Lucía Fernanda llegó a su casa, después de hacer que Félix la llevara a comprar algunas cosas que necesitaba para la bebé, ya él había comprado la fórmula alimenticia, ropitas, pañales desechables, pero compró una etapa más grande, así que no le quedaban a la niña. Después iría a comprar con su mamá otras cosas que faltaban, Roberto le había dado una tarjeta de crédito, para que comprara todo lo que ella quisiera para la niña, así que después irían. Cuando su mamá la vio, se sorprendió y cuando miró al bebé, mucho más.
- Fer, hijita, ¿Qué ha pasado? ¿de quién es ese bebé?, y ¿Por qué vienes temprano? – la bombardeó con tantas preguntas que la chica, estalló en llanto – ¡ay mi niña! ¿Por qué estás así? Cuéntame.
- ¡ay mami, es muy triste! – se echó en los brazos de la señora Yolanda y siguió llorando
- peleaste con Roberto? – se lamentó ella
- ¡claro que no, mami! Él es un sol y lo amo mucho – sonrió viendo la expresión de su madre
- ¿y entonces? – ella mira al bebé - ¡qué bonito bebé!
- es hermosa, ¿verdad? Le pusimos Antonella, ha quedado huérfana, mami, y la chica nos ha hecho responsable a Roberto y a mí, para que la cuidemos y eduquemos – va hacia la cocina, donde Félix ha llevado las cosas que compraron, para poder hacerle el alimento a la niña – mami, me ayudas a ver que le damos a la bebé de alimento, no ha comido nada, la mamá murió casi enseguida de haber nacido ella – la acostó un momento en la sillita que Félix había colocado encima de la mesa – mírala, mami, no sé, ¿tú que dices? ¿la llevo a la clínica? La veo rara.
- está muy envuelta, ¡déjame ver! – la señora Yolanda la examina, le quita la mantita – mira, está muy acalorada, dejemos un rato para que se refresque y mientras preparemos un tetero (biberón) – ¿trajeron leche en polvo?
- Sí, todo lo que me dijo el pediatra, que le fuéramos dando de a poquito la leche para ver si le entona en el estómago.
- ya verás que le va a entonar, voy a prepararlo de la manera en que les daba a ustedes y ya verás que le gustará – la señora sonríe
- ¿y mi papá dónde está? Pregunta Fer, al ver que él no estaba
- no ha llegado todavía. – contestó ella – me llamó para decirme que está con Julio trabajando en un caso – mientras la señora prepara el alimento, le pregunta a Fer – y ¿Qué han pensado hacer con la bebé?
- vamos hacernos cargo de ella, Roberto me dijo que, si podíamos, pero no sé, porque debemos esperar que nos dice la policía de infancia y adolescencia que estuvieron presente en la petición de Jenny y presenciaron el fallecimiento de ella.
- pues, a mí no me parece que te hagas responsable de ese bebé – dijo el señor Joaquín un poco molesto entrando a la cocina.
- ¡papi! Pero... hicimos una promesa – le replicó Fer.
- pero, hija, es una responsabilidad para ti, mi amor – dijo preocupada – tenemos que discutirlo en familia, ¿vale? Debemos reunirlos para decidir.
- también debe estar Roberto, mami, - mencionó a su atractivo novio – además, él me dijo que podíamos y que hablaríamos en casa.
- eso está bien, cariñito, porque tu solo eres muy joven para hacerte cargo de un bebé ajeno.
- mami, pero ella nos lo dejó y se lo prometimos, que nos haríamos cargo de ella – y recordó la cara de Jenny cuando le dijo el nombre de la bebé – yo le puse el nombre de Antonella y a ella le gustó mucho… ya estaba en las últimas cuando nos dijo que la adoptáramos.
- pero, mija, tu todavía estás estudiando, eres menor de edad y para adoptar un bebé, tienes que estar casada o al menos comprometida.
- ¡ay, mami! no sé si vale que tenga novio y que él sea muy responsable – expresa ella preocupada, no quería perder a Antonella, ya la quería mucho. Toma a la niña y sube a su habitación, donde ya Félix había armado la cuna para la bebé. Se acercó a su cama y la acostó allí, mientras le ponía una sabanita al colchoncito, fundas para las almohaditas, armó el toldillo, que era muy hermoso decorado figuritas de Disney y lacitos de color rosa, lo había comprado junto con las ropitas que tenía que sacar de las bolsas. Terminó de arreglar la cuna y tomó a Antonella, para acostarla, luego graduó el aire acondicionado, solo para que no le diera mucho calor o mucho frío, era para refrescar la habitación. Sacó de la bolsa el monitor y lo encendió, uno lo colgó en la cuna y el otro lo llevaba hacia la cocina, para intentar comer algo, porque sentía una opresión en el pecho, pero tenía una debilidad, así que fue a ver si había algo preparado, entra y encuentra a su mamá preparando la cena.
- hola, mami – se sienta en un banco que está en la barra y toma una pera, la lava y toma un cuchillo para partirla y meterse un pedazo en la boca, - ¿Qué estás haciendo de cenar?
- voy hacer unas arepas con queso – y levanta la mano para interrumpirla – ya sé que la tuya le ponga suficiente queso – ella sonríe, porque sabe que su mamá la conoce muy bien – con huevos pericos y carne desmechada.
- ummmm, que rico – cierra sus ojos y se saborea – ahora sí que tengo hambre, con todas estas carreras no pude almorzar, solo me tomé un refresco que me dio Roberto.
- bueno, entonces ayúdame hacer el chocolate – la señora Yolanda, sabía que a su hija le encantaba hacerlo, por eso le pidió el favor – has suficiente, porque me imagino que el doctor Montemayor va a venir. ¿verdad? - Lucía Fernanda asintió.