— No voy a hacerlo — mi voz se escuchó con convicción sorprendiéndonos a ambos — Encontraré la forma de volver por mi cuenta.
Dejando mis palabras en el aire, doy media vuelta con la intención de salir de este lugar, y me refiero a la mansión en general.
— No tienes a donde — Aquella voz ronca y autoritaria volvió a escucharse detrás de mí.
— ¿A qué se refiere? — Voltee lentamente, como evitando que lo que me fuese a decir no me impactara tanto.
— Me refiero a que nada de lo que consideraste tuyo en algún punto ya no está — Da un paso adelante y yo, dos atrás —Para aquel mundo tú jamás exististe.
« Jamás exististe. Jamás exististe. Jamás exististe »Las palabras chocan entres ellas en mi cabeza sin detenerse.
Un miedo terrible, pero conocido se instala en mi pecho. Un miedo a perder todo lo que alguna vez creí conocer y quedar en una especie de limbo.
— ¿Como que jamás existí? — Las palabras salen a tropiezos de mi boca y mi corazón parece querer romper mis costillas.
— Borre cualquier pista de ti para que no pudieran seguirte aquí, Tu casa, tus registros, tu...
— Mi vida — Mis manos comienzan temblar de la rabia y una pequeña parte de mí quiere llorar — Usted arruinó mi vida.
Yo la salve.
— ¡No me haga reír! ¡Ni me tome por idiota, usted jamás quiso salvarnos solo lo hizo porque podría ser beneficioso para usted! — Mis gritos deben resonar hasta en el más recóndito lugar — ¡Mi madre fue una tonta al confiar en usted! Y ¿Yo? ¡Yo lo felicito porque logró su maldito cometido! ¿¡Cierto!?
El silencio me responde.
— ¿¡Cierto!?— Grito demasiado alto y mi corazón parece explotar de la rabia.
Antes de que pueda responder, múltiples explosiones se hacen presentes. Las luces comienzan a explotar, y me doy cuenta de los cristales disparados en todas las direcciones, incluso en la mía. Por acto reflejo subo ambas manos tratando de cubrir mi rostro esperando el impacto en mis brazos, pero jamás llega. Todo mi cuerpo tiembla y tardó unos segundos en tener la valentía de abrir los ojos- aunque solo sea un poco-. Si antes estaba enojada ahora estoy paralizada. Una pared de cristales se cierne delante de mí. Como un espejo solo que reflejándose una y otra vez en los miles de cristales formados.
Todos están a la altura de mi brazo que aun cubre mi rostro. Entonces un pensamiento para nada absurdo en estos momentos cruza veloz por mi cabeza.
« Soy yo la que los mantiene así»
Así que para probar mi idea, lo bajo. Quizás los nervios me traicionan y lo hago demasiado rápido causando el estruendoso sonido del cristal con la madera. Que de algún modo logra reanudar mi ritmo cardiaco y el movimiento de mis extremidades.
— El poder de alma despertó— Su voz suena eufórica.
— ¿Qué cosa? — Pregunto confundida tratando de recordar donde escuche eso antes.
— El poder del alma, solo las herederas lo poseen y suele ser más fuerte que cualquier magia y acabas de despertarlo — Una extraña emoción parpadea en sus ojos.
¿Cómo es que alguien que posee el poder del alma es tan tonta?— El recuerdo de Daniel recriminándome se hace paso en mi mente.
Antes de que pueda seguir preguntando unos golpes de la puerta me detienen.
— Adelante — La voz de Gerald- más compuesta- resuena en la habitación.
La figura pequeña de Lucia atraviesa la gran puerta.
— ¡Oh! — Obviamente impresionada lleva una de sus manos a su boca — ¿Qué sucedió?
— Nada ¿Está todo listo?— Trato de responder pero Gerald me interrumpe.
— Si señor— Lucia hace un leve arco antes de continuar — La señora Rosalía ya se instaló, solo falta la señorita.— Culminó mirándome de una forma curiosa.
— Bien acompáñala a su habitación.
Volteo a terminar de confrontarlo, pero solo me da la espalda dando por terminada la conversación.
Sigo a Lucia hasta una habitación – Con puertas blancas – que he de admitir es enorme.
Paredes de un color verde oscuro la adornan. El piso de madera oscura se extiende hasta cada rincón acompañando a una cama colocada justamente debajo de un gran ventanal, donde se puede apreciar todo el cielo nocturno, incluyendo la luna.
— Bueno señorita me retiro — Lucia se voltea y sin más sale de la habitación.
Camino rápidamente y jalo las cortinas causando un suave sonido mientras los aros de metal se deslizan por el tupo. Respirando mejor sin la visión de la luna, me siento en la cama tratando de que mi mente procese toda la información que me han dado, resultando así mi resumen en que:
Soy una especie de heredera a un trono de otro mundo, y que poseo magia, y no, no de espectáculos o de circos, magia real una que es casi palpable, una que hace unos momentos sentí obligándome a reconocer su existencia. Por otro lado la vida que creí llevar hasta ayer desapareció y que en estos momentos alguien está buscando como matarme y los únicos amigos que consideraba tener, no sé en estos momentos lo que en verdad son.
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Editado: 25.05.2019