voluntad”.
Pero el hombre ya no podía confiar en un Dios que parecía sordo a sus súplicas. Sabía que si dejaba todo en manos del cielo, perdería a su esposa. Y quizás también a su hija.
Entonces tomó una decisión desesperada.
Pese al riesgo de ser colgado por hereje, recorrió kilómetros de bosque hasta llegar a una cabaña antigua, aislada entre árboles viejos y deformes por el tiempo. Allí vivía una mujer de la que todos hablaban en susurros. Para algunos, era una anciana solitaria. Para otros, una bruja. Ninguno se atrevía a buscarla… pero él no tenía opción.
La encontró encorvada frente al fuego, con el cabello blanco como la ceniza.
—¿Por qué piensas que yo tengo la solución a tus problemas? —le preguntó, sin necesidad de oír toda su historia. Ya lo sabía. El temor se dibujó en los ojos del hombre. No quería insultarla con suposiciones, pero ella lo interrumpió antes de que hablara—. No soy lo que tú crees. Si alguna vez lo fui… quedó atrás.
El hombre tragó saliva.
—Debe existir alguna forma… por favor…
La anciana se volvió hacia una estantería repleta de frascos polvorientos, raíces secas y libros antiguos.
—Yo no puedo salvarlas —dijo al fin—. Pero el mundo sobrenatural sí.
Él la miró con los ojos abiertos como platos, llenos de desesperación.
—¡Lo haré! Lo que sea. No me importa el precio.
Ella lo miró con una expresión grave, como si ya pudiera ver el destino que le esperaba.
—No volverás a ser quien eres. Vivirás en las sombras. Serás perseguido por los tuyos. No sentirás calor ni frío. No vivirás. Pero tampoco morirás. Así será… por la eternidad.
Con manos envejecidas, desenrolló un mapa antiguo sobre la mesa.
—Ve al norte de Transilvania. Entra al corazón del Bosque Oscuro. Allí vive un clan. Diles que fuiste enviado por mí.
El hombre no dudó. Partió esa misma noche.
A los pocos días, fue recibido por un grupo de vampiros que lo observaron con recelo… pero reconocieron el sello de la anciana y escucharon su historia.
Le ofrecieron lo que pedía… a cambio de su lealtad. Y cuando aceptó, lo convirtieron.
A su esposa, debilitada y al borde de la muerte, también fue convertida.
La logro salvar, y gracias a eso su hija nació. Pero el costo de ese nacimiento fue muy alto. Secretos, sellos antiguos, y una vida marcada por un linaje antiguo le aguardaban.
Ellos no lo sabían, su hija tendría en sus manos el destino… del mundo.
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Editado: 06.08.2025