Memorias de un corazón roto

Capítulo 22: Helado de menta

Mientras avanzaban por las calles, Elian sintió una sensación cálida, ligera en su pecho. Tal vez, sin darse cuenta, Naomi estaba ayudándolo a recordar lo que significaba realmente estar vivo en las cosas simples.

Elian y Naomi caminaron en silencio hasta la heladería. El aire del atardecer era fresco, y las luces de la ciudad se iban encendiendo de a poco.

Naomi no tenía idea de cuánto significaba para Elian el pequeño gesto de invitarlo. Sin darse cuenta, había llegado en el momento más oscuro de su vida y le estaba ofreciendo algo que él ni siquiera sabía que necesitaba: compañía sincera, sin presiones ni expectativas. Su presencia era como un faro en medio de la niebla en la que se había perdido durante tanto tiempo.

Entraron a la heladería y Naomi observó con curiosidad los sabores exhibidos en la vitrina. Elian, en cambio, fue directo a pedir su elección sin pensarlo demasiado.

—Chocolate con menta —dijo con total seguridad.Naomi frunció el ceño y lo miró con incredulidad.

—¿De verdad? —preguntó con una mezcla de diversión y escepticismo.

Elian arqueó una ceja, divertido por su reacción.

—¿Qué pasa con mi helado? —cuestionó, tomando su vaso y sentándose en una de las mesas.

Naomi lo siguió, aún con expresión de desconcierto.

—Es que... la menta me hace pensar en pasta de dientes. No puedo creer que alguien elija ese sabor por gusto —dijo antes de probar su propio helado, una combinación de nocciola y chocolate.

Elian rió suavemente, apoyando un codo sobre la mesa mientras la observaba.

—No sabes lo que es bueno —replicó con una sonrisa.

Naomi negó con la cabeza y señaló su propio helado con la cuchara.

—Lo siento, pero estás equivocado. El mejor sabor es nocciola. Todo lo que tenga chocolate y avellanas es inmejorable.

Elian miró su propio vaso y luego el de ella con fingida consideración.

—Bueno, entonces mi elección no es tan mala —dijo con un gesto despreocupado—. Después de todo, la menta tiene chocolate.

Naomi sonrió y, por primera vez en mucho tiempo, Elian sintió que esa sonrisa era parte de un momento que no quería que terminara.

—Debo admitir que ha sido una buena idea venir aquí —dijo sincero, tomando un poco de su helado con la cuchara—. No recuerdo la última vez que hice algo así.

Naomi lo observó con atención, como si intentara descifrar lo que había detrás de esas palabras.

—A veces, lo más simple es lo que más necesitamos —comentó en voz baja, casi como un pensamiento en voz alta.

Elian la miró, sorprendido por la sinceridad en su tono. En ese instante, sintió una certeza extraña.

Sin darse cuenta, se había acostumbrado a la soledad, a la tristeza que lo consumía y habia alejado a las personas que querian ayudarlo. Pero con Naomi frente a él, esa oscuridad parecía menos densa, menos abrumadora, y se daba cuenta que no era tan malo aceptar hacer algo diferente. Era un respiro que le quitaba el peso de la angustia de encima. Y en ese mismo instante, supo que quería hacer lo mismo por ella.

Sin saber mucho sobre su historia, anhelaba que la luz y la calma que irradiaba Naomi no se apagara nunca. No permitiría que nadie, ni siquiera la vida la alejara de su sueño. Haría lo posible por cuidarla y asegurarse de que siempre tuviera un motivo para ser feliz.

Elian llevó la cuchara a su boca y saboreó su helado con calma. Luego, con una leve sonrisa en los labios, miró a Naomi y dijo:

—Así que... ¿nocciola, eh? La próxima vez te dejaré elegir por mí.

Naomi alzó la mirada, sorprendida por sus palabras. Por un instante, sintió que el mundo se detenía en esa mesa de heladería. Esa simple frase, tan ligera en apariencia, se convirtió para ella en una promesa silenciosa: habría una próxima vez, otro momento compartido, otra salida con Elian.

La idea le parecía un sueño, algo que hasta hace poco habría creído imposible. Él había sido siempre una figura lejana, alguien a quien admirar desde la distancia… y ahora estaba allí, frente a ella, regalándole una cercanía que jamás se atrevió a imaginar.

Su corazón latía con una mezcla de emoción y calidez, como si quisiera recordarle que eso que estaba viviendo era real, que podía atesorarlo… y que, tal vez, de su héroe también podría recibir un cariño especial.

En sus ojos brillaba esa mezcla de sorpresa y esperanza; y Elian, al mirarla vio reflejado algo que le hizo sentir, por primera vez en años, que no estaba solo.




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