Como cada año, llevaba un pequeño ramo de flores en conmemoración a la chica que decidió terminar con su vida por mi culpa.
Han pasado 6 malditos años, en los que la miseria me estaba carcomiendo el alma. La única razón por la cual aun vivo en ese infierno, es mi hija, Ariann.
Las penas abarcaron la mitad de mis alegrías, y la conciencia no era distinta...
Pensar que de tan solo mostrar un gesto de cariño, podría haberla salvado de su final inminente, no me deja pegar un ojo durante las noches.
Ariann se mantenía observando la inscripción en la tumba, quizás se preguntara la razón por la cual vamos todos los años al mismo lugar para hacer nada mas que llorar.
—Me...la...ni— Leyó pausadamente, para después observarme con una pizca de confusión— Quien es mami?
—Pues... es alguien que conocí antes de ti cariño
—Ah~ y ella era bonita mami?
—Claro que... si— los recuerdos ocuparon mi mente, ella era tan preciosa, ella era alguien especial a los ojos de cualquiera y nunca supe valorarlo a tiempo
—No llores, ya veras que la volverás a ver muy pronto mami
—Como tu digas cariño— acaricié los desordenado cabellos de mi pequeña para después levantar mi muñeca y observar la hora de mi reloj.
—Mierda... Tenemos que irnos, toma tu juguete y corre— le tome de la mano jalando un poco de ella para que se apure
Tomamos el primer bus que nos llevaba a casa y esperamos impacientemente en los asientos. El me va a golpear... Otra vez
Cuando apenas vimos nuestro paradero bajamos a tropezones por el nerviosismo y corrimos tanto, que casi sentía que mi hija en cualquier momento se caería.
Introducí la llave en el picaporte y como me lo temía... El ya estaba ahí...
Tenia las manos hechas puño sobre la mesa mientras mantenía un perfil enojado.
Cuando me oyó entrar, el volteó con una mirada diabólica observando detenidamente nuestros movimientos.
—Estas son horas de llegar?— dijo fingiendo una falsa tranquilidad
—Es que nos retrasamos en el autob...
—¡Te pregunte si estas son las putas horas de llegar!— Grito acercándose peligrosamente a nosotras y tomando mi mentón bruscamente, me volvió a observar tan feo como sabe hacerlo antes de golpearme
—No lo hagas por favor...— solloce antes de caer de rodillas por el empujón que él me proporcionó
—¿Hacer que, Cariño?— se puso de cuclillas para tomar de mi cabello con brusquedad —¿Te refieres a esto?— estrelló mi rostro contra el suelo haciendo que mi tabique se rompiera inmediatamente —¿O a esto?— pateó con fuerza mis costillas para después tomarme de los codos y levantarme a la fuerza— No intentes prohibirme nada por que tu eres mi estúpida esposa y harás lo que a mi se me de la gana ¡¿ME OÍSTE?!— esta vez me soltó casi aventandome de nuevo al piso para después levantarse y hacer caso omiso a el llanto de mi hija
Estoy cansada...
Estoy tan cansada de esto...
De su mala actitud...
De sus golpes...
De sus insultos...
De toda la mierda que vivo día a día sin protestar ante ello...
Ya no quiero esto...
No puedo soportarlo...
—Hijo de Puta...— dije con una diminuta sonrisa de sorna —Eres un verdadero hijo de Puta— me levante del piso con las pocas fuerzas que me quedaban en los brazos y por primera vez, me defendí— Tan solo eres un hombre reprimido que tiene que llegar al extremo de golpear a una mujer para sentirte macho ¿Es que acaso no te alcanzaron las pelotas para mas?
Un puñetazo...
—No cruces la linea Daniela— dijo con una voz tan ronca que llego a ser espeluznante
—¿La linea que define tu hombría? Yo creí que esa, tu ya lo habías cruzado
Dos puñetazos...
—No querrás conocer mi lado malo, cállate
—¿Sera que tu tampoco lo conoces? Oh~ vamos... golpeas como niña, puedo aguantarlo
Tres puñetazos...
—Quisiera que digas eso antes de que te mate, ¿Como prefieres que lo haga?
—Y ahora vienes con amenazas... Eres tan predecible cariño, yo se que no podrías hacerlo ni en un millón de años
Espere un puñetazo mas, pero este nunca llego. Sin embargo, a cambio obtuve la sonrisa mas tétrica que le he visto hacer en tantos años de convivencia.
—¿Que te parece si jugamos a algo?— volvió a decir con la misma sonrisa
—N-No es necesario, y-yo no tengo nada mas que hacer aquí, Me iré con mi hija así que no nos detengas— perdí toda la fuerza de voluntad que tenia y eso me hizo tiritar, además dije las cosas tan rápido que hasta tropecé con mis palabras, Que verguenza!
—Vamos... No tardarán tanto tiempo, si lo haces, prometo no volver a molestarlas
Y esa sonrisa nunca abandono su rostro....
No hasta salir de mi campo de visión, tardándose tan solo unos minutos, llegando con algo en sus manos...
—Juguemos a "Adivina, Adivinador"...