Memorias de un corazón roto

Parte 19: Un beso de bienvenida

Al segundo día de su llegada, el jefe del Circo Clown decidió guiar personalmente a Naomi por todas las instalaciones, mostrándole cómo estaba organizado aquel mundo que ahora sería suyo.

El complejo era amplio, casi un pequeño universo en sí mismo, con pasillos y patios que al principio le dieron la sensación de estar dentro de un laberinto, hasta que comenzó a ubicar cada rincón.

Todo estaba pensado para que los artistas no tuvieran que buscar nada fuera: allí contaban con salas de entrenamiento equipadas con máquinas modernas, entrenadores especializados y espacios adaptados para cada disciplina.

Había un gimnasio para acrobacias, una sala de danza, y también un lugar especial que capturó su atención: la sala de música.

Era lo suficientemente grande como para albergar a toda la orquesta que acompañaba los espectáculos. Allí le presentaron al profesor que la ayudaría en sus preparativos y recorrieron juntos los instrumentos, mientras Naomi relataba parte de su experiencia musical.

Tanto el jefe como el profesor le adelantaron que, en pocos días, recibiría el libreto y su primer cancionero. La sola idea la llenó de entusiasmo: ansiaba conocer las melodías que interpretaría frente al público.

El recorrido estaba por terminar cuando el jefe la condujo por un pasillo que aún no habían transitado. Del otro lado, se escuchaba el murmullo de varias voces. Naomi lo miró con curiosidad, buscando una explicación.

—Te daremos la bienvenida, Naomi —anunció él, sonriendo—. Hoy conocerás a todos los que forman parte de la familia Clown.

Al abrir la puerta, todas las miradas se posaron sobre ella. Sintió una ligera tensión, como si estuviera a punto de rendir un examen. No estaba acostumbrada a ser el centro de atención.

Frente a ella había más de veinte artistas, de diferentes edades, compartiendo un aperitivo.

Caminó junto al jefe, saludando con un tímido “hola” a quienes tenía más cerca. Como era de esperarse, la primera en acercarse fue Amelie, que la abrazó con efusividad y, sin darle tiempo a reaccionar, la llevó hasta el centro para presentarla.

—¡Chicos! Ella es Naomi, y a partir de ahora formará parte de la familia Clown como nuestra nueva cantante —dijo, posando una mano sobre su hombro.

Naomi respiró hondo y sonrió.

—Es un gusto conocerlos a todos. Será un honor trabajar con ustedes —dijo, levantando la mano para saludar en general.

Pronto comenzó a relajarse al descubrir que eran cálidos y sociables. En pequeños grupos, se acercaban para charlar, contarle anécdotas o pedirle que cantara algo. Ella accedía con gusto, interpretando a capela fragmentos de canciones clásicas del circo. Su corazón se llenaba de una nueva energía: la de empezar a tejer lazos sin miedo a ser juzgada.

En un momento, quedó a solas con Amelie, sentadas cerca de la mesa. Fue entonces cuando una sombra se acercó, y al alzar la vista, Naomi se encontró con la sonrisa de Elian.

—¡Llegas tarde! —lo reprendió Amelie, con fingida severidad.

—Avisé que no podía venir antes. Tendrías que haberme guardado algo —respondió él, echando un vistazo a los platos vacíos.

—No. Así aprendes a llegar a horario a las fiestas de bienvenida.

—Eres muy cruel —dijo, negando con la cabeza.

Naomi observaba divertida aquel intercambio. Amelie tenía carácter, y no dudaba en ponerle límites, aunque Elian parecía mayor que ella.

—Bienvenida, Naomi —dijo él entonces, inclinándose para saludarla con un beso en la mejilla. Naomi sintió cómo sus mejillas se encendían ante el gesto.

—Gracias —respondió, intentando controlar su respiración—. En realidad, soy yo quien debe agradecerte por la ayuda.

—Solo hice lo que me pareció correcto, y no me equivoqué. ¡Valió la pena escucharte! —contestó con entusiasmo.

—¿Estuviste en la audición? —Amelie frunció el ceño—. No podemos estar presentes, deberías dejar de hacerte el rebelde.

—Si el jefe no me echó, entonces no soy tan rebelde —respondió, encogiéndose de hombros.

—¿Y cómo fue que la ayudaste? —insistió ella.

Naomi intervino:

—Llegué tarde, y no me querían dejar entrar. Entonces, él habló con el staff para que me permitieran pasar.

—Oh, Elian… esto suma puntos para que te admire mucho más —dijo Amelie, exagerando la emoción.

—No exageres... aparte recién me estabas criticando -Elian negó, incómodo por el halago.

—Es el chico popular —añadió Amelie, mirando a Naomi—. Supongo que ya lo sabes.

—Sé que es la estrella del Circo Clown, y por eso debe tener muchas admiradoras —respondió ella, sin querer revelar más de lo que sentía.

—Pronto te unirás al club de fans, lo sé —insistió Amelie.

—No la molestes —le advirtió Elian—, o querrá irse antes de empezar.

Pero Naomi no pensaba en irse. Aún estaba flotando en una nube de felicidad: había conocido a sus nuevos compañeros, había cantado para ellos y, sobre todo, había cruzado sus primeras palabras con Elian. Un deseo más se había cumplido, y con él, la confianza en sí misma crecía un poco más.




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