Mi Adorable Cascarrabias

CAPÍTULO 24: EL EPÍLOGO – La Recepción y el Final

Ya habían tomado todas las fotos que se requerían para los recuerdos de los novios, con los familiares, amigos, con sus damas, sus padres y cuñados. Roberto estaba feliz, por todo; la ceremonia había salido como lo esperaban, la recepción, todos estaban felices y llegó el momento de abrir el baile, la gente los llamaba para que iniciaran el baile y no se hizo de rogar, así que se levantó y tomó a su esposa y la llevó hacia la pista que habían improvisado al final del jardín, la orquesta comenzó a tocar el vals y se inició el baile, Lucía Fernanda, estaba radiante, Roberto la toma en sus brazos y le da un dulce beso en los labios y luego la atrae hacia él y le dice

- ¡te amo! Mi amor, eres lo mejor que me ha pasado en la vida – y se le aguaron los ojos – agradezco a Dios por ponerte en mi camino, porque me has alegrado la vida, con tu alegría, tu espontaneidad, tu frescura – ella se emociona con las palabras de Roberto, se le corre unas lágrimas por las mejillas y él se las limpia con el dedo pulgar - ¿Por qué lloras, mi chiquilla hermosa? Le pregunta.

- Me emociona… tus palabras, mi amor – levanta sus brazos y se los pasa por el cuello hasta la parte de atrás de su cabello y lo acerca a ella – yo también te amo con todo mi corazón, aunque me hiciste rabiar mucho al comienzo – se ríe al ver la cara de él – es verdad.

- pero tú también me hiciste rabiar, así que estamos empatados – el ríe a carcajada, luego le hace dar una vuelta y siguen bailando. Ya todos estaban en la pista de baile.

Más tarde, Sofi, Stella, Annette y Ana, se llevan a Lucía Fernanda, para que se quitara el vestido de novia y se pusiera el vestido que tenía preparado para después de la boda y con el que iba a viajar de luna de miel. Ya cambiada, Fer le pide a Ana que quiere hablar con ella a solas, ella asiente y las otras salen para dejarlas que hablen tranquilamente.

- ¿cómo estás, Ana? Pareces muy triste – la aborda enseguida, su cuñada.

- estoy bien – pero en ese momento, se le fueron los colores, su puso pálida – no te preocupes

- ¡claro que me preocupa, tu eres mi cuñada y eres la novia de mi hermano.

- ya no somos novios, Fer, terminamos hace rato – se le quebró la voz – no sé qué fue lo que pasó, porque estábamos bien, pero un día me dijo tantas cosas horribles que no encuentro la razón para eso – se le salieron las lágrimas y Fer la abraza y luego le da un pañuelo desechable para que se seque y no se corra el maquillaje.

- a mí no me quiere decir nada – le dijo ella – ten paciencia, amiga, que… - Ana la interrumpe

- No. Él no quiere saber nada de mí, así que no voy hacer nada – se levanta de la cama y va hacia la puerta – tengo que irme, no me siento bien, solo quería desearte mucha felicidad y que te vaya muy bien en tu luna de miel – la vuelve abrazar

- pero Ana, no has comido todavía, quédate y come antes de irte – ella ve que Ana niega con la cabeza.

- tengo que hacerlo, no soporto verlo con otra mujer – dijo al fin.

- ¿con quién? Se asombró Fer - se acercan a la ventana y ven a Julio con una joven vestida de celeste y con muchas curvas - ¡ah! No te preocupes, es prima nuestra, hija de la hermana gemela de mi mamá, no tiene nada con ella, no puede – le aseguró

- pero hace unos días lo vi con otra chica – dice ella con dolor en el pecho y en ese momento se le vino unas náuseas, se puso una mano en la boca y corrió hacia el baño. Lucía Fernanda se extrañó en ese momento lo que le pasaba a su cuñada

- ummm ¡qué raro! – dice Lucía Fernanda, porque cuando la tocó sintió una corriente extraña, se acercó a la puerta del baño y le preguntó – ¿te encuentras bien, Ana? ¿Te traigo algo? – No te preocupes, Fer, ya estoy bien, es que he estado mal del estómago, por algo que comí, pero ya estoy bien. – le decía a través de la puerta – está bien, te espero abajo, ¿vale? – vale. Fer sale y cuando va bajando las escaleras, se encuentra con su hermano Julio - ¿Qué le hiciste a Ana, Julio? Le dice enojada

- Yo nada – le responde él – mejor que ella te diga qué me hizo a mí, porque fue ella la que me traicionó – dijo enojado.

- Yo no te he traicionado, Julio y quiero que me digas que fue lo que pasó – dice una voz al pie de las escaleras, Ana baja y se enfrenta a Julio – quiero saberlo – él la toma de un brazo y la lleva a la biblioteca, luego de cerrar la puerta, la suelta.

- está bien. Vamos a aclarar esto de una vez por todas – Julio se enfrenta a ella – el día que te fui a buscar a la universidad como habíamos quedado, tú estabas con un tipo abrazada y festejando algo, eso me enojó mucho y me marché.

- ese día estaba con mis compañeros de proyecto, estábamos festejando que nos habían felicitado porque todo nos salió bien – le explica ella – ese que me abrazó es Ernesto, mi amigo, él es g… - Julio la interrumpe.

- ya no me importa que sea, además, - dice otra vez Julio con más rabia de la que tiene – una semana después te vi salir de una casa en la ciudadela con un señor, también abrazados, así que no me vengas con esas – y levantó una mano para interrumpir lo que iba a decir Ana – no te creo, no creo en las mujeres mentirosas y traicioneras, no quiero tener nada que ver contigo – luego dice al pensar que esto último que dijo – aunque eres la cuñada de mi hermana, no vamos a tener relación de ningún tipo, ¡te enteras! Trataré de no estar en el mismo lugar que tú, sólo las justas y necesarias, por ser miembro de la familia – luego abre la puerta y sale con pasos ligeros y se va hacia el jardín junto a los invitados. Ana se pone a llorar y con los ojos anegados, se sienta en un sillón a dar rienda suelta a su llanto.




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