Mi Adorable Cascarrabias (en EdiciÓn)

Capítulo 7: Una diablilla muy hermosa

En casa de Roberto, este entró y azotó la puerta, iba hirviendo de la rabia, por la humillación de esa chiquilla que lo sacaba de quicio y pensar que él era que iba a reír de último, porque pensó que no podían cumplir el reto, pero ella le demostró que podía ganarle. Además, reconoció que era muy inteligente y a pesar que solo podía utilizar una mano, era el colmo que le ganara, era una diablilla, cómo consiguió hacer todos esos implementos, y para colmo, el director le dijo que los había premiado con hacerles un reconocimiento con todos los objetos de la exhibición, ahora quién se la iba a aguantar con esa sonrisita pícara que tiene. Dio un suspiro y dio media vuelta cuando sintió unos pasitos corriendo por las escaleras.

- papá, papá, ya llegaste – entraron corriendo unos torbellinos de ojos verdes y cabellos claros, se les echaron a los brazos y él los cargó a los dos dándoles un beso a cada uno.

- ¿Cómo están mis hijitos adorados? – les revuelve el pelo a los dos.

- papi, prometiste que nos llevarías a MacDonal’s y al parque – dijo Daniel, su hijo de cinco años.

- sí, papi, tu dijiste – expresa Angie, para dar mayor énfasis a lo que dijo su hermano, eran tan parecidos, sus hijos.

- ¿yo dije eso?, no me acuerdo – Roberto queda serio, pero sus ojos brillan divertidos, se coloca una mano en la barbilla y queda pensativo. – déjame ver si me acuerdo de esa promesa, no sería que dije que ¿iríamos a comer pizza? – pregunta

- por eso vamos a MacDonald’s – dice su hijo

- pero allá no venden pizzas, así nos vamos a comprar una pizza ¿Dónde está la tía?

- ¡aquí estoy! Hermano – aparece una chica como de veintipocos años, trigueña, ojos verdosos y cabello negro lacio, vestida con un jean negro y una camiseta con estampados al frente y calzaba unos tenis negros. Ya estoy lista para salir.

- está bien, me esperan un momento mientras me ducho y me cambio de ropa, ¿vale? Sube a su habitación, comienza quitarse la ropa y entra al baño para darse una ducha rápida, para no hacer esperar a los niños ni a su hermana, ya tenía decidido a llevarlos a MacDonald’s, ya que es el lugar favorito de los chicos. La verdad era que tenía cita con Jaqueline, pero se iba hacer el tonto, porque prefería llevar a sus hijos a comer y a dar un paseo. Salió del baño y se cambió, se puso un pantalón de mezclilla con una camisa a cuadros azules con negros, zapatos deportivos y sacó una chaqueta vaquera, sale de la habitación y encuentra a su familia esperándolo en la sala.

- vámonos tropa, que se hace tarde – les dice sonriendo y cargando a su princesa, le va haciendo cosquillas y la niña se ríe alegremente. Vamos a comer pizza a MacDonald’s.

- papi, dijiste que no venden pizzas allá – dijo Daniel riéndose.

- pero podemos comer hamburguesas, ¿cierto? – pregunta –

- Siiiiiii, - dijeron todos.

Cuando ya estaban en sus lugares especiales, esperando sus cajitas felices y la especialidad de la casa, Roberto ve llegar a Jaqueline y maldice internamente y trata de mirar para otro lado, para ver si ella no los ve, pero con tan mala suerte, que ella mira hacia el lado donde se encuentran y se acerca a ellos.

- Robert mi amor, que alegría encontrarte aquí, me dije que podía venir aquí, para ver si estabas, porque estuve llamándote al celular y a tu casa, pero no me contestaste. Además, me dijiste que íbamos a salir hoy.

- evidentemente no contesté porque no estábamos, así que como les había prometido a mis hijos que saldríamos hoy a comer. – lo dijo para que entendiera que no era muy bienvenida, pero ella con poca inteligencia no lo hacía.

- ¡hola cariñitos!, ¿Cómo están mis tesoros? – dice hipócrita y mira a Ana – Anita ¿cómo te va?, te ves muy linda.

- muchas gracias, ¿vienes con alguien? – pregunta, porque ve a un hombre en la puerta mirando hacia acá.

- mi hermano me trajo, porque mi coche se me estropeó y ahora él es mi chofer personal, y se ría de su chiste flojo y le hizo señas al hombre.

- Oscar mira, ya conoces a Roberto mi novio y ella es su hermana Ana y ellos los hijos de Roberto.

- hola mucho gusto en conocerte, Ana – él le tiende la mano y ella solo le da la punta de sus dedos

- hola - Solo dice Ana muy seria y los niños arrugaron la cara al ver a la chica desabrida, como ellos la habían bautizado.

- Robert ¿podemos acompañarlos? Le dirigió la mirada a él, Roberto negó con la cabeza.

- Ho no, Jaqueline, estoy acompañando a “mis hijos y a mi hermana”, quiero dedicarles esta tarde a ellos, así que yo te llamo para salir otro día, ¿vale? Le dijo muy serio ya que se estaba poniendo de mal genio, porque no lo dejaba tranquilo, siempre era atrás de él ¡qué fastidio!

- mi amor, pero yo también quiero compartir con ellos, ya que pronto nos casaremos, es mejor que nos acostumbremos a la compañía en familia - Dice muy convencida

- pero no ha llegado el momento, porque no te lo he pedido, ¿verdad? – Roberto la mira severamente para que comprenda.

- está bien, amor, después nos ponemos de acuerdo, para salir los dos solitos. – se gira y toma a su hermano del brazo y se marchan.



#28733 en Novela romántica
#3050 en Novela contemporánea

En el texto hay: intriga, amor, dulzura

Editado: 08.11.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.