Memorias de un corazón roto

Parte 37: Te amo

La brisa marina les acariciaba el rostro mientras caminaban descalzos por la orilla, dejando que el agua fría les rozara los pies. Habían compartido muchas salidas en las últimas semanas: cafés tranquilos en alguna esquina escondida de la ciudad, caminatas bajo las estrellas y tardes sin prisa en el parque. Pero aquella noche, con la luna reflejándose en el mar, el momento se sentía diferente.

Elian rompió el silencio con una sonrisa.

—Debo admitir que nunca imaginé disfrutar tanto de estos paseos —dijo, mirando a Naomi de reojo.

Ella le devolvió la sonrisa y abrazó sus propios brazos por el viento fresco.

—¿Por qué? ¿Pensabas que era una pérdida de tiempo? —bromeó.

Elian soltó una risa baja.

—No exactamente. Solo… antes no me daba la oportunidad de hacer cosas simples. Yo mismo me alejé de eso. Me enojé con la vida, con el destino… Sentí que me habían arrebatado lo que más amaba de la manera más injusta, y en lugar de seguir adelante, me encerré en una rutina sin sentido. Me convencí de que si dejaba de sentir, si todo era monótono, no volvería a sufrir.

Naomi lo miró con ternura, comprendiendo la profundidad de sus palabras.

—Pero… eso no es vivir —susurró.

Elian esbozó una pequeña sonrisa, con un dejo de nostalgia en los ojos.

—Lo sé. Pero me costó darme cuenta. Durante mucho tiempo, no supe cómo podía volver a ser feliz -Hizo una pausa y giró el rostro hacia Naomi—. Hasta ahora.

Naomi sintió que su corazón se apretaba con dulzura ante esas palabras.

—Entonces, ¿te gustaría que hagamos más paseos? —preguntó con suavidad.Em

Elian se detuvo y la observó por un instante, como si sus pensamientos estuvieran a punto de volverse palabras.

—Sí. Por supuesto —confesó—. Me gusta caminar sin prisas. Me gusta sentir el viento y el sonido del mar. Y sobretodo, me gusta compartirlo contigo.

Naomi sintió su corazón latir con fuerza. Desvió la vista al horizonte, intentando ordenar las emociones que la invadían. Se había acostumbrado a su compañía, a las charlas interminables, a los silencios cómodos entre ellos. Pero escuchar esas palabras de su boca, tenía un poder único que le hacía estremecer

—Yo también disfruto estos momentos —respondió con sinceridad—. Me hacen sentir… en paz Y feliz.

Elian asintió. Luego, con un gesto impulsivo, tomó su mano. .

—Entonces sigamos disfrutando —dijo él, entrelazando sus dedos con los de ella.

Naomi no se apartó. Tampoco quiso hacerlo. Elian le dio un suave apretón a su mano, como si quisiera asegurarse de que ella también sentía aquella conexión inquebrantable entre ambos. Naomi lo miró y, por un momento, sintió que todo a su alrededor se desvanecía. Solo quedaban ellos, el sonido de las olas y la calidez de sus dedos entrelazados.

—Naomi… —su voz salió apenas como un suspiro, temblorosa—. No tienes idea de lo que eres para mí. Creí que nunca más iba a sentir esto. Que después de perder lo que perdí… mi corazón se había apagado para siempre. —Su mirada se quebró un instante, pero volvió a ella con firmeza—. Y entonces llegaste tú. Con tu voz, con tu luz, con esa fuerza que ni tú misma ves… y me devolviste las ganas de vivir. Me asusta, sí… porque quererte significa arriesgarme otra vez. Pero lo que me aterra de verdad… es perderte.

Naomi sintió un escalofrío recorrerle la piel. Y en ese instante supo que no había nada que temer, porque lo que él decía era lo mismo que palpitaba dentro de su propio pecho.

—Yo también… —su voz se quebró—. También tenía miedo. Pero cada vez que estás cerca, desaparece. Y me doy cuenta de que… Elian, te amo. Desde antes de conocerte, sin saberlo, ya te quería demasiado.

Elian dejó escapar un jadeo leve, como si esas palabras le hubieran terminado de recomponer las últimas grietas del alma. Entonces la rodeó con sus brazos y la atrajo contra él en un abrazo profundo, lleno de todo lo que no podían explicar con palabras. Naomi lo abrazó con la misma fuerza, escondiendo el rostro en su pecho, sintiendo cómo sus corazones latían al mismo ritmo.

—Nunca imaginé que encontraría a alguien como tú —susurró él- Yo también te amo.

Él cerró los ojos un instante, sintiendo cómo esa confesión terminaba de soldar todas las piezas rotas dentro de sí. Cuando los abrió de nuevo, brillaban de un modo distinto: ya no había dolor, solo un amor desbordante que no necesitaba esconderse.

La abrazó con fuerza, como si necesitara comprobar que era real, que estaba ahí, con él. Naomi lo sostuvo con la misma intensidad, y en ese abrazo los dos comprendieron que se habían encontrado para sanar, para enseñarse que la vida podía ser mucho más que cicatrices.

Elian la apartó apenas, lo suficiente para mirarla de nuevo a los ojos. Y entonces, sin más dudas, la besó.

El beso fue lento, lleno de todo lo que habían callado, de cada mirada, de cada momento compartido. Naomi sintió cómo su corazón se aceleraba, pero al mismo tiempo, encontró en Elian una calma que nunca había sentido antes.

Cuando se separaron, sus frentes permanecieron juntas, sus sonrisas cómplices iluminadas por la luna. No hicieron falta palabras en ese instante, porque todo lo que sentían estaba ahí, en la calidez de su roce, en la forma en que sus corazones latían al unísono.

—Juntos… podemos volar aún más alto —susurró Elian, acariciando suavemente su mejilla.

Naomi sostuvo su mirada, sintiendo en su pecho una certeza irrefutable.

—Siempre —respondió, entrelazando sus dedos con los de él.

Elian la atrajo con delicadeza hacia su pecho, y ella se dejó envolver por su abrazo.

Permanecieron así, dejando que la brisa marina llevara consigo los miedos del pasado. Porque en ese instante, solo importaba el presente y ellos.Y con el sonido del mar como testigo, ambos supieron que aquello no era el final de una etapa, sino el comienzo de una nueva aventura juntos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.