“La música me da las alas esas transparentes que me convierten en ángel, o tal vez un demonio reformado…
Pero no quiero caer en tus brazos rendida de amor
Así no, porque no te mereces mi dolor…tampoco mi amor
La música me va cubriendo de estrellas el alma
Y el cuerpo que no es mío porque me lo robaste en un beso
Qué es quererte si eres tan cruel…
Cuando la música es poder
No hay nada que me detenga
Ni tú….”
El estadio se incendió de luces de celulares y los fuegos artificiales daban señal que la última canción esa que desgarraba hasta las lágrimas coronaba la noche de mayor éxito de Melody Star “Cuando el poder es la música” su tercer álbum y el final de su gira por Europa, para ser más ser más exactos Barcelona. Sus músicos pulgares arriba, ella sonrisa y lágrimas que más pedirle a la vida.
Tina corrió hacia ella al salir del escenario con su bata de la mujer maravilla y le subió la capucha, botella de agua en sus manos, corrida hacia camarines, fotógrafos, miles de preguntas y en el medio de todo aquello, una pequeña manito sosteniendo una rosa blanca. Tina se giró al ver que se detuvo y la maraña de periodistas y fotógrafos se les venía encima.
_Mel…santa madre muchacha, camina.
La niñita le hacía recordar tanto a ella a esa edad cabello rizado, castaño, ojos negros como la noche y una sonrisa sin mal.
Los de seguridad estuvieron al instante alrededor de ellas, alejando a los fotógrafos.
_Hola linda… ¿estás sola aquí?
_Para ti…es de mi jardín…mi papá dice que te gustan las rosas blancas.
Melody miro hacia todos lados, imposible con la muchedumbre.
_Pues…gracias, es verdad, poca gente sabe eso...-Tomó la rosa y aspiró su aroma era inevitable no recordar._ Gracias hermosa ¿cómo te llamas?
_Guadalupe _La mirada de Melody cambió, sus ojos negros se cristalizaron, trago saliva, no se animaba a seguir preguntando. _Mi padre está allí esperándome…
Melody giró lentamente su cabeza para mirar hacia la entrada de músicos, fue como si mil años cayeran sobre ella. No era justo, no lo era, ella había luchado mucho, había vaciado su alma de lágrimas, no era justo que él este allí parado como si nada hubiese pasado, con esa mirada azul, su pinta de rockero empedernido, su campera de cuero y su cabello largo como sí aún tuviese 18 años. No era justo, era un golpe demasiado bajo, hasta para él.
_Gracias linda ahora ve con tu padre, te agradezco la rosa…gracias.-Le dio un beso, una última mirada a un pasado que no tenía intenciones que regresara.
Tina la tomó de la mano se abrió camino entre el gentío para llegar al camarín, no debía hacerlo pero giró para verlo…tal vez solo había sido un fantasma, pero no, allí estaba junto a su niña…maldito sea, maldito traidor. No pudo evitarlo y lloró, y esta vez la herida se abrió.