Estos relatos que han llegado a ustedes por boca de los dioses son los hechos que se viralizaron en redes sociales en México antes, durante y después del terremoto del 19 de septiembre de 2017.
Cada uno de ellos corroborados desde noticieros, otros con videos e imágenes, con el fin de que el mundo entero sepa qué es lo que sucedió durante este desastre.
Quizá realmente haya dioses que planean nuestro fin, no lo sé, en lo personal soy bastante escéptica ante cualquier profecía, pero lo que sí es real, es el daño que le hacemos a este mundo y, sobre todo, el daño que nos hacemos entre nosotros.
Pero este desastre es la muestra de que hasta en las situaciones más adversas, contamos con alguien: nosotros mismos. Mientras la humanidad se una y se ayude, saldremos adelante, podemos rebasar el abuso y la avaricia de unos pocos, sin importar lo poderosos que sean, siempre y cuando nos podamos mantener unidos. Mientras el presidente ponía la solución de dar créditos -o sea, deudas- para reconstruir o sugería hacer "tanditas" para salir adelante, la gente dando hasta su alma para rescatar y ayudar, la calidez humana es lo que cuenta y es con lo que me quedo.
Y, por último, esta no es una historia mía, es una historia contada por la gente que lo compartió conmigo, ya sea de su propia boca o por medio de redes sociales, todo lo que vieron durante estos difíciles momentos para el pueblo mexicano es de quien lo vivió en carne propia y es a ellos a quienes se debe reconocer todo su valor y entrega. Lo único que yo hice fue juntar sus relatos, darles forma y poner a un montón de locos dioses a contarlo para ustedes.
En lo personal… ¿ayudé en algo? No lo sé, yo siento que no. Entregué donaciones en especie a quienes sabía que las entregarían directo a los damnificados, pero mi corazón me dice que lo que hice no contó en nada, es quizá por eso que mi conciencia me llevó a escribir todo esto, pues quiero que el mundo entero sepa lo que sucedió aquí, lo bueno y lo malo, lo conmovedor y lo perverso, con la esperanza de que ayude al mundo a unirse y a las autoridades, no sólo de México sino de todo el planeta, a hacer reflexión sobre lo que un pueblo unido espera de sus líderes y esto les ayude a mejorar.
AGRADECIMIENTOS
Creo que nunca un libro tuvo tantos agradecimientos como este, y si recolecté el 1% de aquellos a quienes hay que agradecer, es mucho. De antemano, una disculpa a todos los que me faltan aquí.
Gracias a:
Los rescatistas que arriesgaron sus vidas para salvar las de desconocidos.
Toda la gente, nacional y extranjera, que envió donaciones en dinero o en especie
A los militares que ―obligados o no―, entraron entre los escombros para rescatar personas atrapadas, sobre todo a los que se negaron a entrar con maquinaria a quitar esperanza.
A los voluntarios que recopilaron información para que los sobrevivientes pudieran encontrar a sus familiares extraviados.
A todos los países que enviaron brigadas de ayuda a México
A las brigadas de “Topos”. Quizá de todos los rescatistas, fueron los que más arriesgaron sus vidas
A los valientes caninos: Frida (Marina-chan), Nala, Humo, Titán, Kublay, Evil, Ecko, Shickla y muchos otros perros que, junto con sus entrenadores, ayudaron a encontrar tantas personas con vida.
Y agradecimiento especial a:
Héctor Rodarte.
La falta de una pierna no le restó ímpetu en su ayuda. Ayudó a la gente a recuperar sus pertenencias de entre los escombros.